El primer día de septiembre, la consejera de Educación del Gobierno de Lakua, Isabel Celaá, hizo unas declaraciones, recogidas en prensa, en las que aseguraba que "por primera vez el curso comenzaría con todos los profesores en su puesto de trabajo", queriendo así vendernos la moto, como acostumbran también el resto de los departamentos, de que con ellos llegó la cordura y el orden, pues hasta entonces parecía haber reinado algo cercano al caos.

Nada más lejos de la realidad. Si han hecho algo es, en la mayoría de los casos, deshacer con diversas patrañas y maniobras lo poco o mucho hecho en décadas (léase Heldu, Berdindu...). Pero sobre esto no me quiero extender. El objetivo de esta carta es dejar en evidencia que lo dicho por la consejera no es sino una falacia más, y denunciar la situación kafkiana a la que me he visto sometido debido a la ineficacia y la arbitrariedad del departamento que ella tan ufanamente dirige.

Fui intervenido quirúrgicamente a principios de junio, y como consecuencia de ello permanecí de baja hasta el 8 de septiembre. Durante el verano, en tres instancias diferentes del departamento (información de Educación, Personal e Inspección Médica), me dijeron que, al estar de baja en agosto, cuando me dieran el alta tendría derecho a vacaciones, a disfrutarlas inmediatamente después del término de la baja. El mismo día 8 de septiembre rellené un impreso solicitando las vacaciones y, tanto en Información como en Personal, me dijeron que debía incorporarme a mi centro de trabajo el día 9 de octubre. En Personal me aseguraron, además, que mi sustituto o sustituta estaba ya en el centro.

Nada más lejos de la realidad. Fui al centro para informar a la dirección y hablar con mi sustituto o sustituta, y el director me informó de que les habían dicho que no llegaría hasta el lunes día 13, habiendo comenzado la actividad el día 1 y las clases el día 6. Pero lo verdaderamente alucinante fue que, dos días después, me llamaron para decirme que en una reunión en Lakua habían decidido cambiar el procedimiento y que no sólo no iban a poner sustituto para mis vacaciones, sino que, además, debía incorporarme a mi puesto inmediatamente y que las vacaciones, a las que sí tengo derecho, ya las cogería el año que viene, preferiblemente ¡en julio!

O sea, que los y las responsables de Educación, tan preocupados por esa supuesta educación para la paz, no tienen el mínimo de educación necesario simplemente para convivir con y respetar a sus propios trabajadores, sino que se dedican a tomarles el pelo.