Con el paso de los años, cuando uno se va haciendo cada vez más viejo, hay días en el calendario que nos llenan de añoranza. Fechas en las que nos acordamos casi más de los que nos faltan que de las personas con las que seguimos compartiendo nuestra vida. Uno de esos días para el recuerdo es el Alderdi Eguna. Desde aquel ya lejano 1977 somos muchos los abertzales que año tras año cumplimos nuestra cita con nuestro Partido Nacionalista Vasco. Un día de fiesta, de reivindicación política, de marcar el norte de nuestros anhelos y también, sobre todo, de encontrarnos con viejos amigos. Un día para el abrazo, para el saludo, para la alegría desbordada,… y también para el recuerdo a tantos y tantos patriotas que inevitablemente con el paso del tiempo nos van dejando.
Estoy seguro que cada uno de los que nos concentremos en Foronda, cuando las vigorosas ikurriñas remuevan nuestros sentimientos, tendremos un recuerdo para los más cercanos, los mejores que ya se fueron. Personalmente podría citar muchos nombres de líderes del Partido Nacionalista Vasco a los que tuve el honor de conocer: Juan Ajuriaguerra, Jesús María de Leizaola, Jesús Insausti, Manuel de Irujo,…pero quisiera tener un recuerdo muy especial para un abertzale que para mí representa como nadie a la base del EAJ/PNV: Ander Barrutia, quien nos dejó justo tal día como hoy de hace seis años. Barrutia, gudari y fiel cuidador durante décadas de Villa Izarra, sede del Partido en el exilio, representa para mí a esos grandes patriotas a los que hoy rendiremos tributo en el Alderdi Eguna. Katea ez da eten!
Y es que desde 1977 en Aralar, en que yo vine desde París para el evento, nunca he dejado de asistir al Alderdi Eguna…. salvo en el año 2004 que ya en carretera camino de Foronda me sonó el móvil. Era Xabier, el hijo de Barrutia, anunciándome que a las seis de la mañana se había muerto aita. Mis reflejos fueron instantáneos, en la autopista, en vez de dirigirme hacía Gasteiz tomé rumbo a Iparralde. Fue la primera y única vez que he faltado al Alderdi Eguna. Hice unas llamadas por teléfono pues imaginaba que nadie a esas horas conocía la noticia. Según me contaron después, fue Iñigo Urkullu quien transmitió la noticia desde la tribuna del Alderdi.
Siguiendo un presentimiento mío, no se si es Dios o el Diablo quien me guió, fui al tanatorio de Baiona. No me equivoqué, allí me encontré con los tres hijos, Kiki, Ander y Xabier. Estaban esperando a que el cuerpo de aita fuese amortajado antes de sacarlo a la sala.
Cuando a eso de las once lo sacaron y lo vi, me hizo una rara impresión. No lo creía aún muerto o no lo quería creer. Su cadáver estaba delante de mí… lo veía como siempre… parecía dormido. Estuve unos minutos en la que los dos estuvimos unidos, todas nuestras vivencias, chascarrillos del exilio… al final no pude más.
Me agaché, con mi mano derecha en su mejilla, mis labios depositaron un beso en su frente, es increíble la sensación que el frío de la muerte causó en mis labios… pero fue ampliamente superada por el amor que nos transmitimos… Lo recuerdo como a un padre. No olvidaré aquella tarde del 26 de diciembre de 1958 cuando de la mano de Joseba Rezola aterrice en Beyris, en Villa Izarra, la sede el Partido en el exilio. Desde entonces para mí y para muchos otros que por allí pasaron, Ander y Mari fueron nuestra familia… Recuerdos, añoranzas, amistad,… Hoy en Foronda con nosotros seguirá en el recuerdo nuestro Ander, con Mari y tantos otros inolvidables abertzales de quienes nos sentimos orgullosos y deudores. Katea ez da eten!