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El peaje del asfalto

El fin de semana más temido en las carreteras se salda con 21 fallecidos menos que hace un año y coincide con la "huelga de bolis caídos" de la Guardia Civil, algo que no concuerda con el aserto de la DGT de "a más multas, menos muertos"

LAS cifras demuestran que, afortunadamente, este fin de semana ha sido bastante más benigno en la carretera de lo que las previsiones auguraban. Diez personas han perdido la vida durante estos días estivales marcados por el 15 de agosto; son 21 fallecidos menos que en las mismas fechas de 2009. Balance positivo, pues de unas jornadas a las que la segunda fase de la operación salida de agosto y la celebración de las fiestas en muchos municipios cargan de una complejidad fuera de lo normal. La cifra de 2010 (diez muertos) rebaja el índice negro del año pasado, sí, pero no puede darse por buena. El peaje del asfalto aún es demasiado alto. Sobre todo porque las cifras no trasladan el dolor que queda tras los números, su afección a las familias, a las personas. Quizá sea ingenuo pensar que el índice de mortalidad en las carreteras debe ser cero, pero sí debe ser el objetivo que guíe a todos: tanto a los conductores como a quienes se encargan de administrar y ordenar el tráfico rodado. El objetivo es perfectamente asumible por todos, idílico; las discrepancias surgen en el cómo acercarse, en qué pasos dar, hacia ese ratio de mortalidad cero. La concienciación social es una de las herramientas obligatorias y tradicionales. Las campañas publicitarias, algunas no exentas de polémica por su crudeza, contribuyen a que cale en los conductores la idea de que el vehículo también puede ser un arma mortal en potencia. De ahí la exigencia de una conducción responsable y ajustada a las normas de circulación. Por el bien de todos. La vía coercitiva, la mano dura, es otra de las recetas empleada a diario. Algunos expertos, entre los que se incluye el director de la Dirección General de Tráfico, Pere Navarro, sostienen que a mayor número de multas, menor número de muertos. Añade Navarro que no hace falta "ningún estudio de Harvard" para demostrar esa afirmación. El importante cargo que ostenta sugiere su dominio de la materia y que, por lo tanto, sus afirmaciones tienen, cuanto menos, el sostén de la estadística. Esa máxima, sin embargo, no ha funcionado este fin de semana. El descenso del número de fallecidos en accidentes de tráfico coincide con la huelga de bolis caídos que, ya desde hace un par de meses, llevan a cabo los agentes de tráfico de la Guardia Civil en protesta por sus condiciones laborales. Sólo en los primeros diez días de agosto, los miembros del instituto armado han realizado 20.000 denuncias menos que durante el mismo periodo del año anterior. Y hay menos muertos. La seguridad no es un juego, pero tampoco puede convertirse en un negocio. No puede ser que endosar una multa puntúe más en el expediente de un agente que realizar un auxilio a un conductor apurado. Este año, hasta el 15 de agosto, 1.028 personas han perdido la vida en la carretera. Son 194 menos que el año pasado por estas fechas. Un número excesivo, en cualquier caso.