La nueva "revolución" poblacional
Los bajos índices de natalidad en Euskadi, a la cola de la Unión Europea, unidos a un creciente aumento de la inmigración, auguran un gran desequilibrio generacional en el futuro inmediato, con importantes repercusiones económicas y sociales
EUSKADI ha experimentado en los últimos años un profundo cambio social que se refleja con toda su crudeza en los datos del Instituto Vasco de Estadística-Eustat, según los cuales la natalidad en nuestra comunidad es de las más bajas de Europa. Las tasas (9,9 nacimientos por cada mil habitantes frente a los 10,9 de la media de la UE) no suponen ninguna sorpresa, ya que se trata de una tendencia muy acentuada en las últimas décadas. El fenómeno, sin embargo, es preocupante porque augura un desequilibrio generacional brutal -con sus consecuentes y graves derivaciones económicas- en un futuro no tan lejano, dados también los datos sobre esperanza de vida, en los que los vascos nos situamos por encima de la media de Europa. Otro indicador importante para medir este profundo cambio social es el de la inmigración. Según los últimos datos, en Euskadi la población extranjera en situación legal creció en el segundo trimestre de 2010, manteniendo la tónica al alza de los últimos lustros. No sólo eso, sino que en los doce últimos meses, los inmigrantes legales en la CAV -existe otro número importante de extranjeros que residen sin tener su documentación en regla- ha crecido un 8,54%, contabilizándose a 30 de junio de 2010 un total de 109.839 extranjeros en Euskadi, lo que le sitúa como la segunda comunidad del Estado en recepción de población inmigrante, sólo superada por Extremadura, si bien en este caso no son datos concluyentes ya que la población inmigrante en aquella comunidad era porcentualmente muy baja. Si hay algún indicador claro de bonanza económica, más allá de los grandes datos macroeconómicos, éste no es otro que el índice de inmigración. No hay población más inteligente que la inmigrante, que acude allá adonde vislumbra un futuro mejor. El menor impacto de la crisis económica, la mayor estabilidad y calidad de los puestos de trabajo y una mayor red de tejido social son algunos de los factores que explican este aumento en momentos en los que la inmigración está a la baja en el resto del Estado por razón de la profunda crisis económica. Si bien es cierto que cuando comenzó la inmigración masiva al Estado, Euskadi no fue un lugar preferente de elección -los polos de atracción siempre son las grandes urbes y las zonas agrícolas-, esta situación ha ido variando con el paso de los años, conforme los inmigrantes han tratado de mejorar su situación laboral en busca del empleo industrial y una socialización que no encontraban en unos empleos agrícolas en muchas ocasiones rayanos con la esclavitud. No hace mucho, Patxi López auguró que, ante los bajísimos índices de natalidad, en un futuro próximo Euskadi necesitará medio millón de inmigrantes. Esta revolución mezcla de escasez de nacimientos y aumento inmigrante no ha hecho más que empezar y merece una profunda reflexión y una planificación urgente.