El boicot de López a Zapatero
El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, denunció ayer la actitud de "sabotaje político" del Gobierno vasco ante la demanda jeltzale de mayor autogobierno y traspaso de todas las competencias para un acuerdo con el Ejecutivo español
lA aprobación el pasado jueves por parte de la Comisión de Trabajo del Congreso de los Diputados del proyecto de ley de la reforma laboral del Gobierno español volvió a dejar patente a los ojos de la opinión pública la soledad absoluta de José Luis Rodríguez Zapatero, incapaz hasta el momento de concitar apoyos suficientes que garanticen la gobernabilidad del Estado con una mínima estabilidad. La abstención in extremis de CiU y PNV salvó a Zapatero de una derrota más que humillante pero en ningún modo puede considerarse un apoyo a su gestión política y económica. Al contrario, fue una actitud de responsabilidad ante la grave situación derivada de la crisis económica y de nefasta gestión que de la misma ha realizado hasta el momento el Gobierno español, pese a las injustas y desabridas críticas que ha recibido por parte, por ejemplo, del sindicato ELA. Prueba de ello son las cifras del paro conocidas el viernes, en las que el desempleo sigue alcanzando cotas récord, aumentando cada día los dramas humanos derivados de la falta de trabajo en miles de familias. Zapatero sabe que, en este contexto, está en juego su propio futuro y el de su partido en responsabilidades de gobierno. De ahí que se haya empeñado personalmente en lanzar mensajes hacia donde sabe que puede existir voluntad de acuerdo. Y, fundamentalmente, hacia el PNV. Ya lo hizo directamente en su discurso en el debate general en el Congreso y ya recibió respuesta por parte jeltzale. Ayer, el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, volvió a reiterar, con motivo de la festividad de San Ignacio -esto es, en un acto con plena solemnidad, en el cumplimiento del 115 aniversario de la fundación del PNV-, su disposición a un acuerdo, pero vinculado siempre al desarrollo pleno del Estatuto de Gernika, esto es, al traspaso de todas las competencias pendientes, 31 años después. Éste es el marco en el que se juega la partida, cuya próxima jugada será clave, ya que estará en los próximos Presupuestos Generales. Zapatero sabe que, para lograr el apoyo nacionalista, debe comprometerse con Euskadi y con su autogobierno. Ni más ni menos. Pero esta realidad tiene una derivada insólita, tal y como denunció ayer Urkullu, en el papel de boicot y sabotaje político que está jugando el Gobierno de Patxi López. Temeroso de que una cuerdo entre Zapatero y el PNV le deje fuera de juego, López juega a la contra, poniendo en riesgo al propio Zapatero. Eso, o que en realidad no quiere que el Gobierno que él mismo preside tenga la capacidad de gestionar todas las competencias acordadas, pactadas, plasmadas, aprobadas y votadas hace 31 años. Es decir, que le importa poco el autogobierno y el bienestar de los ciudadanos vascos. Zapatero y el PSOE deben deshojar esa margarita y López y el PSE deben asumir la situación. Es el propio presidente español el que se juega su futuro.