UN grupo de reclusos históricos de ETA que se encuentran fuera de la línea y de la disciplina marcadas por el EPPK (el Colectivo de Presos Políticos Vascos, organismo afín a la estrategia dictada por la organización terrorista en el frente de las cárceles) ha hecho público un interesante escrito que, aunque en línea con algunas voces que se vienen escuchado desde hace un tiempo dentro y fuera de las cárceles, aporta una novedosa reflexión sobre el estado actual de cosas y el incipiente proceso de paz que denominan, evidentemente como desideratum, "irreversible". De hecho, el texto, que hoy publica DEIA, se titula Pasos en el irreversible proceso de paz y en él se vierte una dura crítica a la estrategia de férrea y acrítica disciplina seguida hasta ahora en las cárceles y apuestan por que los reclusos tengan un papel activo en favor de la paz. El planteamiento en sí no es en absoluto novedoso. Como el propio escrito deja claro en varias ocasiones, el espejo de esta propuesta se encuentra en los procesos llevados a cabo en lugares como Sudáfrica y sobre todo Irlanda, donde "antes de los acuerdos de Stormont, los presos políticos en general decidieron que su aportación debía centrarse en participar en la reflexión política para el Proceso de Paz". Según recuerdan estos reclusos -algunos con graves delitos de sangre a sus espaldas, como Caride Simón, Carmen Gisasola, Kepa Pikabea o Joseba Urrosolo Sistiaga- los presos del IRA adaptaron la estrategia a la situación y pedían beneficios penitenciarios para, fuera de las cárceles gracias a permisos o cambios de grado, "participar en los debates y asambleas a favor del cambio de ciclo". En efecto, los reclusos del Ejército Republicano jugaron un extraordinario papel en favor del proceso de paz en Irlanda, lo que fue una de las claves fundamentales de su éxito. Aquí, por contra, "algunos siguen planteando la cárcel como un frente de lucha", según dice el escrito, lo que impide que los presos tomen parte en los debates y palpen la realidad social. Las críticas más duras son para los posicionamientos del EPPK, del que dicen que hasta ahora sólo han existido dos opciones: pertenecer al mismo "o el abismo" y, por ello, reivindican que los reclusos, estén adscritos al colectivo oficial o no, puedan participar y tomar sus propias decisiones, incluidos los permisos, algo que aún es "tabú" en la izquierda abertzale. Con todo, lo más esperanzadoramente novedoso es el planteamiento que se hace en torno a las víctimas, donde se habla sin tapujos del "reconocimiento-reparación de los daños causados", algo inédito hasta ahora en la izquierda abertzale. Estos presos piden "asumirlo como un acto de reconocimiento a las consecuencias del conflicto" y abogan por abrir espacios de entendimiento y acercamiento entre las personas para superar las heridas. Son sólo palabras pero significan un gran paso porque marcan la senda hacia la paz.
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