ALGO no bien explicado está pasando en Nafarroa Bai. Aunque cabría ser más preciso y ceñir esta extrañeza al comportamiento de Aralar respecto a la coalición. Seguro que todo empezó mucho antes, pero la liebre saltó cuando Patxi Zabaleta aseguró en una charla que "es posible que Nafarroa Bai no sea la marca de las siguientes elecciones".
Como quiera que la frase suscitó muchas conjeturas, el abogado de Leitza reiteró unos días más tarde que se trataba de una obviedad porque las coaliciones electorales se extinguen cuando acaba la legislatura y apostilló: "cuando los políticos decimos obviedades, no las decimos sin pensar ni por casualidad". Si se trataba de despejar dudas, Zabaleta no hizo sino resembrarlas.
Tan obvio como que las coaliciones se extinguen es que se renuevan y ahí, Zabaleta, vuelve a dejar en el aire muchas incógnitas: "me refería a la posibilidad de que se extinga y no se renueve en sus propios términos, se renueve en otros o en ninguno". Se habrá fijado el lector que la única posibilidad que el dirigente de Aralar no cita es que se renueve en los términos en los que fue creada.
¿Y por qué ese agitar las aguas de NaBai en estos momentos? Pues a falta de más explicaciones, habrá que remitirse a las que ha ofrecido de otro destacado dirigente navarro de Aralar, Txentxo Jiménez: "El problema es que una parte de Nafarroa Bai, que es EA, ha considerado que su primera opción es el polo soberanista también en el ámbito electoral (?) tiene el alma en el polo soberanista y se encuentra, a la vez, sujeta o agarrada a las siglas de Nafarroa Bai por si acaso y porque en la posición en la que se encuentra Eusko Alkartasuna, le garantiza una presencia electoral bastante considerable". Así se entiende mucho mejor lo que quiso decir Patxi Zabaleta.
En la disputa partidista en la que de momento no han entrado los dos socios menores, PNV y Batzarre, se advierte cierta actitud indolente hacia quienes contribuyeron de forma decisiva a configurar Nafarroa Bai: la ciudadanía no adscrita a ninguna sigla política pero que constituyó un elemento fundamental para el empaste que necesitaba el alumbramiento de la coalición.
Ese proyecto surgió como una necesidad política, pero fue catalizada por una sociedad ávida de trasladar a las instituciones sus reivindicaciones básicas. También es cierto que previamente hubo una buena dosis de generosidad de los partidos; aquel paso fue uno de los mejores ejemplos de cómo las organizaciones políticas pueden atender a la sociedad. Todos eran conscientes de las dificultades organizativas e ideológicas que iba a entrañar esa alianza entre distintos y han sido muchos los obstáculos que se han ido solventando. Eso también ha contribuido a la consideración de NaBai como una opción plural y viva.
No es el momento del despiste, máxime cuando quien siembra la duda afirma al minuto siguiente que no hay otra opción para el cambio en Nafarroa que reforzar la presencia institucional de NaBai, o ese proyecto con otras siglas. Suena un tanto frívolo tratar de esconder una crisis de honda raíz con un juego de siglas. La ilusión generada en buena parte de la sociedad navarra hace seis años merece algo más de responsabilidad y de transparencia.
Patxi Zabaleta ha sido muy generoso con sus colegas cuando ha dicho que los políticos no dicen obviedades sin ton ni son. Por cuestión cronológica no había podido la nota del Gobierno vasco sobre el contenido de la primera reunión del Consejo Asesor Económico. Constituye toda una antología de la obviedad porque no parece que sean necesarios veinticinco especialistas de diferentes ámbitos relacionados con la economía para constatar la "necesidad de lograr una sociedad cohesionada, sostenible y competitiva, situando a las personas, y particularmente al empleo, en el centro de la estrategia económica" o para aconsejar que "el reto educativo de Euskadi corresponde tanto al ámbito universitario, como a la educación secundaria y a la formación profesional". Y así todas y cada una de las conclusiones de esta primera reunión.
No se trata de ridiculizar excelentes carreras profesionales, pero flaco favor hace Lehendakaritza trasladando a la ciudadanía la impresión de que un numeroso grupo de prohombres (y dos mujeres) han llegado a conclusiones tan simples tras dos horas largas de reunión. Seguro que no fue así, pero así se ha contado.
Capítulo aparte merece la composición de este órgano por sus ausencias y por algunas de sus presencias. Un vistazo a la lista permite atisbar tres grandes grupos: altos directivos de empresas, dos ex sindicalistas y cuatro catedráticos. Entre estos últimos, el criterio que ha primado ha sido más el de la afinidad ideológica que el de la excelencia académica. El dato es fácilmente comprobable: no son ni de lejos los que más artículos en revistas especializadas extranjeras han publicado. Ese suele ser el baremo por el que se mide en el mundo universitario la excelencia. Lo cual no es demérito para los convocados, pero sí una discriminación hacia los que no fueron invitados.
En la parte empresarial se echa de menos representantes de las pequeñas y medianas empresas, así como de autónomos. También ellos forman parte fundamental del tejido económico vasco y da la sensación de que las recetas que aporten los asesores mirarán más hacia las grandes corporaciones que hacia la multitud de pequeñas firmas que están pasando serios apuros.
Y por último, la representación sindical que cubierta con dos ex secretarios generales de Comisiones Obreras y de UGT. El dato lo dice todo sobre el respeto de López hacia otras formas distintas de entender el sindicalismo. Formas que, por cierto, son mayoritarias en el país que dice gobernar. La foto transversal no lo es tanto.