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Colaboración, según el Gobierno López

El incumplimiento de lo estipulado en los acuerdos de estabilidad y de los pactos previos en el Consorcio de Transportes de Bizkaia confirma que el Ejecutivo socialista ha decidido romper toda posibilidad de entente institucional y política

LA confirmación de que el Gobierno que preside Patxi López ha incluido en el orden del día del consejo del Consorcio de Transportes de Bizkaia, a celebrar hoy, la sustitución en la presidencia de Metro Bilbao del diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, por el viceconsejero de Transportes, Ernesto Gasco, supone fuera de toda duda la apertura de un conflicto interinstitucional sin precedentes que rompe no sólo los compromisos adquiridos con anterioridad dentro del propio Consorcio y la tradición pactista de dicho órgano sino también cualquier posibilidad de entente entre quienes rigen actualmente el Ejecutivo vasco y quienes lideran la Diputación Foral de Bizkaia. La intención del Gobierno López reviste incluso más gravedad por la gratuidad de la misma, dado que la presidencia de Metro Bilbao no es ejecutiva, así como porque en Lakua consta que va a marcar las futuras relaciones entre ambas instituciones, ya de por sí difíciles, y que quiebra totalmente el más mínimo nivel de confianza e influye, por tanto, en la capacidad de Gobierno y Diputación para servir a la sociedad. De hecho, la ruptura por parte del Gobierno López de los consensos dentro del propio Consorcio de Transportes de Bizkaia, pese a su enorme gravedad, se podría hasta relativizar en comparación con otra decisión del Ejecutivo socialista que también se desentiende de un acuerdo previo respecto al desarrollo del transporte público en Bizkaia: la negativa a aportar su parte alicuota de endeudamiento, los sesenta millones de euros a los que se comprometió dentro de los acuerdos de estabilidad presupuestaria e institucional, para financiar el desarrollo del metro, negativa que pone en peligro la viabilidad de futuros proyectos, cuestiona la continuidad de otros que, como en el caso de Maidagan, Santurtzi o Basauri, estaban encaminados; e incide en una política respecto al Territorio Histórico que ya había quedado patente con la supresión del tranvía a Rekalde o los retrasos sin fecha de la línea del metro hasta Galdakao y Usansolo. Todo ello, además, retrata definitivamente al Ejecutivo que preside Patxi López y al único motor que mueve su política: el desplazamiento del nacionalismo. No ya porque su actuación confirma que antepone intereses particulares a los de la propia ciudadanía, que también, sino porque desvela asimismo sus verdaderas intenciones cuando exige y ofrece colaboración tanto a otras instituciones como a otras formaciones políticas. Si su credibilidad a la hora de "trabajar conjuntamente por un fin", que es como el diccionario define el término "colaborar", estaba más que en entredicho, sobre todo, tras la utilización mediática de la reunión con Iñigo Urkullu y su largo y extraño epílogo; con la actitud emprendida en el CTB queda ya totalmente en evidencia que López ha elegido otro camino.