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Las medidas de la crisis

El dato puntual del crecimiento positivo del PIB puede servir para dar confianza al consumidor y a los mercados, pero bien haría el Gobierno López en entender que los eslogan se marchitan con la rapidez de aquellos "brotes verdes"

LAS dos décimas de crecimiento positivo en el Producto Interior Bruto durante el último trimestre del pasado año han permitido esbozar desde el Gobierno vasco, sus altavoces e incluso por boca del propio Patxi López, una mueca de satisfacción y alguna que otra frase desmedida respecto al comienzo del fin de la crisis, similares a las que ya se habían oído por cierto a portavoces de otro Gobierno, el de José Luis Rodríguez Zapatero, meses antes de que la realidad situara al Estado español como una letra más del acrónimo PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain) con que en Europa se definió la precaria situación económica de los socios comunitarios del sur. En realidad, la economía vasca se encuentra mucho más cerca de la prudencia con que acogió el dato el secretario general de Confebask, José Guillermo Zubia, o incluso el propio consejero de Economía de López, Carlos Aguirre. El fin de la recesión puede servir de efecto mediático para insuflar confianza en los consumidores y los mercados, pero se trata de un dato base tan relativo que ni siquiera se mide igual en todas las economías. Lo que en Europa es simplemente un cambio a positivo de la tendencia del PIB, en Estados Unidos precisa de ese mismo cambio en el GDP (Gross Domestic Product) así como en los índices de ingresos reales, empleo, producción industrial y ventas al por mayor y al por menor. En otras palabras, que la economía vasca haya pasado a mostrar un ligero crecimiento (+0,2%) en los últimos tres meses del año apenas puede servir para paliar la caída (-3,3%) del cómputo del 2009 y respecto al mismo trimestre del 2008 (-2,5%). Cierto es que quien no se consuela es porque no quiere y que hasta el propio Zapatero apuntó al "fin de la recesión" pese a que el Estado sigue en negativo y acumula siete trimestres consecutivos de decrecimiento económico, pero no lo es menos que el aumento del paro, la acumulación de expedientes de regulación de empleo y el descenso del IPC -pese a las subidas de primeros de año en las tarifas y en el precio del petróleo- en la CAV en enero tampoco parecen augurar una recuperación, mucho menos que Euskadi pueda alcanzar ese crecimiento del +3% necesario para generar empleo en 2012, tal y como anunció hace apenas unas semanas Patxi López. No es el dato puntual de la salida técnica de la recesión el que da la verdadera medida de la crisis que azota a buena parte de la sociedad vasca y bien haría el Ejecutivo vasco en comprenderlo y asumir que los eslogan y los mensajes en positivo duran tanto como aquellos famosos brotes verdes, y también haría bien en asumir que ligar la suerte de la economía vasca a la de la economía española, como ha hecho el consejero de Industria, Bernabé Unda, no es -pese a la innegable relación- una estrategia, sino un modo de delegar responsabilidades.