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Cálculo de errores

Las reiteradas equivocaciones del Ejecutivo López en su relación con el PNV van más allá de poner en solfa su capacidad y cuestionan la existencia de un interés real por desarrollar acuerdos que la sociedad necesita en la actual situación de crisis

LA cuestión ya no es sólo si Patxi López y su Ejecutivo son o no capaces de no subordinar toda acción de gobierno, y en consecuencia las repercusiones que su actitud pueda tener en el desarrollo de Euskadi, a su particular conveniencia en términos de imagen. Los nueve meses de gobierno socialista han despejado sobradamente ése y otros interrogantes sobre las capacidades del Ejecutivo. Tras el último y enrevesado episodio del documento con los puntos básicos para previsibles acuerdos que se confirmó desde el Gobierno antes de enviarlo al PNV, la pregunta es ya si se trata del enésimo error de cálculo o, peor aún, todo es un cálculo de errores con los que se trata de eludir la oferta de acercamiento que el propio PNV planteó -y que debería servir- para afrontar los graves problemas derivados de la crisis económica que el Ejecutivo no ha sabido afrontar hasta la fecha. Es decir, si Gobierno y PSE no quieren o no pueden, atados como están al PP, pasar de la fotografía que les permite difuminar el carácter frentista del Ejecutivo. Porque ¿es posible desear mayores niveles de encuentro y cometer el error de anunciar el envío del documento -y sus puntos principales- a un medio de comunicación antes de contar con el acuse de recibo? ¿Era ya posible antes de la reunión entre Iñigo Urkullu y Patxi López el pasado 29 de enero buscar ese nuevo nivel de interlocución y arremeter al mismo tiempo contra el interlocutor como hizo reiteradamente José Antonio Pastor en los días previos? ¿O se busca provocar la ruptura? Porque ¿se puede buscar seriamente otro grado de compromiso entre el Gobierno y el principal partido de Euskadi cuando sólo se le ha convocado en dos ocasiones en nueve meses mientras la recesión hacía mella en lo que López denomina "la ciudadanía"? ¿Es factible una aproximación cuando a la primera reunión de julio se acude sin una sola propuesta y en la segunda se aporta únicamente un compendio de iniciativas genéricas? ¿Es creíble cuando se obvian puntos cruciales para la otra parte como el desarrollo y reforma del marco estatutario y el plan global anticrisis, a los que ni siquiera se hace referencia? ¿Es casual que tanto la oferta de acuerdo de estabilidad institucional -a la que, por cierto, no fue ajena la negociación presupuestaria en Madrid- como esta última sobre los problemas más acuciantes del país hayan tenido que surgir unilateralmente del PNV y no de quien tiene la responsabilidad de gobierno? Evidentemente, la más que mermada confianza en la supuesta voluntad de acuerdo del Ejecutivo socialista no puede mantenerse sin que sea el propio López quien dé satisfacción de sus reiteradas equivocaciones en forma y fondo. No hacerlo, culpar al mensajero, sólo ampliaría la sima abierta entre los socialistas y la representación mayoritaria en el Parlamento. López, asentado sobre el PP, quizás lo intente. Pero la sociedad no puede permitírselo. Ni admitirlo.