EL PP siempre ha defendido el Concierto Económico, la foralidad es constitucional, es estatutaria y no hay que tener miedo a defenderla. Que blinden el Concierto o si no que se presenten ellos en Euskadi". La frase, del pasado 29 de setiembre, lleva la firma de Antonio Basagoiti, presidente del PP del País Vasco. Menos de un mes más tarde, el 13 de octubre, después de que el portavoz de Hacienda y Presupuestos de ese mismo partido, Antonio Damborenea, formara parte de la terna parlamentaria que defendió el Concierto en el Congreso, los tres diputados vascos del PP, Alfonso Alonso, Ignacio Astarloa y José Azpiroz, abandonaron el hemiciclo para no votar contra el blindaje del convenio económico entre la CAV y el Estado como el resto de los diputados populares. Al de seis días, Basagoiti afirmaba tajantemente: "Frenaré la oposición al blindaje". Y el 5 de noviembre aún señalaba que "lo contrario sería cuestionar la legalidad". Ayer, sin embargo, Alonso, Astarloa y Azpiroz se plegaron a las órdenes e intereses de su central en Madrid y en el último paso para asegurar la protección jurídica a una de las herramientas básicas del autogobierno vasco, votaron contra la misma. Es decir, el voto de los tres diputados "cuestionó la legalidad" que se especifica en el artículo 41 del Estatuto de Gernika -"las relaciones de orden tributario entre el Estado y el País Vasco vendrán reguladas mediante el sistema foral tradicional de Concierto Económico"- y en el artículo 21: "El derecho emanado del País Vasco en las materias de su competencia exclusiva es el aplicable con preferencia a cualquier otro". Al tiempo, desdecían con su actitud a Basagoiti y negaban esa pretendida defensa de la foralidad y el Estatuto de la que el PP hace gala pública en Euskadi. Pero, siendo todo ello ya merecedor de sanción por parte del electorado, no es menos grave que los tres diputados vascos votaran en contra de los que son, según dicen, sus principios y prefieran, en palabras de Alonso, "tragar sapos" que defender aquellos en una demostración evidente de que el peso de las necesidades e intereses de la sociedad vasca que, en definitiva, les eligió para ejercer su representación es muy inferior en la balanza de su acción política al de los intereses privativos de su partido en Madrid. Como no es menos grave tratar de ofrecer a la opinión pública la falsa alternativa de que el blindaje, tras salir adelante en el Congreso, no será recurrido ante el Tribunal Constitucional cuando los portavoces de otras Comunidades Autónomas no lo han descartado tal y como no tuvo otro remedio que admitir Leopoldo Barreda. El PP, con su voto en el Congreso, ha trocado su política en fábula. Ha mostrado ante la sociedad que su defensa de la legalidad no existe, que el ropaje estatutario es idéntico al traje con que visitó Andersen a El Rey Desnudo.
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