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Los cimientos de la Educación

Un sistema educativo debe estar sustentado en sólidas bases, con amplios consensos entre los partidos y todos los agentes implicados; así ha sido durante treinta años, pero esa dinámica parece estar a punto de quebrarse.

LA comunidad educativa está contemplando con preocupación el escenario que se abre en el sistema de enseñanza vasco con el nuevo Gobierno. La incertidumbre que ha sobrevolado a los diferentes agentes implicados en tan fundamental y, a la vez, delicado servicio público, está dando paso a una serie de certezas que, lejos de traer la tranquilidad, están asentando una peligrosa sensación de desasosiego e, incluso, de indignación. Un sistema educativo debe estar asentado en unas sólidas bases, conformadas a partir del más amplio consenso posible. Consenso político entre las principales fuerzas del país (satisfacer al cien por cien a todo el espectro ideológico sería lo ideal, pero resulta harto difícil) y consenso entre los estamentos que conforman el mundo educativo: el Departamento de Educación; los trabajadores de la enseñanza, representados por sus sindicatos; los alumnos, y los padres de éstos. En los treinta años de autogobierno vasco, las instituciones comunes han ido perfilando un sistema que tal vez no es perfecto, dada la complejidad del propio país, pero que ha estado sustentado en todo momento por la mayoría política, representada en el Parlamento de Gasteiz; la mayoría sindical del sector, y la mayoría social. En buena parte de ese proceso de creación de un sistema educativo propio, el Partido Socialista de Euskadi ha desempeñado un papel protagonista, desde la responsabilidad de dirigir el Departamento de Educación. Esa dinámica, sin embargo, parece a punto de quebrarse en el momento actual. Las últimas declaraciones de la consejera Isabel Celaá han recibido duras críticas por parte de la comunidad educativa y también por los partidos hoy en la oposición en la Cámara vasca. Únicamente el Partido Popular, el socio preferente de Patxi López, parece conforme con los pasos que va dando el Departamento de Educación. En no pocas ocasiones, además, da la sensación de que es el partido de Antonio Basagoiti el que marca los ritmos y el que pone la letra y el espíritu de determinados movimientos. El Gobierno socialista no debería hacerse trampas al solitario. La portavoz del Ejecutivo, Idoia Mendia, no puede decir tras un Consejo de Gobierno que "sólo los partidos políticos" (de la oposición) rechazan sus postulados, para 24 horas después comprobar que las asociaciones de padres, buena parte de los sindicatos y diversos sectores del sistema privado y concertado le enmiendan la plana. El PSE no puede tampoco autoengañarse o engañar a la sociedad con el espejismo que supone su presencia en el Gobierno vasco. López preside el Ejecutivo gracias al apoyo del PP y a una Cámara trastocada por la Ley de Partidos. No ganó las elecciones y su alianza no representa a la mayoría de la sociedad. Edificar un sistema educativo sobre esos cimientos es una auténtica irresponsabilidad.