Antes de que sea demasiado tarde
Ante la dramática amenaza de los piratas, sólo cabe la solidaridad con las familias y el inmediato traslado a África de los dos detenidos, por más que Defensa asegure que su situación procesal "no es negociable"
nO cabe duda de que la sociedad vasca ha vuelto, y volverá a dar hoy, una lección de solidaridad y sentido común a muchos gobernantes y jueces incapaces, desde sus mal entendidas atalayas, de entender el verdadero valor de la justicia y la vida humana. Bermeo se llenará de nuevo de solidaridad en respuesta a la convocatoria de los familiares de los tripulantes del atunero Alakrana secuestrados en Somalia, ante la sucesión de despropósitos cometidos y que está derivando en una situación límite con 36 vidas en juego. Los oídos sordos del Gobierno español a la advertencia del PNV en el Congreso sobre la protección a los atuneros en el Índico, la esperpéntica operación militar con dos piratas tiroteados y detenidos, la garzonada de hacerlos trasladar a la Audiencia Nacional, el circo de la minoría o mayoría de edad de uno de ellos, las lamentables declaraciones de la consejera vasca de Pesca, el silencio y ausencia de Zapatero y López y la falta de información agravada por falsas esperanzas a las familias de los secuestrados, han convertido en calvario estos 37 días para la tripulación del atunero y para sus familias, más aún cuando del secuestro se ha pasado a la amenaza de muerte al plantearse la devolución a plazo fijo de los dos piratas detenidos como condición para la liberación. Ayer, un portavoz del Ministerio español de Defensa afirmaba que la situación de los dos piratas en manos de la justicia española "no es negociable" o, lo que es lo mismo, que los secuestradores cumplan o no sus amenazas es cosa de ellos, porque la justicia española no va a ceder. Esta falsa dignidad, este empeño en demostrar firmeza -el Estado no debe ceder al chantaje, proclaman- resulta una lamentable exhibición de hipocresía y grandilocuencia, cuando está más que probado que lo que aquí se está negociando es el pago de un rescate y en esta operación supuestamente ilegal participan directamente tanto el armador como el Gobierno español ya que el que preside Patxi López parece limitarse a hacer de recadista. Tal como se han puesto las cosas, y teniendo en cuenta la catadura de los secuestradores somalíes, la Audiencia Nacional no tiene otra salida que acelerar los trámites para devolver a África -a Kenia, si no es posible hacerlo a Somalia- a los dos detenidos reclamados por los secuestradores. Suponer que lo que los piratas pretenden con su ultimátum es variar al alza las cifras acordadas para el rescate y cruzarse de brazos porque todo puede ser una maniobra, corre el riesgo de acabar en el cumplimiento de la amenaza y añadir la muerte al secuestro. Entonces ya será tarde, llegarán el luto y el llanto y quedará abierto el capítulo de exigencia de responsabilidades, que deberá ser implacable. Actuar ya y evitar lo irreparable es precisamente el grito unánime, sincero y solidario que se escuchará este mediodía en el Puerto Viejo de Bermeo: "Gure arran- tzaleak askatu!".