De sonrisa eterna y elegancia dentro y fuera de la cancha, Eli Pinedo es una de esas personas que, después de darlo todo con el balón en la mano, buscó la manera de seguir viviendo unida a un deporte que lo ha sido todo para ella. Y lo consiguió. Ha encontrado en los micrófonos de comentarista la manera perfecta de seguir siendo referente del balonmano. Desde que se retiró en 2016 tras los Juegos de Río no ha parado. Comenta los partidos en RTVE con el objetivo de acercar el balonmano a la gente, durante dos años ejerció como asesora del Gabinete de Presidencia en el Consejo Superior de Deportes, presenta eventos, da conferencias... Y siempre con esa sonrisa. Eso por no hablar de su título en Pedagogía por la UPV y su Máster en Periodismo Deportivo.

Sus números son apabullantes: dos platas en Campeonatos de Europa (2008 y 2014); un bronce en un Campeonato del Mundo (2011); otro bronce en unos Juegos Olímpicos (2012). Seis ligas, cuatro Copas de la Reina, cinco Supercopas, una Copa EHF. Más de 200 partidos con la selección, 438 goles con la camiseta estatal, más de 250 tantos en competiciones continentales y 1.167 dianas con el Bera Bera. ¿Alguien da más?

De Amurrio a Dinamarca... y vuelta

Elisabeth Pinedo Sáenz nació en la localidad alavesa de Amurrio en 1981. Nacieron ella y Patricia… su hermana melliza (melliza, que no gemela, aunque sean como dos gotas de agua). De txikis ambas estudiaron música en el conservatorio, algo que le hacía especial ilusión al aita de Patri y Eli, que es músico. Pero a los once años se toparon con el balonmano, y las dos se engancharon a este deporte. Así que las hermanas dejaron la música... y le dieron un disgusto a su aita. Destacaron pronto en cadetes y juveniles, categoría en la que un árbitro se equivocó en una ocasión y expulsó a Patri en vez de a Eli porque las confundió. 

A los 18 años, las dos dejaron Amurrio para irse al Bera Bera de Donostia. Poco después Eli dio el salto a jugar en Valencia, de allí al Itxako y después de tres temporadas hizo las maletas a Dinamarca para jugar en el HC Odense. “Fue un año muy bueno deportivamente, pero quería volver a mi tierra. Recibí varias ofertas para quedarme, pero no quise ni escucharlas porque sabía que iban a triplicar la oferta económica española pero yo sacrifiqué lo económico por ser feliz. Me daba igual cobrar menos”, reconoce Eli en declaraciones a un medio de comunicación. Y es ahí cuando llegó el regreso al Bera Bera.

Melliza, compañera, amiga...

La relación de Eli con su hermana Patri ha sido siempre muy especial. Las dos han jugado muchos años juntas también en la selección. Para Patri, “Eli ha sido un apoyo incondicional, más aún cuando compartíamos vestuario: fue bonito vivir con ella esos momentos inolvidables”. Se ha podido comprobar en multitud de ocasiones esa conexión especial que tanto caracteriza a las mellizas, aunque no pudieron explotarla tanto como hubiesen deseado porque jugaban en demarcaciones distanciadas. “Hemos vivido experiencias inolvidables juntas”, asegura Patri.

Vivir del balonmano, un privilegio

La alavesa goza de un gran prestigio en el mundo del balonmano que se ha ganado a pulso. Durante su carrera profesional jugó en el extremo izquierdo y fue una jugadora clave en la Selección estatal, con la que consiguió logros como la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y el tercer puesto en el Campeonato Mundial de 2011.

Pero puede que uno de sus grandes logros, mayores que los deportivos, sea que tras su retirada del deporte profesional consiguiera seguir vinculada al balonmano y al mundo del deporte. Con los pies en la tierra, Eli Pinedo ha declarado en más de una ocasión que se siente privilegiada por haber podido vivir siempre de su deporte y haber cotizado a la Seguridad Social. También, de haber disputado dos Juegos Olímpicos. “La victoria ante Corea en Londres que nos dio el bronce fue tan sufrida que supo a oro. Los Juegos son mágicos porque todos los deportes son iguales, no diferencian entre mujeres y hombres y el fútbol no hace sombra al resto”. En Río, donde cayeron en cuartos ante Francia, disputó su último partido antes de retirarse y tal vez uno de los más amargos. Las Guerreras iban con expectativas de podio... y no fue así. La alavesa estuvo dos días llorando sin parar y pensando que no iba a jugar más a balonmano. 

Una adiós muy meditado

Tomar la decisión de despedirse fue duro, y después de Rio más, pero ella estaba convencida de que era el momento de pasar página pese a que físicamente estaba muy bien. Pensar que no iba a volver a jugar con la selección fue duro, sobre todo porque eran una piña, como una familia. 

Sigue en contacto con un deporte que le apasiona, aunque ahora detrás de un micro, como comentarista de la selección, pero también en las competiciones estatales. “Paso más nervios que cuando jugaba”, ha declarado entre risas afirmando que entonces tenía los nervios a flor de piel, pero con la tensión propia de la competición había aprendido a tenerlos controlados. Ahora, detrás de los micros la cosa cambia, y esa impronta de deportista queda clara en la expresividad con que narra cada de una de las jugadas. Trata de buscar el equilibrio para atraer tanto al que no ha visto nunca balonmano como al que lo sigue. “Mi objetivo es que cada vez más gente se ponga en su casa los partidos de balonmano y transmitir esa pasión que siento por el deporte”.

Las retransmisiones deportivas de los partidos de la liga femenina de balonmano se han convertido en algo más que habitual en la televisión, pero no siempre fue así, y la propia Eli recuerda cuando ella colgaba los enlaces de los partidos en sus redes.

Conocida por el gran público

Su papel en la selección, su simpatía y su alegría fuera y dentro de las canchas le han permitido ser reconocida por el público en general, no solo por los aficionados al balonmano. Eso mismo le ha abierto las puertas de espacios destinados al gran público como el programa Invictus: ¿Te atreves? de Televisión Española que estuvo en antena el verano pasado. Se trataba de diferentes pruebas en las que se enfrentaba el equipo rojo, compuesto por Susi Caramelo, Joan Capdevila y Pablo Puyol, y el equipo azul, formado por David Fernández, José Manuel Pinto y Mónica Cruz.

La deportista hizo su aparición en la prueba Balón asesino, llevando la medalla que ganó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 para hacer un guiño a Pinto y Capdevila, que en alguna ocasión han llevado sus premios. Confesó que es muy competitiva y que echa de menos la competición: “Es algo que nunca vuelve cuando te retiras y aunque después busques otras cosas que te inquieten y te gusten, competir a mí me encantaba”.