"La novela busca romper con los estereotipos de la Inquisición y la brujería”, sostiene Elvira Roca Barea, que presentó su novela en el Museo de las Brujas de Zugarramurdi, aldea navarra que entró en la historia por los hechos que sucedieron en el territorio de Xareta hace unos 400 años, entre 1609 y 1614. En sus cuevas tuvieron lugar los supuestos akelarres que dieron pie a los acontecimientos que marcaron un hito decisivo para la historia de la brujería y de la Inquisición. Mujeres, hombres y niños, muchos de Zugarramurdi, fueron acusados y condenados en el mayor proceso de brujería que ha conocido la historia. Si bien las enormes críticas suscitadas obligaron al Santo Oficio a cambiar sus métodos, el nombre de Zugarramurdi quedó vinculado a la brujería para la posteridad. “Lo sorprendente y extraordinario del caso de Zugarramurdi es que dio lugar a un cambio legislativo en el seno de la Inquisición; no despenalizó la brujería, lo que hizo fue negar su existencia”, explica Roca Barea en la Cueva de las Brujas, el lugar más conocido de Zugarramurdi y el centro neurálgico de su historia.

Al mentar brujas y brujos parecería que habláramos del más allá, pero después de leer su libro la impresión es que estamos hablando realmente del más acá. ¿Es así?

Sí, porque nos estamos refiriendo a un problema social y estamos hablando de la realidad; porque, aunque la creencia en la brujería es algo que se da siempre en todas partes, también es cierto que en todas partes siempre es falso. Es decir, la brujería no es verdad; lo que sucede es que a través de la brujería y de su falsa creencia se camuflan y manifiestan muchas otras cosas, muchos otros problema.

A principios del siglo XVII había brujas en todos los sitios (Andalucía, Valencia...). ¿Por qué adquirió fama y trascendencia histórica en el imaginario popular este caso?

Como en España y en Francia, hubo brujas en todas partes, como hoy las hay en Australia. El caso de Zugarramurdi se hizo famoso por el efecto conjunto de dos publicaciones, la de Pierre de Lancre, con la obra Tableau de l’inconstance, que fue una suerte de best-seller de este juez francés que se ocupó de la persecución de las brujas en la Navarra francesa. Y luego, en la zona española, se publicó lo que se llama el panfleto de Mongastón, que también se vendió como rosquillas. A los libros se sumó que Lancre se adornó en el suyo con unos grabados que fueron espectaculares y que dieron una fama extraordinaria a este caso.

"Con la brujería y su falsa creencia se camuflan otros problemas”

Las brujas y el inquisidor, muchos aspectos tienen poco que ver con creencias religiosas o satanismo. ¿Qué importancia tuvieron los movimientos del Reino de España y Francia sobre lo que había sido el Reino de Navarra?

En los casos de brujería que sucedieron a un lado y al otro de la frontera, bajo el conflicto religioso subyace otro latente que es el de la rivalidad entre España y Francia por el control de Navarra. Esto se puede ver cuando las situaciones se enconan; es entonces cuando aparecen más casos de brujería y están relacionados. Ahora bien, no sabemos hasta qué punto y de qué manera. Esto ya es muy difícil de determinar.

Las delaciones son constantes, tanto como el desdecirse y acusarse mutuamente. ¿Tuvo que ver con rencillas personales, familiares, de clan y para hacerse con los bienes del otro?

Totalmente. Eso es así. Además, todos los casos de brujería responden a una especie de pauta que se repite una y otra vez, pero no solo en Zugarramurdi, sino también en otros lugares como Salem, Massachusetts... Suceden siempre en una comunidad pequeña donde las relaciones familiares y vecinales son siempre muy estrechas. Arranca de personas muy jóvenes, mujeres y hombres muy jóvenes, a veces niños, un aspecto muy importante; después empiezan las acusaciones cruzadas y ahí aflora todo lo que en una comunidad pequeña se ha ido enconando a lo largo años y décadas: disputas vecinales, herencias, cuestiones amorosas, quién le quitó el novio, por qué se quedó con las tierras que tu querías comprar… Esto sigue existiendo y todos aguardan ese momento en el que, digamos, es posible vengarse de quien te hizo daño de alguna manera. Es un conflicto endiabladamente difícil.

Hay un factor importante, Enrique III primero fue hugonote como rey en Navarra, pero luego se convirtió al catolicismo para ser rey de Francia. ¿Tienen relación con la búsqueda de brujos que también había en Europa estos enfrentamientos entre hugonotes y católicos?

Enrique IV de Francia primero fue Enrique III de Navarra y el enfrentamiento entre hugonotes y católicos tuvo mucho que ver, como el enfrentamiento entre luteranos y calvinistas. Es decir, que ese todos contra todos en un enfrentamiento religioso, desencadenaron en ese momento las guerras de religión en toda Europa, excepto en algunos pocos territorios. Pero la conflictividad religiosa fue tremenda y donde fue más virulenta, también las persecuciones de brujas y brujos y los casos de brujería fueron más abundantes.

Elvira Roca es licenciada en Filología Clásica y Filología Hispánica y Doctora en Literatura Medieval. Juan Mari Okindol

A la hora de enjuiciar las actividades de estas personas. ¿Tenía que ver el control y la represión cultural y religiosa contra de las prácticas de un pueblo que tenía tradiciones diferentes?

Esto tiene que ver con otras cosas. No se persigue la brujería porque de repente aparece un señor y la persigue, sino porque hay denuncias. Ese aspecto lo solemos olvidar. Es la gente la que acude a los tribunales a denunciar a sus vecinos, a sus primos, a denunciar a los de las casas de enfrente. Esas denuncias, a veces, son por crímenes horrorosos, atroces, por asesinatos atroces etc. Es evidente que la justicia, en el caso de España la civil y la inquisitorial, tenía que hacer algo, porque si no se producían linchamientos en la montaña.

¿El hecho de que la gente se expresara en euskera (difícilmente sabían castellano) permitió que los juicios en Logroño fueran mínimamente justos o cercanos a ser justos?

Siempre solía haber un intérprete y en los juicios en Logroño, que era la sede, era más fácil que hubiera intérprete. Además, en ese momento ya hay muchas generaciones de jesuitas que estaban disponibles, en el sentido de que tenían formación, normalmente hablaban el vascuence, el español y el latín. En el momento en el que realmente empieza a cundir la predicación contra la creencia, porque no es la predicación contra la brujería, si no la predicación contra la creencia, son los jóvenes jesuitas de Bizkaia los que se desparraman por la montaña, a los pueblos, a las aldeas, porque son los que hablan el vascuence.

Había brujos hombres, pero muchas más eran mujeres. ¿Es una manifestación de dominio de las posiciones sociales entonces preminentes?

Había muchísimos casos de hombres brujos, muchísimos; realmente no sé si hay más mujeres brujas. No sé por qué hemos focalizado tanto en el hecho de las mujeres. Seguramente sea porque no nos hayamos acostumbrado a ver a las mujeres haciendo algo que socialmente llama la atención y en este caso focalizamos el asunto en las mujeres, pero hay gran número de casos de brujería relacionados hombres. 

Llama mucho la atención la gran presencia de niños a los que se les acusaba de estar embrujados. 

En los casos de brujería, lo de los niños es terrible porque son muy fáciles de manipular. Por ejemplo, el caso de las monjas de Zeberio en 1555, un pleito que se conoce completo, desde el principio hasta el final; es como un microcaso comparado con el de Zugarramurdi y por tanto mucho más fácil de contar y entender en todo su contexto y evolución que el macrocaso de Navarra, dificilísimo de contar entero. ¿Cómo empieza en Zeberio? Con una niña que se presenta ante el juez y denuncia que le han hecho bruja. A partir de ahí arrancan un montón de casos de brujería, porque los niños son muy impresionables, porque les cuentas una historia y se la creen. Después, si se han impresionado, sueñan con ella y no distinguen entre el sueño y la realidad. A partir de ahí se genera una histeria colectiva tremenda realmente difícil de controlar.

"La justicia tenía que hacer algo, se daban linchamientos en la montaña”

El título ya marca el camino. Habla del Inquisidor como una persona que impone razón. ¿Se puede hablar de un inquisidor justo que juzga creencias o esto solo se consigue enmarcándolo en el contexto histórico y geográfico?

Es que no juzgaba pensamientos y creencias. En las acusaciones de los primeros casos, las denuncias ya son espantosas, crímenes terribles que incluyen el haber matado niños. No juzga solo emociones y sentimientos, sino muertes, infanticidios, cosas horrendas, tremebundas. No se trata solo de hechicerías, mal de ojo, vuelos nocturnos o tratos carnales con Lucifer, los hay que confiesan atroces asesinatos y la utilización sistemática de niños como acólitos del Gran Cabrón. El Inquisidor juzgaba esto y tal como lo juzgaba el Inquisidor lo hacían los juzgados civiles; en Zeberio son los tribunales civiles los que juzgan los casos de brujería. Lo sorprendente y extraordinario del caso de Zugarramurdi es que dio lugar a un cambio legislativo en el seno de la Inquisición; no realizó una despenalización de la brujería, sino la negación de la existencia de la brujería. Por lo tanto, como esto es mentira, no puede haber casos y acusaciones sobre la base de la brujería. Más tarde, esta legislación que en 1614 desarrolla la Inquisición por el derecho de jurisdicción de estos casos, la pleitea durante varios años Alonso de Salazar. Es decir, cuando la Inquisición empieza a no cursar las denuncias, éstas se acumulan en los tribunales civiles y la Inquisición interviene para impedir que actúe la Justicia civil pleiteando por la jurisdicción. Finalmente, tras el caso de Pancorbo, donde se condenó a muerte a 9 personas, más que en Zugarramurdi, el Consejo de Castilla y su corte suprema con Alonso de Salazar, paralizó para siempre la actividad de los tribunales civiles en esos asuntos y solo la Inquisición podía juzgar; pero como la Inquisición ya no juzgaba ese asunto, se acabaron los juicios por brujería para siempre.

La brujería da la impresión de que más tramar contra los principios cristianos era una especie de manifestación heterodoxa de la propia cultura. ¿Es así? 

En absoluto. Esto ocurre aquí y sucede en Suecia. En esa época, la persecución que conocemos con el nombre de caza de Brujas, que es un fenómeno estricto de la modernidad, se da en toda Europa occidental, fundamentalmente allí donde hubo más conflictos religiosos. No sucedió antes. Aunque todos proyectamos una imagen medieval del asunto de las Brujas quemándose, eso es mentira; la persecución de las brujas no comienza hasta muy al final del siglo XV.

Cuando se está en la cueva de Zugarramurdi se entiende mejor que aquello podría ser un lugar de festejo, de un cierto libertinaje sexual, casi como una romería libertaria sin corsés sociales… ¿No sería un guateque al aire fuera de las miradas del cura, del corregidor y de las mentes bien pensantes? 

Estoy segura de que, como dices, había toda clase de reuniones con bailoteos y todo lo que encarte, pero eso había ocurrido igual cien, doscientos o trescientos años antes. El asunto aquí es por qué se produce ese fenómeno de persecución en este concreto lapso de tiempo y porqué se produce esa especie de histeria colectiva de caza de brujas en toda Europa. 

Personal

Lugar de nacimiento: El Borge (1966), en la Axarquía, Málaga.

Formación académica: Licenciada en Filología Clásica y Filología Hispánica. Doctora en Literatura Medieval. 

Experiencia académica: Profesora de latín y griego, literatura española e historia del mundo hispano en varias universidades estadounidenses y europeas. Ha trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Profesora de Instituto en la enseñanza pública.

Conferenciante y articulista: Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas como el Anuario de Estudios Medievales, Helmántica: revista de filología clásica y hebrea o la Revista de Filología Española. Colabora en varios diarios del Estado.

Publicaciones y premios: Imperiofobia y leyenda negra, uno de los ensayos de historia más exitosos de los últimos tiempos y 6 relatos ejemplares 6. En 2018 Medalla de Andalucía y Medalla de Honor de San Telmo. Premio Los Libreros Recomiendan, otorgado por el Gremio de Libreros de España; en 2019 Premio Héroes Olvidados, concedido por la Fundación Blas de Lezo; en 2022, Premio 1812, otorgado por el Club Liberal de Cádiz; y Premio Bernardo de Gálvez. Su obra Fracasología consiguió el Premio Espasa en 2019. Su última novela Las brujas y el Inquisidor (Ed. Espasa) ha sido galardonada con el Premio primavera de Novela 2023.