Melenas al aire sin velo, faldas y una clara relajación en las estrictas normas de vestimenta femenina. Ese es el legado de Mahsa Amini en la República Islámica de Irán tres años después de su muerte bajo custodia policial tras ser detenida por no llevar bien puesto el hiyab.
Testigos presenciales afirmaron que la llamada policía de la moral la introdujo por la fuerza en una furgoneta, la golpeó y se la llevó al centro de detención de Vozara, en la capital iraní, según denunció Amnistía Internacional (AI).
La muerte de la joven kurda de 22 años cuando visitaba Teherán el 16 de septiembre de 2022 provocó unas protestas de marcado tono feminista en las que jóvenes iraníes pidieron el fin de la República Islámica al grito de “Mujer, vida, libertad”.
Las protestas fueron aplastadas con una represión estatal que causó al menos 500 muertos y 22.000 detenidos, pero su espíritu permanece en la actualidad con una suerte de desobediencia civil ante la que el Gobierno del régimen parece haber tirado la toalla, por el momento.
Muchas iraníes han dejado de usar la prenda islámica tras las protestas a pesar de una represión que conllevó detenciones, latigazos e incautación de vehículos, pero que no logró sus objetivos y ha llevado a cierta relajación de las presiones.
“Que hayan desaparecido las patrullas de la policía de la moral de las calles y se relajaran las medidas contra quienes no llevan velo es un logro absoluto de la resistencia de las mujeres y se lo debemos en gran parte a Mahsa Amini”, comenta la arquitecta de 27 años Niloofar. “Mahsa cambió la historia de Irán”, asegura esta vecina de Teherán, que no usa velo.
La joven considera que “se ha relajado el ambiente” y ahora siente “un poco más de espacio” aunque “no una libertad plena” para las mujeres en el país persa.
Gobierno reformista
Ese “espacio” se debe en parte al Gobierno del presidente reformista, Masud Pezeshkian, que paralizó en el mes de diciembre pasado una ley que endurecía las penas por no usar el velo y un mes después anunció que no se tomarían medidas contra las mujeres que no se cubren el cabello, en medio de las críticas de sectores conservadores.
El Ejecutivo reformista –facción política que busca una apertura social– trata además de legalizar la emisión de permisos de conducir motocicletas a mujeres, algo prohibido desde el establecimiento de la República Islámica en 1979.
“Con Pezeshkian en la presidencia hay un discurso más moderado. Si hubiera continuado el mandato de Raisí (el anterior presidente de marcado carácter ultraconservador), creo que todo sería más duro para las mujeres que quieren ser libres”, dice Niloofar.
En las calles de Teherán es perceptible que las mujeres se sienten un poco más libres con melenas descubiertas y ropas más modernas, pero muchas féminas consideran que se trata tan solo de un pequeño logro que no se sabe cuánto durará.
“Creo que seguimos bajo vigilancia y tal vez más tarde, no sé si durante el actual gobierno, vuelvan a cargar contra las mujeres”, teme Sahar, dependienta de 39 años de una tienda de maquillaje.
La mujer recuerda como durante el gobierno del primer presidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005) hubo más libertades para las mujeres, pero con el siguiente ejecutivo, el del conservador Mahmud Ahmadineyad (2005-2013), se establecieron las temidas patrullas de la moral.
“Mientras no haya una ley que otorgue la libertad de vestimenta a las féminas, no habrá una garantía real de que la represión no se repita”, opina Sahar.
Inicio del despertar
Para la ingeniera de software de 41 años Parisa aún queda mucho por delante dadas las limitaciones que la República Islámica impone a las mujeres, como supone tener derecho a la mitad de herencia y necesitar permiso del marido para trabajar o estudiar, entre otros.
“El trágico asesinato de Mahsa fue el inicio de un despertar”, considera esta mujer, que cree que hay que seguir peleando por más derechos.
Pocos días antes del aniversario de la muerte de la joven kurda, su padre Amjad Amini la recordó en una publicación en redes sociales.
“Tu nombre todavía está en labios de la gente… tiene un lugar en cada corazón”, escribió Amjad Amini en un post publicado en su cuenta de Instagram. Algo que es cierto para muchas mujeres iraníes.
El apunte
Cierre de un café en Teherán. Coincidiendo con el tercer aniversario de la muerte de Masha Amini, en las últimas semanas se han multiplicado en Irán los cierres de cafés y restaurantes en varias ciudades del país. El último clausurado por la policía iraní ha sido el café-restaurante Kariz, en la capital Teherán, por servir supuestamente bebidas alcohólicas y permitir el baile de mujeres en público, prácticas prohibidas en Irán desde la Revolución Islámica de 1979 y que se castigan con multas, latigazos e incluso penas de cárcel.