Hace ya años que nuestros lectores reciben desde estas líneas detalles de la senilidad del expresidente Biden, algo ya evidente cuando fue elegido en 2020 y confirmado constantemente a lo largo de su estancia en la Casa Blanca.
Igual que millones de personas, lo que esta corresponsal pudo ver y recogió en sus crónicas permaneció oculto para quienes más contacto tenían con Biden, es decir, los medios informativos acreditados ante la Casa Blanca, así como los principales colaboradores presidenciales, quienes trataban directa y diariamente con él.
Al menos, esto es lo que nos quieren hacer creer, tanto los periodistas como los funcionarios. Un libro recién publicado, escrito por dos corresponsales de la televisión CNN (Jake Tapper y Alex Thompson) acreditados ante la Casa Blanca, Pecado original: el declive del presidente Biden, cómo se ocultó y su desastrosa decisión de renovar candidatura explica que las señales de las limitaciones de Biden, evidentes para millones de personas que tan solo lo veían en unos pocos actos públicos transmitidos por televisión, no fueron captadas por su entorno, que permaneció convencido de la agudeza mental y capacidad directiva de su octogenario presidente.
Es imposible creer semejante incongruencia, pero estos dos periodistas, así como otros que informaban desde la Casa Blanca, nos explican ahora que su aversión por Trump era tal, que había ofuscado su visión y entendimiento, hasta el punto de considerar preferible que los dispositivos de control nuclear estuvieran bajo la vigilancia de un presidente senil que del millonario expresidente Trump.
Al ocupante de la Casa Blanca lo acompaña en todo momento un maletín con las claves para desencadenar una aniquilación nuclear y tanto los medios informativos como el entorno de Biden preferían que estuvieran en manos de un hombre con limitaciones mentales que bajo el control de un personaje vulgar y excéntrico como Trump.
Es algo que ahora reconoce la mayoría de los colaboradores del entorno de Biden quienes, al igual que los autores del libro, cobraron elevados sueldos en los años dedicados a informar o trabajar desde la Casa Blanca ocupada por Biden.
Los autores pueden esperar ahora buenos beneficios de las ventas de un libro que presenta como gran revelación lo que resultaba obvio a millones de personas.
Ni Tapper ni Thompson perderán su lucrativo empleo sino que, por el contrario, aprovechan la tribuna que les ofrece la televisión para atraer lectores que pueden comprar su libro.
Eso sí, reconocen que estaban algo ofuscados y no dieron la información adecuada. Es algo que les cuesta más reconocer a los funcionarios más próximos a Biden quienes, igual que los periodistas, fallaron en su misión: los unos de dirigir al país por sendas seguras y los otros de informar a través de sus medios que, en vez de transmitir informaciones, quedaron convertidos en maquinarias de propaganda.