Edificios destruidos, vehículos quemados, manchas de sangre y un mar de casquillos en las calles, así luce la ciudad israelí de Sderot, la más cercana a Gaza y liberada por el Ejército después de tres días de cruentos combates con milicianos palestinos que se infiltraron el sábado y masacraron a unos cuarenta residentes.

Esta ciudad de casi 30.000 habitantes se ha convertido en un pueblo fantasma en el que reinan la destrucción y el silencio. Lo único que se escucha es el sonido de las alarmas antiaéreas, de los todoterrenos atestados de soldados, las intercepciones de cohetes lanzados desde Gaza, los feroces bombardeos israelíes en la Franja y de las máquinas excavadoras que intentan demoler los restos de lo que alguna vez fue la estación de Policía de Sderot.

Por las calles circulan escasos residentes, todos con miedo, muchos con la mirada perdida y otros paseando a sus perros, intentando que no laman la sangre de los muertos, aún húmeda en las aceras.

“No tengo a dónde ir. No tengo familia, solo a mis hermanos que también viven aquí. No tengo dinero para pagarme un hotel. Estamos entrando y saliendo todo el tiempo de los refugios porque nos dicen que hay terroristas o suenan las sirenas”, relata Ofer, israelí de unos 50 años que tiene miedo de revelar su apellido y su edad exacta por temor a ser identificado por el movimiento islamista Hamás.

El sábado por la mañana, Ofer vio desde su ventana como una columna de milicianos del grupo palestino se dirigía hacia la comisaría, acribillando a todo aquel en su camino. Ante este panorama, la mayoría de los residentes de Sderot abandonó la ciudad y no saben cuándo podrán volver, tras iniciar Israel una fuerte contraofensiva, alcanzados por las fuerzas de seguridad tras infiltrarse en los últimos días. Además de la desesperación y el miedo, en Sderot abunda también el enojo. Enojo con las fuerzas de seguridad, que tardaron en llegar y con los políticos.

“Aquí la mayoría somos votantes de la derecha, pero yo estoy furioso con Netanyahu, que dejó crecer a Hamás. Podríamos haber terminado con ellos desde el principio, cuando construyeron el primer cohete”, afirma Moshe Hasón, israelí de 62 años y residente de Sderot. Hasón pasó ocho horas encerrado en el refugio de su casa con el comienzo del ataque de Hamás el sábado. Desde entonces, dos cohetes han impactado en su vivienda y ha salido a pedirle soluciones a la Policía. “Esto es peor que la Guerra de Yom Kipur (1973), se siente mucho peor. Era el momento que más temíamos”, describe sobre la magnitud de la situación actual, y reconoce que lo único que quiere es irse de la ciudad y del país pero que no puede porque uno de sus hijos está enfermo.

En corto

Ministro de Economía. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguraron ayer que el ministro de Economía designado por Hamás en la Franja de Gaza ha muerto en el marco de una serie de ataques llevados a cabo por el Ejército israelí.

Cuatro muertos en una playa. El Ejército de Israel anunció ayer la muerte de cuatro “terroristas” en la playa de Zikim, situada cerca de la frontera con la Franja de Gaza, en el marco de los combates desencadenados por la ofensiva lanzada el sábado por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) desde el enclave palestino.

Movilización árabe. El movimiento islamista Hamas ha convocado una gran “movilización general” del mundo árabe este viernes en apoyo al pueblo palestino, en plena guerra entre Israel y las milicias de Gaza. “Será el viernes de la tormenta de Al Aqsa”, señala un comunicado leído en la radio oficial de Hamás, en referencia al nombre con el que el grupo ha bautizado esta operación que comenzó con un brutal ataque múltiple contra Israel el sábado.