En 1868, Powell organizó una expedición con diez cazadores, tramperos y veteranos de guerra, para explorar el río Colorado desde una de sus fuentes en las montañas Wind River, Wyoming, hasta su desembocadura en el golfo de California. 1.700 kilómetros. Salieron de Green River Station el 24 de mayo de 1869, en cuatro pequeñas canoas. Cien millas río abajo, uno de los botes se hundió en los rápidos de Lodore Canyon, Utah, y perdieron los instrumentos científicos y aproximadamente una cuarta parte de las provisiones. A pesar de ello, el grupo alcanzó el río Colorado y penetró en el Grand Canyon el 5 de agosto. Aquellas agresivas aguas se bebieron buena parte de las pocas provisiones que les quedaban y una segunda canoa. El 28 de agosto, tres de los exploradores abandonaron la expedición para dirigirse al asentamiento más cercano, a 120 kms de distancia. Los tres murieron a manos de guerreros Numu. Al día siguiente, Powell canceló la expedición en la confluencia de los ríos Virgin y Colorado, 70 kms al este de lo que hoy es Las Vegas. Habían recorrido casi 1.000 kms.

Diez años después dio a conocer los resultados de sus investigaciones en un informe sobre las condiciones para el sostenimiento de la vida en el Oeste de los Estados Unidos, Report on the lands of the arid region of the United States. Y trazó su línea, el meridiano 100, un lindero longitudinal que desde Uvalde en el sur de Texas hasta Rugby al norte de Dakota divide quirúrgicamente las praderas del Este de las llanuras del Oeste. Powell predijo que las condiciones climáticas no eran adecuadas para poblar el Oeste y 150 años después esto sigue siendo cierto. Dos años más tarde, el presidente James A. Garfield lo nombró director del Servicio Geológico de los Estados Unidos.

En la costa del Pacífico los vientos soplan desde el oeste y, cuando estas brisas cargadas de nubes tropiezan contra las montañas de la costa (las sierras de Cascade, Klamath, Transverse Range y Peninsular Range) descargan su agua en la estrecha franja del litoral, entre Los Angeles y Seattle. La poca humedad que logra atravesar esta primera barrera de montes choca contra la Sierra Nevada, un colosal muro de granito que bloquea el paso de las nubes y genera una “sombra de lluvia” más allá de estas montañas: un área reseca que se extiende cientos de kilómetros al este. 1.000 kilómetros más allá de la sierra, la poca humedad restante se detiene ante las Rocosas y genera una nueva “sombra de lluvia” hasta el meridiano de Powel. Las húmedas corrientes de aire del Atlántico no alcanzan el Medio Oeste y los vientos que soplan del Golfo de México hacia el interior del continente arrastran sus huracanes hacia el noreste. Todos ello, combinado con altas temperaturas y la elevación del Great Basin, han contribuido a secar el Oeste.

Esta barrera climática restringe severamente la diversidad del ecosistema. Según los datos del Servicio Forestal, en los Estados Unidos conviven unas 640 especies de árboles, 186 de las cuales son endémicas. Al este del meridiano 100, se da una media de 70 a 138 especies de árbol por condado, mientras que al oeste de dicha divisoria, difícilmente se llega a 40 por condado. Por ejemplo, la ausencia de árboles de hoja ancha en el Oeste se debe a la falta de precipitación y a las altas temperaturas.

Los seres humanos también formamos parte del ecosistema, por lo que, al igual que las plantas, el 80% de la población de los Estados Unidos vive al este de dicho meridiano. Del 20% de la población que habita al oeste del meridiano, casi un 63% reside en la costa del Pacífico, desde San Diego en el sur de California hasta Seattle al norte del estado de Washington. Esto significa que en el área comprendida entre el meridiano 100 y la franja costera del Pacifico, una superficie de 3,3 millones de km2 (más grande que la India, un tercio del territorio de la república) viven escasamente 30 millones de personas (9% de la población). Más aún, más del 50% de estas personas (15 millones) viven en ocho grandes ciudades, El Paso (Texas), Tucson y Phoenix (Arizona), Las Vegas (Nevada), Alburquerque (New Mexico), Denver (Colorado), Salt Lake City (Utah) y Boise (Idaho). El Great Basin es una de las zonas menos pobladas del planeta.

Powell adelantó en 1890 que, excepto la estrecha costa del Pacífico, “todo el territorio al oeste del meridiano 100 o 99”, era demasiado árido como para ser propiamente cultivado y habitado. Según sus cálculos, en las mejores circunstancias, no más del 3% de este suelo podía ser sembrado. Modernas técnicas de irrigación apenas han podido elevar esa proporción. En algo más de un siglo, la superficie de regadío en la república ha pasado de unos 12.000 km2 en 1890 a más de 234.000 km2 en 2017. Los 17 estados del Oeste y el Medio Oeste contienen casi las tres cuartas partes de las tierras agrícolas irrigadas del país (162.000 km2 o aproximadamente el 5% del área total del Oeste y el Medio Oeste).

Para evitar problemas sobre el control y gestión del agua, Powell propuso que las fronteras de los estados del Oeste se demarcaran según criterios científicos, teniendo en cuenta los recursos acuíferos en la zona. Pero nadie le oyó en el Congreso. En una conferencia sobre irrigación de 1883, Powell exclamó: “Caballeros, están acumulando una herencia de conflictos y litigios sobre los derechos al agua, porque no hay suficiente agua para abastecer la tierra” al oeste del meridiano 100. Pocos años después, la terrible sequía de “Dust Bowl” envolvió de forma catastrófica con sus tormentas de polvo negro el Medio Oeste entre 1934 y 1940. Y se multiplicaron los litigios por el control del agua.

Siglo y medio después la línea marcada por Powell se ha movido hacia el este a un ritmo de un meridiano cada 70 años o unos 70 kilómetros cada 50 años… Los datos recogidos desde 1980 sugieren que la división entre el húmedo Este y el árido Oeste se ha desplazado hacia el meridiano 98, unos 200 kilómetros al este y que pronto llegará al meridiano 97. Las grandes masas de población del Oeste como Los Angeles sólo son habitables gracias titánicos proyectos de ingeniería como la presa Hoover (que se muere de sed) o los acueductos que se alimentan del deshielo de la Sierra Nevada y conducen el agua por gravedad a los áridos valles de la California central. El acueducto de Los Angeles es una obra faraónica de 674 km de longitud con cinco depósitos de almacenamiento y 142 túneles que proporciona un tercio del agua necesaria a cuatro millones de personas. El acueducto del río Colorado (389 km) y el canal del State Water Project (1.134 km), completan un sistema de abastecimiento de agua que da de beber a cerca de seis millones de gargantas.

La superficie total de Nevada es de 286.380 km2: 99.3% tierra y 0.7% agua. Ello explica que en 1940, con poco más de 110.000 habitantes, Nevada era -con mucho- el estado menos poblado de la Unión. Hoy, con una densidad de aproximadamente 9 personas por km2, a medio camino de ninguna parte, convivimos con artemisas y el silencio en una de las zonas menos pobladas del planeta. La razón es simple: Desertización significa despoblación. Los humanos dependemos de los recursos naturales como el resto de las formas de vida del ecosistema, y reaccionamos como las plantas. En ello radica la serena brutalidad de la lluvia: barre continentes y coloniza suelos mientras bailamos al ritmo de su voluntad.