CURTIDO por el sol, la arena y la rudeza de la guerra en el desierto, Mohamed Abdelaziz (Smara, 17 agosto de 1947) fue el hombre que llevó la lucha por la independencia saharaui de los campos de batalla a los pasillos de la ONU, donde aún sigue la pelea por la autodeterminación. Enfermo de cáncer de pulmón, el histórico guerrillero y político dirigió el destino de su pueblo hasta el último aliento pese a que los continuos dolores le obligaron a guardar cama y a ausentarse para ser tratado en hospitales europeos.

Hijo de una familia humilde, estudió Medicina y se licenció en la Universidad Mohamad V de Rabat, donde entabló contacto con los círculos independentistas saharauis e inicio sus primeras acciones en favor de la autodeterminación. Según sus biógrafos, en 1968 ya formaba parte de la fundación del Movimiento Nacional de Liberación Saharaui liderado por Mohamed Sidi Brahim Basiri, el primer grupo que utilizó la lucha armada contra el colonialismo español. Iniciada la llamada Marcha Verde, con la que el entonces rey de Marruecos Hasan II arrebató el Sahara Occidental, Abdelaziz destacó en el campo de batalla, tanto en el enfrentamiento con Mauritania como en la guerra con Marruecos.

Tras los Acuerdos de Madrid, una parte del territorio saharaui había quedado bajo domino de Nuakchot y otra bajo control de Marruecos, lo que llevó al Frente Polisario a proclamar la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y a declarar la guerra a ambos países.

Los éxitos en la arena le llevaron a la presidencia de la RASD, a la que accedió en 1982 y desde la que se dedicó a abrir un frente de combate menos cruento e igualmente productivo: la lucha política en el seno de las instituciones internacionales en lo que hasta ahora es la penúltima etapa de la larga lucha por la libertad del pueblo saharaui. Abdelaziz visitó Euskadi en varias ocasiones, recibiendo también en 1998 el premio Espejo en el Mundo de la Fundación Sabino Arana, y pronunció un discurso ante el pleno del Parlamento Vasco en noviembre de 2006.