SI solo analizáramos las noticias de África que salen en primera página de los periódicos podríamos pensar en un chiste dramático creyendo que es negro todo lo que nos llega de este continente. Nada más lejos de la realidad. En África también florece la esperanza y Ruanda es una de ellas.

Ruanda agonizaba el año 1994 ensangrentada en una crudelísima guerra civil donde la etnia mayoritaria hutu ante la pasividad internacional aniquiló a machetazos, y en sólo cien días, a cerca de un millón de personas de la mayoría tutsi; veintiún años después de aquel bárbaro genocidio, este país centroafricano bate récords de crecimiento económico y desarrollo social en África.

Dos décadas después, Ruanda, la Suiza africana me decían en 1994 poco antes de la guerra, conocida también como el país de las mil colinas es un ejemplo a seguir para las economías de los países del entorno. Según un reciente informe del Banco Mundial, este pequeño país centroafricano de 12 millones de habitantes y unos 26.000 kilómetros (poco más que la Comunidad Valenciana) sin salida al mar, es junto a la República de Mauricio el país del continente africano más ventajoso para hacer negocios. El país de los lagos encabeza la lista en tres categorías: es el mejor para crear una empresa y el más apropiado para registrar propiedades y obtener créditos.

Un año después de la tragedia, en Ruanda decidieron pasar página y centrarse de lleno en potenciar el desarrollo de una economía tan maltrecha y lastrada por la guerra como la de otros muchos países africanos. “21 más tarde el resultado ha sido el crecimiento de un 9% anual del PIB entre 2001 y 2014, lo que sitúa a Ruanda como uno de los países más dinámicos y de mayor crecimiento del continente negro”, dice a DEIA un agente social de la región de Los Grandes Lagos. Aunque algunos no lo quieran admitir abiertamente, para el analista Jean Pierre Akingeye “las heridas de la muerte se han restañado con dólares”, al menos en esta excolonia belga así ha sido.

Nadie escatima elogios ante las marcas de prosperidad que está batiendo. De hecho, el prestigioso The Economist define al presidente del país, Paul Kagame “como uno de los líderes más exitosos de la historia de África y describe al país de las mil colinas como un lugar donde la población está más sana y educada que nunca, la economía despunta, la corrupción es mínima y la inversión exterior crece”. Según Naciones Unidas, el crecimiento económico entre 2006 y 2011 redujo el número de ruandeses que viven en la pobreza en 1,2 millones, del 57% al 45%. Avances que, en opinión del experto en desarrollo Paul Collier, profesor de Oxford, “deberían estar sucediendo en todas partes en África, pero que sin embargo, no están sucediendo”, se lamenta.

de la agricultura Sobre el papel la situación resulta paradójica. En un país diminuto y con la mayor densidad de habitantes de toda el África Subsahariana, buena parte de la población ruandesa (73%) continúa subsistiendo de la agricultura.

Sin embargo, en medio de la draconiana depresión que dejó la guerra, el espectacular desarrollo actual empezó a hacerse notar sin que se sepa demasiado bien cómo. El presidente Paul Kagame, perpetuado en el poder de manera semidemocrática, fue cuestionado en diferentes foros internacionales por sus responsabilidades en la masacre y no demostrar especial habilidad para restablecer la convivencia. Pero su políticas resultaron eficaces y la economía no deja de crecer, como reflejan las calles de la tradicionalmente “humilde” Kigali, capital donde emergen edificios modernos, barrios residenciales elegantes y centros comerciales que recuerdan a los de las grandes ciudades europeas. Las nuevas tecnologías se hacen visibles en los lugares más insospechados, con chozas paupérrimas donde las familias disponen de ordenador, conexión a Internet, “tele” de muchas pulgadas... Tal vez, la explicación a la aparente paradoja esté en que al finalizar el genocidio la fórmula elegida pareció clarividente: “inversores en lugar de donantes”. “Potenciar el sector del turismo y los servicios en lugar de esperar la caridad internacional”, añade el ex cooperante.

Entre 2007 y 2012 el país redujo la tasa de pobreza en un 15% y sacó a 1,2 millones de ruandeses de esa situación. Un estudio de la Universidad de Oxford de 2013 subraya que “de seguir así, en 2033 la pobreza extrema será cosa del pasado”. La organización Transparencia Internacional situaba a Ruanda en 2013 como el país menos enviciado del África del Este, además de alabar sus esfuerzos por contener una de las principales lacras que asola al resto de economías.

Los progresos del país se han visto reflejados en múltiples campos de la sociedad. La salud ha mejorado y la mortalidad se ha reducido a 50 por 1.000 nacidos vivos en 2011. El 98% de los ruandeses disfruta de sanidad pública y enfermedades que eran galopantes como el sida y la malaria han caído un 80% en los últimos 10 años. Las infraestructuras también han prosperado; en Educación Primaria han incrementado los alumnos que finalizan los estudios, alcanzando el 95% en ellos y el 82% en ellas, al tiempo que la participación la Educación Secundaria se ha duplicado.

Reflejo de todas estas actuaciones se manifiestan hasta en el papel social de la mujer que se está reforzando en una sociedad tradicionalmente patriarcal. De hecho, el 64% de los escaños en el Parlamento están ocupados por mujeres.

Claro que no todo es miel, también queda algo de hiel. Mientras crecen proyectos emprendedores que potencian el desarrollo, el milagro de Ruanda continúa arrojando claroscuros. Hutu y Tutsi están ahí con sus diferencias socioeconómicas y culturales; en materia de garantías democráticas se mantiene un continuo acoso a la oposición política; y en el tema identitario crecen dudas ante proyectos como el radical proceso emprendido Kagame para extender el inglés, hablado por la elite ruandesa, como lengua nacional, en detrimento del francés colonial heredado? Son piedras en el camino, pero parece que el camino se está allanado, quizá con la fórmula que citaba el antiguo cooperante, con dólares de inversores y no con raciones de donantes? el milagro está en marcha y en este caso la buena noticia nos viene de África.