LA HABANA. lOS cubanos cierran 2014 con una noticia soñada por más de medio siglo. Washington y La Habana restablecen sus relaciones diplomáticas rotas desde octubre de 1961. Lo informaron el pasado 17 de diciembre, casi a la misma hora, el presidente cubano, Raúl Castro -en su despacho en La Habana-, y el mandatario estadounidense, Barack Obama, en comparecencia ante los medios, en su país. Sin duda, fue la noticia del año para la mayoría de los 11.2 millones que viven en la Isla, y los 2.5 millones residentes en otros países. Por fin, se embarga el bloqueo y se desbloquea el embargo. Como quieran llamarlo, hasta la fecha se calcula que esas medidas han provocado daños económicos a los cubanos por valor de 117.000 millones de dólares, sin lograr el objetivo de derrocar al gobierno castrista.
En La Habana, este acercamiento de ambos gobiernos, tras décadas de Guerra Fría, primero produjo incredulidad, después asombro y luego una alegría contagiosa. Aunque también hubo decepción y disgusto entre la disidencia, la mayoría de la gente se llenó de esperanza, inventó chistes ipso facto, y los teléfonos móviles echaban humo. En barrios del oeste de la capital, muchos se referían al recién anunciado deshielo diplomático y económico como “el principio del fin del bloqueo”, “el fin de las penurias”. Los jóvenes se impacientan por una oportunidad de “que algo no sea difícil”. Otras personas mostraban el escepticismo de quien siente que “si viene algo bueno, será tarde y vendrá mal”. Aquí hay reacciones, como en el resto del mundo, para todos los gustos.
La decepción es evidente sobre todo entre la disidencia. Para ellos, la noticia fue un puñetazo en la cara y nadie dentro de estos pequeños grupos está para bromas. Menos aun en el exilio duro afincado en Miami y España, donde resulta una traición inaceptable que Estados Unidos normalice las relaciones con Cuba en vida de los hermanos Castro. No obstante, contra los grupos detractores y los pronósticos pesimistas, Washington y La Habana se han decidido a restañar heridas, y actuar como buenos vecinos, respetando sus enormes diferencias políticas.
2015 será el año del despegue Pronto Cuba reabrirá embajada en Estados Unidos y la Casa Blanca hará lo propio en La Habana. E iniciando la nueva ruta, Roberta S. Jacobson, subsecretaria de Estado de EE.UU. para Asuntos del Hemisferio Occidental, vendrá al frente de su delegación a la ronda sobre Migración que tendrá lugar en enero de 2015, aquí, en La Habana. Poco después, en abril, el Presidente Raúl Castro coincidirá con su par estadounidense en la Cumbre de las Américas, en Panamá. No descarten que allí ambos mandatarios mantengan conversaciones en privado y apunten fechas para el histórico y fotogénico intercambio de visitas presidenciales.
“Siempre pensé que Obama haría algo notable en este sentido antes de dejar la Casa Blanca pero se ve que el hombre tomó impulso y se tiró de panza. Ahora sí se abren oportunidades a nuestra economía. Hay que producir y exportar: tabaco, ron, níquel, servicios. Estados Unidos es nuestro mercado natural a solo 90 millas”, dijo a DEIA un directivo bancario de color azabache y apellido vasco de irreconocible ortografía: Veitía.
Expertos en asuntos hemisféricos consideran que 2015 será el año del despegue de las relaciones entre Cuba y EE.UU. Y lo más complejo será deshacer el castigo impuesto a la Isla por el presidente J.F. Kennedy, en febrero de 1962, y endurecido después por Bill Clinton y George W. Bush. El embargo -el bloqueo económico, comercial y financiero que amarga la existencia a los cubanos- es en realidad un paquete de leyes que solo el Congreso de Estados Unidos puede derogar. Pero en el uso de sus atribuciones como presidente, el demócrata Barack Obama ha sido quien ha dado el histórico primer paso.
En un tiempo aun por fijar, se regularán las transacciones bancarias, los bancos cubanos podrán abrir cuentas en Estados Unidos y viceversa. También se desbloquearan las cuentas que tienen en ese país algunos cubanos que viven en la Isla. Además, EE.UU. ampliará los permisos a un mayor número de sus ciudadanos para venir a Cuba. Los viajeros a la Isla podrán utilizar tarjetas de débito y de crédito emitidas por bancos estadounidenses y se autorizará el envío de remesas estadounidenses por un monto de hasta 2.000 dólares al trimestre, cifra cuatro veces mayor que la actual. En la actualidad, desde EE.UU. llega a Cuba un estimado de 2.000 millones de dólares al año, en concepto de remesas familiares.
Sobran razones para celebrar En otro orden de cosas, el Gobierno de Obama también parece dispuesto a revisar la inclusión de Cuba en la lista de países que Estados Unidos considera patrocinadores del terrorismo, apreciando el actual papel de anfitrión que juega el Gobierno cubano en las conversaciones de paz entre la guerrilla colombiana de las FARC y la administración de Juan Manuel Santos, que sesionan en La Habana hace casi dos años; o la antigua colaboración del Gobierno isleño con el español, al admitir a etarras desactivados en territorio cubano.
“Cuba no apoya el terrorismo. Al contrario, le ha tocado defenderse del terrorismo propiciado desde Estados Unidos”, afirmó a DEIA un diplomático local, recordando que precisamente por ello cayeron Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González Sehwerert, los cinco agentes secretos recién regresados a su país, en un canje de espías prisioneros previo al anuncio de la recuperación diplomática bilateral.
Aunque no ha publicado una palabra en estos días y no se ha dejado ver ni en fotos, cabe que pensar que el Dr. Fidel Castro, casi nonagenario y con una mala salud de hierro, debe de sentir la satisfacción profunda que da cumplir los compromisos personales. Como presidente de Cuba, él se comprometió públicamente a lograr el regreso a la Isla de sus cinco agentes encarcelados en EE.UU. con penas entre 15 años y varias cadenas perpetuas, resultado de un proceso en Miami, que de judicial solo tuvo la parafernalia y el nombre. ‘Volverán’, afirmó en 2001, un desafiante Fidel, aun vestido de Comandante en Jefe. No fue fácil. Pero volvieron. Ya están los cinco en su casa disfrutando de su familia y de una gran popularidad.
El divino empujón Según se ha sabido después, los dos gobiernos negociaron en secreto durante casi dos años tanto el canje de espías como todo lo demás. Con el Papa Francisco de mediador y el gobierno canadiense de anfitrión, el silencio quedó garantizado. Nada se filtró hasta que el trabajo de un selecto grupo de funcionarios finalizó y ambos presidentes Raúl Castro y Barack Obama acordaron la nueva andadura, con una conversación telefónica de casi 40 minutos.
Sin olvidar que Cuba busca inversores para el megapuerto de El Mariel, empresarios estadounidenses han mostrado ya su interés en sectores como la construcción, la agricultura, la restauración y el comercio. El intercambio económico puede reportar enormes beneficios de ambas partes y contribuir al crecimiento del 4% del producto interno bruto, previsto para 2015 y anunciado recientemente por Marino Murillo, vicepresidente cubano y arquitecto de las reformas económicas en la Isla.
“De la misma forma que nunca nos hemos propuesto que Estados Unidos cambie su sistema político, exigiremos respeto al nuestro”, puntualizó Raúl Castro el pasado fin de semana durante la clausura del último pleno parlamentario del año. Y el general presidente advirtió: “Tenemos firmes convicciones y muchas preocupaciones sobre lo que ocurre en Estados Unidos en materia de democracia y derechos humanos”. La “lucha será larga y difícil”, dijo el gobernante, deseando que por ello, Obama, “utilice con determinación prerrogativas ejecutivas para modificar sustancialmente el bloqueo en aquellos aspectos que no requieran la aprobación del Congreso”.