warabi. Una madre japonesa contaba en su blog cómo pagó por unos tests que revelaban bajos niveles de cesio radiactivo en la leche que se sirve a los niños en los comedores escolares. Las pruebas costeadas por Mariko hallaron 3,2 becquereles de cesio radiactivo por kilo de leche. El límite oficial se sitúa en 200. "Pero la triste realidad es que los niños beben leche con niveles de contaminación", se reafirma Mariko, que vive en Kawaguchi, a unos 220 kilómetros al suroeste de Fukushima.

Después de detectar la inquietud de miles de padres, la ciudad de Warabi actuó. Ahora, los funcionarios locales miden con regularidad los niveles de radiación en parques, jardines de infancia, escuelas primarias e institutos. Además, realiza test en los alimentos de los comedores escolares. Aunque los niveles están por debajo de los límites oficiales, muchos padres como Mariko temen las consecuencias que puedan tener en sus hijos. Hiroaki Koide, profesor en el departamento de investigación nuclear de la Universidad de Kioto, sostiene que la radicación acumulada en el cuerpo debilita el sistema inmunitario y puede aumentar el riesgo de cáncer.

detección Pocos días después del 11 de marzo, se empezaron a detectar elevados niveles de radiación en verduras, leche, pescado, arroz, carne y plantas de té, y el gobierno prohibió que se fletaran estos productos. Un año después, los padres siguen preocupados por lo que sus hijos comen y beben, dónde juegan y a dónde van de excursión. Varios funcionarios y médicos locales sostienen que se están preocupando demasiado, pero entre otros expertos suenan desde hace tiempo las señales de alarma. "Un sistema inmunitario débil es muy preocupante", afirman. "Eso significa que si uno se resfría, podría no librarse del resfriado", sostiene Mikiko Watanabe, investigador en el centro de información nuclear de Tokio. "Algunas personas podrían sufrir enfermedades múltiples. Son datos claros que se obtienen de las víctimas del desastre de Chernóbil."

Los niños y los fetos son especialmente vulnerables a la radiación que puede perturbar el proceso de crecimiento, aumentando el riesgo de defectos de nacimiento, leucemia, cáncer y retrasos de desarrollo.

En julio, Mariko y su marido decidieron llevar a analizar la orina de su hija, de diez años. "Cuando los resultados nos llegaron por fax, estaba tan conmocionada que se me helaron los dedos", cuenta. Los test revelaron 0,25 becquereles de cesio radiactivo 134 por kilo de orina, y 0,41 becquereles ce cesio-137. Mariko se pregunta qué consecuencias puede tener la exposición e ingesta de alimentos en alguien tan joven como su hija. "Quién sabe, ¿quién protegerá a los niños?", se pregunta.

El matrimonio mandó analizar nuevas muestras de orina de su hija tras las vacaciones de verano, durante las cuales la pequeña ya no almorzaba en el comedor escolar. Y esta vez, los niveles de cesio-137 se redujeron a la mitad. Otras madres han formado el grupo Team Kawahato, en el que debaten sobre la exposición a la radiación con blogs de expertos, libros y conferencias. "No creo en lo que dicen el gobierno ni los medios", dice Kotori, madre de tres niños y miembro de este colectivo.