Budapest. Hungría está empezando a ceder ante las crecientes presiones de la Unión Europea y su primer ministro, el conservador nacionalista Viktor Orbán, prometió ayer garantizar plenamente la independencia del Banco Central MNB, la principal exigencia comunitaria. El gobierno magiar pretendía, entre otras medidas polémicas, fusionar el MNB con una nueva entidad supervisora, liderada por una persona elegida por el Gobierno, lo que provocó esta semana tres procedimientos sancionadores de la Comisión Europea contra Hungría.

En declaraciones a la prensa, Orbán anunció ayer en Budapest que aceptará lo exigido por los Veintisiete y no se aplicará la polémica ley que preveía esos cambios en el banco emisor. Tras un encuentro con el ministro de Exteriores austríaco, Michael Spindelegger, el jefe de gobierno húngaro precisó que las enmiendas pedidas por Bruselas "no tienen tanto peso".

Asimismo, señaló que confía en cerrar un acuerdo político con la Comisión Europea y vaticinó que no será difícil modificar la legislación en cuestión. El único punto de fricción podría ser que el consejo rector del banco emisor debe jurar la nueva Constitución que ampara esas reformas legales, dijo Orbán, quien cuenta con una mayoría abrumadora de dos tercios en el Parlamento. "En los otros asuntos no pienso que haya problema", aseguró en declaraciones a la radio pública húngara.

Sanciones europeas Según la CE, los procedimientos sancionadores pretenden combatir las reformas que van en contra de la independencia del Banco Central y de la autoridad responsable de la protección de datos. También denuncian la decisión del ejecutivo magiar de adelantar la edad obligatoria de jubilación de los jueces a los 62 años, lo que en la práctica se traduce en una especie de "purga" que afecta a unos 250 magistrados, equivalente al 10% del total.

La Comisión Europea condiciona la entrega de un préstamo que Hungría necesita para sanear su maltrecha economía, una de las más golpeadas por la crisis, a la modificación de esas leyes. El país centroeuropeo ha iniciado negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con la Unión Europea para obtener una ayuda de entre 15.000 y 20.000 millones de euros que evite la quiebra del país. En presencia del ministro austríaco, Orbán manifestó ayer que Hungría "no quiere vivir del dinero de los austríacos", en referencia a que el país vecino es uno de sus principales inversores extranjeros.

Budapest pide de las instituciones internacionales una línea de crédito de precaución para seguir financiándose en los mercados "aunque con intereses más altos". "No queremos ir por el camino griego, para que otros piensen que nos están manteniendo", afirmó el primer ministro húngaro.

En lo que se refiere a los impuestos extraordinarios a la banca extranjera en Hungría, introducidos hace tres años, el jefe de gobierno magiar reiteró que serán "retirados el 1 de enero de 2013". Por su parte, Spindelegger recalcó que en las negociaciones de ayer ha recibido "respuestas claras" de Orbán, por lo que Austria no quiere "participar en el hostigamiento de Hungría".