El S3 es el tapado de la gama A3, el candidato ideal para quienes buscan un purasangre disfrazado de coche de calle. Esa naturaleza no escapa, sin embargo, al escrutinio de un ojo experto, que más allá de la ornamentación específica, detectará indicios inequívocos como el calzado (llantas y neumáticos de generoso calibre), pinzas de freno e incluso la altura rebajada (15 mm) por la configuración de la suspensión. Así se descubre el pastel, del que salen al galope 333 caballos, 23 más que en la remesa anterior. Audi vende el S3 por 65.260 euros con la carrocería Sportback, y desde 66.230 euros con el envase Sedan.

El S3 es uno de esos productos especiales, que encuentran un público mucho más amplio del que en principio cabría esperar de un automóvil de su potencial. Obviamente, es fuente de satisfacciones para personas entendidas y con recursos de conducción para exprimir todas las cualidades de esta máquina de precisión. Acelera de 0 a 100 km/h en 4,7 segundos y limita su velocidad máxima a 250 km/h.

No obstante, el S3 no es nada selectivo y permite disfrutar también a quienes se encuentran en fase de progreso al volante. Es, en definitiva, un coche repleto de tecnología que corre que se las pela, pero que perdona errores de cálculo y no sacrifica nunca el confort ni la seguridad. Cómplice ideal para dibujar curvas de montaña cuando las circunstancias lo consienten, se vuelve un aliado perfecto cuando el objetivo es desplazarse en familia.