Que llenar el depósito del coche cuesta bastante más dinero que hace unos años (con la excepción de la época de la pandemia, por razones obvias) lo habrá comprobado casi todo el mundo. Eso si es que se llena el depósito, que con los precios que se ven hay quienes se conforman con llenarlo hasta la mitad y confiar en que dure más de lo habitual, como si eso fuera posible.

Una situación precaria que lleva a muchas personas a apurar al máximo el depósito con la intención de repostar lo más tarde posible y así estirar el dinero del mes. Y eso conduce a pasar mucho tiempo en la reserva, de la que somos conscientes por un piloto encendido y por una señal acústica cuando, según marcas y modelos, nos queda combustible para recorrer entre 40 y 80 kilómetros más.

También hay quien apura hasta entrar en la reserva, e incluso hasta que queda carburante para apenas 10 o 20 kilómetros, por pereza para acudir a la gasolinera o para así realizar menos repostajes y de más litros.

Puede pasar puntualmente, pero la razón en pocas ocasiones será que no haya una gasolinera cercana, porque en este país en general no hay problema en cuanto a número de estaciones de servicio.

La cuestión es si conducir con el combustible en la zona de reserva puede tener consecuencias negativas para nuestro vehículo. Y la respuesta es que sí: puede provocar averías importantes e innecesarias por lo sencillo de evitarlas.

Averías en los inyectores

Esté el coche propulsado por gasolina o diésel, cuando entra en la reserva el sistema encargado de aspirar el combustible tiene que recurrir al que se encuentra en el fondo, porque no hay más, y allí puede recoger sedimentos y residuos que podrían terminar en los inyectores, las piezas que introducen el carburante en la cámara de combustión del motor. Esos residuos pueden obstruir los inyectores, interfiriendo en su trabajo y dañándolos.

Además, al haber poco combustible el motor necesita exigirse más para lograr la cantidad de carburante que le demandamos con la conducción, lo que provoca que aumente la temperatura de la cámara de combustión y que por tanto los inyectores también sufran un mayor desgaste.

Averías en la bomba de combustión

La bomba de combustión también puede resultar afectada por un repostaje más tardío de lo deseable, ya que si no cuenta con suficiente carburante para el aspirado puede sufrir un sobrecalentamiento al tener que esforzarse más para realizar su trabajo, con el riesgo que conlleva de terminar dañada. Además, los citados sedimentos y residuos pueden obstruir sus filtros.

Un hombre, repostando combustible.

Averías en el aforador

El aforador es el sistema que mide la cantidad de combustible que hay en cada momento en el depósito. Si hay muy pocos litros, el aforador podría quedarse atascado en el fondo y averiarse, con lo que cuando volvamos a llenar el depósito ya no volverá a medir correctamente la cantidad que hay y, por lo tanto, la mostrará mal en el tablero de instrumentos, con lo que tocará pasar por el taller para poder seguir sabiendo cuándo nos toca repostar y no llevarnos un susto.

Es malo repostar cuando salta la manguera

Al repostar combustible, cuando decidimos llenar el depósito, solemos escuchar un clac en la manguera y notamos que salta, indicándonos que ya está lleno. Es cierto que aún se puede introducir un poco más de carburante, mientras sigue saltando la manguera cada poco tiempo, pero es mejor no hacerlo.

Una vez que se alcanza el tope del depósito, si seguimos introduciendo carburante lo que podemos conseguir es que rebose y se salga, algo que entraña peligro al tratarse de un líquido muy inflamable en una estación de servicio. Además, los coches tienen un sistema de seguridad que expulsa el combustible que sobra al suelo, con lo que habremos pagado por un producto que no vamos a disfrutar.