La imagen del Xantia, un modelo que rompió moldes estéticos y tecnológicos en 1993, evidencia cómo y cuánto ha evolucionado la industria de la automoción en treinta años. La berlina compacta –entonces comenzó a manejarse este concepto– se desarrolló para suplir al exitoso BX. Al principio, su atrevida propuesta estética desconcertó al público, que no tardó en rendirse a las cualidades del modelo.

El Xantia destacaba por sus avances en materias como la aerodinámica, la habitabilidad y la seguridad. Abanderado de los progresos de la marca en el apartado de la unión al suelo, el modelo conciliaba como pocos precisión, aplomo y confort de marcha. Explorando esa disciplina estrenó posteriormente un innovador, confortable y también controvertido sistema Hydactive II. Su aportación suprimía los balanceos en curva de la carrocería, haciendo que el Xantia rodara plano en los virajes, lo que provocaba sensaciones de conducción inauditas. El modelo también hizo suyas algunas de las motorizaciones diésel punteras de la época.

Citroën mantuvo en activo el Xantia, en formatos berlina y break, hasta 2002, llegando a vender cerca de 1,3 millones de ejemplares en todo el mundo.