EL desarrollo tecnológico de la industria del automóvil depara modelos cada vez más eficientes y seguros. Este progreso exige a fabricantes y clientela un precio paulatinamente más elevado, pero es un coste asumible considerando que contribuye decisivamente a evitar pérdidas humanas y materiales. Un estudio reciente, auspiciado por la firma Bosch y la Fundación Española para la Seguridad Vial (Fesvial), estima que la implantación generalizada de los sistemas de ayuda a la conducción, conocidos como ADAS (Advanced Driver Assistance System), permitiría evitar un 40% de los accidentes de circulación, y con ello un 29% de las personas fallecidas y un 37% de las afectadas por lesiones severas.

Las autoridades europeas comparten esta convicción. De hecho, hace ya un tiempo que la Unión Europea decretó la obligatoriedad de que los vehículos producidos bajo su jurisdicción equipen un paquete mínimo de tales dispositivos. Esas ADAS, que ya forman parte de las dotaciones básicas de todo modelo homologado desde julio del año pasado, deberán ser incorporadas de serie a cuantos automóviles se matriculen a partir de julio de 2024.

La UE confía en que estas medidas contribuyan a salvar más de 25.000 vidas y eviten al menos 140.000 lesiones graves desde ahora a 2038. Será un paso adelante hacia el objetivo de acabar con las víctimas mortales y los heridos de gravedad para 2050.

Disponer de sistemas como la alerta de cambio involuntario de carril o el asistente para mantenerse en el mismo, así como de la detección de fatiga, la limitación inteligente de la velocidad, la iluminación adaptable, la alerta de colisión frontal y la frenada autónoma de emergencia, contribuyen a minimizar riesgos al volante. Resultan determinantes a la hora de combatir las salidas de la vía, uno de los siniestros más graves y recurrentes.

Es posible que algunas personas deban hoy la vida a la intervención decisiva de cualquiera de esos discretos sistemas, que su coche incluía sin ellas saberlo. Cada vez más automóviles contienen tales recursos, hasta hace bien poco patrimonio exclusivo de los modelos de gama y tarifa altas. No obstante, la implantación de las ADAS es todavía insuficiente, por lo que la pretendida democratización de la seguridad va para largo. Cuando el año que viene comiencen a rodar por las carreteras nuevos vehículos mejor pertrechados –si todo va bien, un millón de ellos cada ejercicio-, convivirán con otros absolutamente obsoletos.

Según la Dirección General de Tráfico, en 2021 el parque teóricamente activo estaba integrado por más de 37 millones de vehículos; de ellos, 25 millones eran turismos, con una edad media superior a los 14 años (en 2008 era 8,3 años). La base de datos del consorcio de empresas aseguradoras contabilizaba al cierre del ejercicio pasado algo menos de 33 millones de vehículos inscritos con la preceptiva póliza en vigor. Y cuatro millones se antoja demasiada ocupación en el limbo.

Otro detalle revelador y poco esperanzador para el sector de la automoción, para la seguridad vial y para el medio ambiente, es que por cada modelo a estrenar que sale por la puerta del concesionario, se transfieren 2,3 vehículos usados. El mercado español de ocasión registró el año pasado 1.885.000 transacciones. Son, mayoritariamente, coches viejos, y por tanto tecnológicamente obsoletos, que pasan de mano en mano pese a sus serias carencias en materia de seguridad y a su profunda huella contaminante.

Las asociaciones de fabricantes y distribuidores (Ganvam y Anfac) señalan que las ventas de vehículos de ocasión con más de diez años de antigüedad superaron en un 40% a las de unidades nuevas en 2022. No invita al optimismo conocer que el último ejercicio se transfirieron 400.000 vehículos con edades entre diez y quince años, y 727.000 que superaban esa longevidad. Menos aún constatar que, en ciertos casos, la cotización de ese millón largo de ejemplares obsoletos se ha disparado un 35% respecto al año anterior.

La insólita sobrevaloración de los coches antiguos responde a causas fáciles de entender, pero difíciles de solventar. Para empezar, obedece a un aumento en los costes y los precios de los automóviles a estrenar, algo a lo que no son ajenos los problemas de suministro de componentes y de transporte. La subida alcanza hasta el 40% en cinco años, muy superior a la que han experimentado otros productos, como revela el IPC.

Esas tarifas al alza rebasan el poder adquisitivo de muchas personas que, para cumplir sus expectativas de vehículo, se ven obligadas a recurrir al canal del VO. Y como consecuencia del aumento de la demanda, se inflan los precios de la oferta. Por primera vez en la historia, los coches usados, en vez de perder valor con los años, se revalorizan como el buen vino. Absurdo, pero comprensible.

SEGURIDAD

CONFIAR EN LAS ADAS

2024. Todos los vehículos nuevos matriculados a partir del verano que viene incorporarán, por imperativo legal, una serie de recursos tecnológicos encaminados a hacer su manejo más seguro y preciso. Unos serán obligatorios para todos, otros únicamente para turismos o para camiones y autobuses.

 Esta es la lista:

• Frenada automática de emergencia (turismos)

• Sistemas de mantenimiento de carril (turismos)

• Cámara trasera con detección de tráfico cruzado 

• Asistente inteligente de velocidad 

• Detector de fatiga y somnolencia

• Alerta de cinturón en plazas traseras (turismos)

• Sistemas de información del ángulo muerto (camiones y autobuses)

• Control de la presión de neumáticos

• ‘Event data recorder’ o caja negra

• Preinstalación sistema de bloqueo del vehículo con alcoholímetro