EL Citroën C4 X constituye una evolución del modelo homónimo compacto, cuya eslora prolonga 24 centímetros al añadir un holgado maletero independiente (510 litros). El estirón estiliza la figura, que los diseñadores adornan con detalles propios de un SUV (plataforma realzada, ruedas gordas que ensanchan los guardabarros y decoración del contorno), pero deja intactas la habitabilidad y la tarifa del formato escueto. Esta segunda derivada también hace suya la eficaz y cómoda unión al suelo patentada por la firma francesa. Así pues, el C4 X rinde culto al cuerpo, al suyo y al de sus usuarios. Es uno de esos coches gratos de ver y de conducir. Abre su oferta desde los 24.842 euros que, sin contar promociones, reclama la versión gasolina de 100 CV; plantea, además, variantes gasolina y diésel de 130 CV, y otra ë-C4 X 100% eléctrica con 136 CV.

El discurso SUV más ortodoxo da síntomas de agotamiento. A la vista de sus creaciones modernas, en Citroën comparten esa sensación. La marca de los galones de sargento lleva un tiempo ensayando con éxito una fusión de estilos que depara vistosos turismos con impronta crossover. Incurre así en una agraciada y osada impostura, no exenta de practicidad, destinada a encandilar a quienes ya están de vuelta del repetitivo canon de diseño SUV. Es la corriente que siguen el reciente C5 X y el debutante C4 X.

El último de tales modelos acerca al gran público este innovador concepto de automóvil, que gana adeptos. Hace gala de cualidades dinámicas propias de un automóvil convencional, adornándolas con una esbelta y sugerente silueta que elude la aparatosidad inherente a los SUV. No obstante, se inspira en estos para adoptar una ligera sobreelevación del chasis (15,6 cm), que facilita entrar y salir, además de conferir una mejor perspectiva del entorno. El C4 X también reproduce detalles ornamentales como las protecciones de fibra en los flancos y en los amplios pasos de rueda.

Puesto de mandos ergonómico y digitalizado del nuevo C4 X.

Al margen de estas diferencias decorativas, la nueva derivada adquiere identidad propia y se distingue de la creación original por acoplar a su espalda un maletero, a modo de tercer cuerpo de carrocería. El equipo de diseño de la marca se ha decantado por insertar en la popa un portaequipajes independiente, en vez de optar por un cofre integrado accesible a través de un portón acostado. La solución elegida, que aumenta a 4,6 metros la longitud del vehículo, depara un hueco de carga generoso, aunque menos accesible que el de un cinco puertas; introducir los bultos en el C4 X requiere elevar manualmente la tapa, que a menudo se queda a mitad de camino al pulsar el botón de apertura.

El incremento de eslora afina la estampa y mejora el coeficiente aerodinámico del C4, pero no la habitabilidad. El C4 X presenta la misma separación entre ejes (2,67 m) que el compacto, que es lo suficientemente amplia para acoger a bordo a cuatro adultos de buen año; el quinto que contempla el aforo oficial, ubicado en la plaza central posterior, lo tiene peor debido al leve realce en el piso causado por el túnel de transmisión. El declive del parabrisas trasero no afecta demasiado al bienestar de los ocupantes de la segunda fila; eso sí, por seguridad y confort, las personas más altas necesitan extraer el reposacabezas de un respaldo que se antoja algo corto.

La nueva propuesta larga con estilo crossover replica la puesta en escena y los acabados conocidos en el C4 original. Cultiva, por tanto, un estilo funcional, depurado y nada pretencioso. Genera buenas sensaciones mostrando materiales de calidad adecuada bien ensamblados. Claro que la impresión final mejora al escalar de una a otra definición de las tres planteadas, ascenso en el escalafón que requiere dinero. La terminación inicial Feel dispone de abundantes recursos, que la Feel Pack aumenta y la Shine completa.