EL Sportage sigue pisando el acelerador. El SUV de Kia va a por todas y continúa la tenaz remontada emprendida desde su incorporación en enero. El objetivo es convertirse en el primero de la clase, mal que le pese a su primo el Hyundai Tucson. Con este fin, la remesa contemporánea, protagonista de un salto de calidad determinante, ostenta sugestivos alicientes visuales y convincentes argumentos tecnológicos. Entre ellos figuran las dos variantes motrices recién agregadas al catálogo. La más celebrada es la PHEV híbrida enchufable, con 265 CV, accesible a cambio de 33.750 euros, desembolso mínimo tras acogerse al descuento y la bonificación por financiar. A su sombra debuta tam bién una derivada diésel MHEV con hibridación ligera (136 CV), disponible desde 28.176 euros.

La presencia de estas dos motorizaciones completa la oferta del Sportage (nunca se puede decir que la cierra), que ya puede competir en plenas condiciones en un segmento del mercado cada vez más exigente y electrificado. Su aportación permite satisfacer ya una demanda momentáneamente desatendida, impidiendo así que la clientela busque en otras marcas esos productos paulatinamente más solicitados.

Los registros de ventas confirman que las propuestas híbridas enchufables despiertan un interés creciente. En Kia constatan el auge de las variantes electrificadas en los últimos años, aunque detectan que el afán comprador se estabilizará a partir de ahora. Prevén que van a seguir copando algo más de la mitad de las ventas de SUV hasta 2025. Para entonces, calculan, el 14% de los coches matriculados tendrá impulsión mixta y batería reabastecible en la red (PHEV); el 17% dispondrá de hibridación suave (MHEV); el 26% contará con hibridación convencional autorrecargable. Estiman que el 44% del público permanecerá fiel a los motores de combustión.

De hecho, las matriculaciones demuestran que, a pesar de la mala prensa que padece, el diésel continúa teniendo un importante tirón comercial. Dicha circunstancia anima a Kia a atender esa clientela resiliente. Lo hace proponiendo motorizaciones a gasóleo adaptadas a los tiempos que corren. Es el caso de la nueva versión identificada por las siglas MHEV (Mild Hybrid Electric Vehicle), que pone sordina al tubo de escape del bloque 1.6 CRDi de 136 caballos.

La elección de cualquiera de estas dos motorizaciones ahora incorporadas al plantel no determina cambios sustanciales en el Sportage. El sugestivo SUV de talla media (ocupa 4,5 metros de largo) respeta en ellas la amplitud del acogedor habitáculo y solamente acusa una leve merma en su hueco de carga: los 591 litros de maletero ofrecidos por la versión más capaz se quedan en 526 en la nueva diésel hibridada y en 540 en la enchufable para hacer sitio a las baterías.

La política de definiciones y equipamiento es idéntica a la de las variantes previas. Kia propone en el Sportage una combinación de cuatro acabados sucesivos (Concept, Drive, Tech y GT-Line) y tres paquetes de dotaciones (Techo, Design y Luxury) que complica mucho una descripción precisa. Basta decir que, como no podía ser de otro modo, la buena impresión que provocan las definiciones más sencillas y asequibles se intensifica a medida que crecen la ambición y el desembolso de quien adquiere el modelo. Un Sportage medio sale de fábrica generosamente pertrechado de recursos de seguridad, bienestar y seguridad, incluyendo modernos sistemas de ayuda a la conducción. Transmite una grata impresión de calidad y da la sensación de que el producto recibido compensa satisfactoriamente el esfuerzo económico exigido.