“Estaba asustado por las condiciones de mojado”, admitió Marco Bezzecchi, el piloto más rápido en seco, en la carrera al esprint del sábado, pero dubitativo de cara a la cita dominical del Gran Premio de Argentina, segunda prueba del calendario. “Me levanté con una sensación extraña. Sabía que podía ir rápido pero no tanto en mojado y con la MotoGP”, confesó. Una vez disparada la carrera con unas delicadas condiciones del asfalto, que despedía espray para impedir la visión nítida y la tracción, el piloto italiano se transformó en ser acuático, sorprendiéndose a sí mismo. Se alzó en el liderato en la primera curva y nadie discutió su jerarquía.
Bezzecchi rodó en solitario toda la prueba. Llegó a alcanzar hasta siete segundos de ventaja en la vuelta 20 de las 25 acordadas, unos márgenes incluso peligrosos para invocar a los excesos de relajación. “He estado hablando con la moto para estar concentrado”, reveló el piloto de Rímini, que se adjudicó su primera victoria en la categoría reina, también la primera del equipo de Valentino Rossi en MotoGP, y se alzó nuevo líder del campeonato, lo que fue propiciado por la caída de Francesco Bagnaia, curiosamente ambos pilotos de la academia de Rossi.
Bezzecchi se lanzó a celebrar en el podio con la camiseta de la selección argentina de fútbol, como en su día hiciera su mentor, Il Dottore. Es muy probable que este año lleguen más celebraciones quién sabe si con la originalidad de Rossi.
Bagnaia, hasta entonces líder del Mundial, pecó de ambición. Arriesgó para auparse hasta la segunda plaza que ocupaba el poleman Álex Márquez. Poco después de encontrar su frontera, porque Bezzecchi era inabordable, se fue al suelo. Pecco posee motivos para estar muy descontento consigo mismo. Tras ganar las dos carreras en Portugal, haber sumado los puntos de un segundo puesto en el trazado de Termas de Río Hondo le hubiera distanciado aún más de multitud de sus opositores a la corona. Pero las ansias por alcanzar grandes rentas a tempranas alturas de la temporada le doblegaron.
Fabio Quartararo, uno de esos posibles aspirantes al trono junto a Bagnaia, sufrió un toque en los primeros compases. Fue rebajado a la decimoséptima y última plaza para después remontar hasta un séptimo lugar que resulta insuficiente para ser candidato al título a juzgar por el potencial de las Ducati, que colmaron el podio al igual que firmaron el primer triunfo de la marca en el circuito argentino, la prueba del algodón del rendimiento de la máquina de Borgo Panigale, que camina como lo haría Atila sobre dos ruedas.
En segundo lugar finalizó un sorprendente Johann Zarco. A medida que se fueron extinguiendo las vueltas, el francés cobró ritmo. Endiablado. Escaló como poseído por las fuerzas de la lluvia. “Cuando se van usando los neumáticos puedo marcar la diferencia”, expresó escueto Zarco. Tras él se clasificó el menor de los Márquez, que a lomos de la moto italiana parece otro. “Bezzecchi fue muy rápido al principio; no podía ir con él”, admitió Álex, pero luego descubrió sus gratas sensaciones al afirmar que “pueden llegar cosas mejores” que su tercer podio en MotoGP, el primero desde 2020, cuando corría con la Honda oficial junto a su hermano.
Maverick Viñales, segundo en el campeonato hasta visitar Argentina, sufrió como es habitual en él sobre un asfalto reflectante. La lluvia le arrugó con una discreta duodécima plaza con la Aprilia. A la inversa, Franco Morbidelli pareció renacer después de carreras y más carreras abonado al ostracismo con la Yamaha. El italiano cerró en cuarta posición. Teniendo en cuenta que en todo el 2022 solo firmó un resultado dentro del Top 10 –un séptimo puesto en la segunda carrera, Indonesia–, el resultado se puede dar por genial. Mientras, Bezzecchi puede soñar en grande.