Se puede estar de acuerdo o no con el espectáculo en que convierte su indumentaria Cristina Pedroche cada fin de año. Puede gustar más o puede gustar menos. Puede resultar ridícula la expectación que despierta o puede levantar pasiones. Sea como fuere, lo cierto es que este año hay que valorar, por encima de todo el ruido mediático, el hecho de haber puesto en primera fila a uno de los grandes nombres de la moda española, y además de los injustamente olvidados: Manuel Piña.

Probablemente el gran público no haya escuchado este nombre hasta la pasada madrugada del 1 de enero, pero Piña fue uno de los grandes visionarios de la moda española y uno de los impulsores de iniciativas como la Pasarela Cibeles.

Cristina Pedroche, con el vestido que lució el pasado 31 de diciembre.

Eran las 23.58 de la noche del 31 de diciembre del pasado 2021 cuando Pedroche rendía un tributo tan inesperado como merecido al fundador de la Marca España, con un espectacular vestido firmado por él, por Manuel Piña. En palabras de la presentadora, "ha llevado la moda española por todo lo alto. Hoy me convierto en su musa póstuma", a lo que añadió que el diseñador le estaba "ayudando desde el más allá" a defender uno de los vestidos creados 30 años atrás, concretamente uno presentado en septiembre de 1990, en Cibeles, para la temporada primavera-verano del año siguiente.

Mucho más que un vestidoEl vestuario elegido por su estilista, el experto en moda Josie

(José Fernández-Pacheco Gallego) simbolizaba un diálogo entre el propio Manuel Piña y dos diseñadores en activo (BUJ Studio y Manuel Albarrán), que se han encargado de idear y confeccionar la capa alada inspirada en las alas de las libélulas, una pieza en la que han invertido nada más y nada menos que 580 horas de trabajo.

Un resultado con una doble intención. Por un lado, reflejar la metamorfosis de una libélula para realizar una metáfora sobre el deseado renacer esperado para este año, después de dos de pandemia mundial, y por otro reivindicar la importancia de valorar las aportaciones que el Estado español hace al mundo.

Tal vez uno de los objetivos que no se fijaron Cristina y su equipo fue el de dar a conocer a todos los espectadores el nombre de Piña 27 años después de su muerte, ya que no fueron pocos los que ese día escucharon tal nombre por primera vez. Pues bien, Manuel Piña es uno de los diseñadores españoles más importantes de finales del siglo veinte y el máximo exponente de la moda dentro de la Movida madrileña.

Su vida

Manuel Piña nació en un pueblo de Ciudad Real, Manzanares, en 1944, y comenzó a trabajar en una ferretería con nueve años. Con 20 tuvo su primer contacto con el mundo de la moda, cuando puso rumbo a Madrid para ser dependiente en El Corte Inglés. Inició su carrera profesional como diseñador en 1964, cuando comenzó a trabajar en un pequeño taller de fabricación de conjuntos de punto. En 1974 abrió su propio taller de prendas de punto y en 1979 presentó su primera colección de ropa en el Liceu de Barcelona.

Era un hombre hecho a sí mismo y autodidacta, pero también era consciente de sus limitaciones, por lo que en su intención de completar su formación como diseñador se trasladó a Nueva York. A su regreso a España en 1982 se presentó oficialmente en Madrid con un desfile celebrado en la Ciudad de los Muchachos. Se asoció primero con Galerías Preciados, para las que diseñó una colección en 1983, y más tarde con la firma Sedumión de tejidos.

Tuvo buena relación con los grandes almacenes, ya que el creador fue uno de los diseñadores españoles seleccionados por Galerías Preciados para la venta de sus colecciones en córners individuales, bajo el nombre de Nuevos Creadores Españoles. Con esto, estuvo presente en catorce puntos de venta repartidos por toda España. Fue el alma y el espíritu de la Movida madrileña y de la nueva modernidad que reinó en España en los 80. Entre sus amigos se contaban el fotógrafo Alberto García-Alix, el director de cine Pedro Almodóvar (con el que ¡ojo! nunca llegó a colaborar) y los pintores Juan Carrero y Enrique Naya, los famosos Costus.

Propuestas de Manuel Piña para la primavera-verano de 1991.

Piña y CibelesPiña fue uno de los fundadores de la Pasarela Cibeles

. Desde 1985, año en el que se celebró su primera edición en una carpa de circo instalada en la madrileña plaza de Colón, su nombre estuvo presente en el cartel del evento hasta su retirada en 1990, solo cuatro años antes de que muriese por sida. Él siempre recordaba que la carpa instalada en la madrileña plaza de Colón se la tuvieron que alquilar a Teresa Rabal. "Sabía que mi presentación podía ser un cañonazo, y así fue. A tope de público y con un camerino lleno de barro del que salían mujeres muy guapas y muy modernas. En aquella colección introducía ya el color y las formas pegadas, insinuantes; las mujeres y la música tenían buena onda".

La última colección que Piña presentó en la Pasarela Cibeles fue la de Primavera/Verano de 1991, y a esa colección pertenece el vestido que lució Cristina Pedroche, a pesar de sus aires futuristas. El modelo finalmente terminó cediéndose al Museo de Manzanares que lleva su nombre tras su fallecimiento en 1994, donde a día de hoy sigue exhibiéndose.

Se trata de un vestido fabricado en tafetán calado iridiscente, con acabados metálicos y con dos aros que se encargan de dar volumen y cerrar la apariencia geométrica del diseño. Todo ello contribuye a dar una apariencia de caparazón de escarabajo, que era el emblema de la firma ya desaparecida. La pieza formaba parte de una colección inspirada en insectos y reptiles, con la que el modista trató de realizar una revisión de la que había venido siendo toda su trayectoria profesional.

Sus últimos años de vida estuvo mermado por el avance del VIH en su cuerpo, por el desastre económico de su firma y por el desencanto con el mundo de la moda. Sus últimos trabajos fueron una línea de zapatos y gafas y un desfile tributo a Camarón de la Isla.

Además, Correos lo eligió para diseñar su nuevo uniforme. Hizo un diseño útil y cómodo para que trabajaran con él hombres y mujeres. Por ello, incorporó el carrito en sustitución de la cartera, un cambio que suscitó quejas porque restaba masculinidad a los carteros. Se puede decir que el creador rompió un prejuicio y dejó un legado sencillo, pero muy significativo.

Una vista del interior del museo que lleva su nombre.

Su propio museoEl ahora famoso vestido exhibido por Cristina Pedroche es una de las piezas que se exhiben en el Museo que su localidad natal, Manzanares, dedica a uno de sus vecinos más ilustres.

Gracias a esa iniciativa, el mensaje de innovación que Piña lanzó al mundo todavía puede ser admirado. El museo que lleva su nombre ofrece desde 2007 gran parte del legado de Piña. El centro está ubicado en una casa solariega de su ciudad natal y cuenta con 4.000 piezas: solo 300 de ellas son prendas y el resto corresponde a complementos, todo donado por familiares y amigos del homenajeado. El museo ofrece en su interior un exquisito material audiovisual y documental para hacer de la visita una auténtica experiencia.