Eran las 23.00 horas y estaban en la cocina de su hogar. Antonio Carapaz y Ana Montenegro se disponían a marcharse a la cama. Antonio cometió un error: puso la televisión. Su hijo estaba compitiendo en la prueba de ciclismo en ruta de los Juegos Olímpicos de Tokio. La primera imagen les quitó el sueño de golpe. Y se merendaron la prueba al completo. Cinco horas frente a la pantalla. Madrugada cerrada en El Carmelo (Carchi, Ecuador). Su hijo Richard, que tuvo que emigrar de su casa con el sueño de volar en bicicleta a Colombia y, posteriormente, a Europa, levantaba los brazos en la meta del Circuito Internacional de Fuji. Oro olímpico. “Saludos mijines, es algo que ni yo mismo me lo puedo creer”, ha comunicado el corredor ecuatoriano.

Sucede que en el retrovisor vital del corredor se halla la bicicleta que entró en casa para sustituir a una robada. Esa que marca el camino. La saeta del destino. La trajo Antonio de la chatarra. Fue un regalo. En aquel amasijo de hierros, el suramericano domaba sus piernas de purasangre en una tierra andina, fresca, que se abriga a 2.900 metros de altitud. Aquel día comenzó a forjarse una leyenda, de esas que nacen con cierto tufillo hollywoodiense, tan del gusto del nacimiento de las estrellas. Tenía diez años y tuvo que arreglar él mismo el cacharro. Con 15 años ya era una promesa. Con 21, fue atropellado por un coche y los médicos dijeron que dudaban en si volvería a caminar. Se equivocaron. A los 23 dio el salto al Lizarte navarro. Y la esperanza se hizo carne.

Carapaz ha pasado este sábado de la chatarra al oro, previa victoria en el Giro de Italia (2019), segundo puesto en la Vuelta (2020) y tercero en el Tour (2021), del que realizó un trasvase a Japón con apenas cinco días de descanso -al igual que Wount Van Aert (plata y ganador de tres etapas en el Tour) o Tadej Pogacar (bronce y ganador final en París)-. Recuerda Antonio que el muchachito subía montañas y escalaba sueños. “Richard se imaginaba ser un ciclista muy grande y lo está demostrando, lo está consiguiendo, pero nunca pensamos que esa bicicleta podía ser la promotora de lo que él es hoy”, ha expresado el padre del campeón olímpico al conocer el triunfo, en mitad de la madrugada, cuando abrazó a su esposa y vio a su hijo triunfar por televisión. Ana, entretanto, se dispuso a preparar viandas para los aficionados y visitantes que esperaban en peregrinación a El Carmelo: “Estoy preparando unos choclitos, las habitas, los mellocos, el morochito, como siempre yo les espero aquí, con el caldito de la gallina”. Ecuador tiene tres medallas olímpicas: las dos primeras las logró Jefferson Pérez en 20 kilómetros marcha, oro en Atlanta’96 y plata en Pekín’08.

Carapaz ha reinado en Fuji en un ejercicio de inteligencia y poder. Ha construido la presea con un ataque a 5,9 kilómetros del objetivo final en un trazado tremendamente duro. El de Ineos ha dejado clavado al estadounidense Brandon McNulty y se ha lanzado a meta. El norteamericano no ha encajado bien el gancho y se ha dejado caer, siendo engullido por el grupo perseguidor, integrado por Tadej Pogacar, Wount van Aert, Bauke Mollema, Michael Woods, David Gaudu, Rigoberto Urán, Maximilian Schachmann y Michal Kwiatkowski, que ha perdido fuelle en el epílogo. A Carapaz, en cambio, le ha funcionado el motor en el Circuito Internacional de Fuji. Al entrar en los últimos tres kilómetros, la vigilancia por detrás ha facilitado el trabajo al suramericano, que ha entrado en solitario en meta y se ha calado el oro.

Las dos plazas restantes en el podio olímpico han sido para Van Aert, forzado a asumir el protagonismo durante toda la prueba por su favoritismo, y Tadej Pogacar, enzarzados en un esprint de lujo. De hecho, los combinados belga y esloveno han sido los principales culpables de la ruptura de la cita. Greg van Avermaet -oro en Río’16- se ha pegado una paliza para hacer la primera selección, que ha despeñado incluso al compatriota Remco Evenpoel, y enlazar con una escapada de secundarios - el sudafricano Nicholas Dlamini, el checo Michael Kukrle, el eslovaco Juraj Sagan, el rumano Eduardo-Michael Grosu, el griego Polychronis Tzortzakis, el venezolano Oluis Aular, el burkinés Paul Dumont y el azerí Elchin Asadov- que ha llegado a disponer de hasta 18 minutos de diferencia con el pelotón.

FIASCO DE ESPAÑA

Pogacar, personalmente, junto a Woods y McNulty, ha destrozado lo que quedaba en el Mikuni Pass (a 37,4 kilómetros de meta). El estirón del esloveno no ha reventado al ecuatoriano pero sí a Alejandro Valverde, Gorka Izagirre, Ion Izagirre y Jesús Herrada. Omar Fraile, con malas sensaciones, ha abandonado. Carapaz ha enlazado, corajudo y resultón, con Bettiol, Kwiatkowski y Urán. Ha ambicionado el oro a 5 kilómetros. El doble ganador del Tour no ha podido con el ataque, pero a punto estuvo de besar la plata, citándose en la foto-finish con Van Aert.