Empecemos por lo último, por las imágenes de millones de argentinos saliendo a las calles de Buenos Aires para festejar la extraordinaria hazaña lograda por Lionel Messi y el resto de los jugadores de la Albiceleste tras vencer a Francia en el estadio de Lusail. Los periodistas y analistas argentinos cuentan que ha sido el evento de movilización popular más grande de su historia, lo que ya es decir en un lugar acostumbrado a grandes manifestaciones de índole política. 

Las celebraciones por el Campeonato superaron todas las previsiones. Una marabunta esperaba ver de cerca a sus muchachos con el trofeo dorado. Quedó claro que la gente estaba dispuesta a lo que fuera con tal de agasajar a sus ídolos. Descartada la posibilidad de saludar a los hinchas en el obelisco, las dudas se apoderaron de los organizadores y tuvieron que trazar una ruta alternativa y, sobre todo, más segura para el equipo argentino. El autobús de los jugadores podía quedar atrapado por una marea descontrolada y enloquecida.

El éxtasis llego a tal punto que la autopista del 25 de mayo en su intersección con la avenida 9 de julio quedó colapsada por los aficionados. Había corrido el rumor de que el recorrido definitivo de los campeones iba a trasladarse a este lugar emblemático de la ciudad porteña. Llegó un punto en el que la caravana tuvo que abandonar la idea de avanzar por tierra. Era imposible. Al final, por el bien de todos se decidió que el equipo argentino sobrevolara en dos helicópteros la zona del Obelisco ante una multitud que miraba al cielo.

La afición argentina tomando las calles tras la victoria. EP

Desde fuera cuesta asimilar el grado de fanatismo futbolero. Pero no es solo futbol. Es algo mucho más valioso e importante. Lo resumió muy bien el entrenador y comentarista argentino Jorge Valdano: “Argentina se sintió país en Qatar gracias al fútbol. País unido, feliz e ilusionado. Por supuesto que abrazados al héroe providencial que siempre hemos necesitado, un Messi(as) al que hemos terminado adorando solo después de comprobar que era adorado por el mundo. Somos raros”.

Messi, al fin

“En el Mundial iba con Brasil, porque creo que es el mejor equipo que tenemos en Sudamérica”

Danny Alcívar - Jubilado

Valdano tiene razón: los únicos que han dudado alguna vez sobre el astro argentino han sido los propios argentinos. Mientras Messi acumulaba triunfos incontestables en Europa con la camiseta del FC Barcelona, al otro lado del Atlántico discutían su jerarquía en la selección albiceleste. Antes de pulverizar algunos récords en Qatar -A partidos mundialistas, 26, y máximo goleador en la historia de su país en las Copas del Mundo, 13-, a Lionel Messi se le recordaba machaconamente que, exceptuando la Copa América de 2021, había sucumbido en todas las finales. 

La intocable estrella culé daba paso en su versión argentina a un jugador más bien melancólico y cabizbajo que no daba el callo en las grandes citas. La lista de fracasos se resume en un Mundial (2014; 1-0 contra Alemania) y Tres Copas América (2007, 3-0 ante Brasil; 2015 y 2016 en los penaltis frente a Chile) perdidas en el último escalón. Hasta Qatar, los argentinos se debatían entre Messi y Maradona: la eterna pregunta del millón. La cuestión ha pasado de una vez por todas a un segundo plano y ambos comparten un estatus semidivino entre la población argentina. Y el jugador, como quedó reflejado en sus primeras impresiones tras alzar el trofeo, está al fin liberado. “Se hizo desear, pero acá llegó. Sufrimos un montón y lo conseguimos. No vemos la hora de estar en Argentina para ver qué va a ser eso. Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo. Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta. Ahora a disfrutar”,

Instalaciones del Mundial de Qatar. EP

Final taquicárdica

Fue la final de todas las finales. Tuvo de todo, como en un emocionante thriller de Netflix plagado de giros inesperados, curvas y más curvas. Una oda al fútbol. Un chorreo de goles, tres por cada equipo, y los 120 minutos más espectaculares de la historia. El epílogo soñado para los señores de la FIFA y los poderosos emires qataríes se decidió en la tanda de penaltis. Messi marcó dos goles y Mbappé, que no había comparecido en el estadio de Lusail hasta el minuto 80, fue autor de un hat-trick que terminó 3-3. 

“Martha es del Madrid, mi padre del Barça y yo del PSG, donde están Mbappé, Neymar y Messi, mis favoritos”

Sofía E. Díaz - Estudiante

La prórroga estaba siendo tan apasionante que los aficionados soñaban con alargar la duración hasta que los jugadores acabasen extenuados sobre el césped. No se recordaba una final igual. Se jugaba de un modo trepidante, se sucedían las ocasiones y los goles, uno para cada equipo. Tras el gol en el tiempo de descuento de Messi, que llegó con su pierna derecha y con algo de intriga, parecía que el encuentro ya no daba para más. Hasta que apareció otro jugador tremebundo. El francés marcó de penalti antes de que Emiliano ‘Dibu’ Martínez explotase sus cualidades desde los ‘11’ metros. 

El portero de Mar de Plata ya había sido protagonista contra Australia en los octavos de final con un paradón. El Argentina-Países Bajos de cuartos se resolvió en la tanda final y detuvo los dos primeros lanzamientos, a Van Dijk y Berghuis, allanando el pase a semifinales. En la ruleta de penaltis contra Francia, ‘Dibu’ fue el mejor. Acertó el tiró de Coman y provocó el fallo de Tchouameni. En la Argentina de Messi brilló bajo los palos. En un duelo cósmico que se recordará siempre, sus paradas fueron oro puro. 

Qatar: polémica elección

‘Los entresijos de la FIFA’, el documental estrenado en Netflix este otoño, a las puertas del Campeonato del Mundo, abre aún más los ojos sobre la escandalosa elección de Qatar (junto con Rusia) de la sede de la Copa. Durante cuatro frenéticos capítulos, la serie destapa las vergüenzas de la élite mundial del fútbol, 34 personas que forman parte de la asociación que rige el deporte más popular del planeta y deciden la elección del país en el que se celebra el Mundial. 

Qatar había sido elegida por delante de Estados Unidos, la gran favorita, ante el asombro de los inspectores de la FIFA. En su visita a Doha, los técnicos comprobaron in situ que el país árabe no tenía las infraestructuras necesarias, ni el clima idóneo ni mucho menos la tradición futbolística para la celebración del macroevento deportivo. Su presidente, Joseph Blatter, había apostado abiertamente por la candidatura estadounidense y se llevó el disgusto de su vida. 

El boicot al Mundial de Qatar se ha visto en las gradas de aficionados. EP

La mayoría de los directivos que habían votado a favor de la sede catarí acabaron imputados por diferentes delitos. Blatter se vio forzado a dimitir y fue inhabilitado. La imagen ya de por sí muy deteriorada de la FIFA terminó por manchar la reputación de una entidad que durante dos décadas ha sido acusada de prácticas corruptas como la extorsión ilegal, el blanqueo de capitales y el soborno. Según muchos de los periodistas y entrevistados en el documental de Netflix, funciona de un modo muy parecido a una organización mafiosa o un cártel mexicano. Por si fuera poco, el periódico británico The Guardian asegura que 6.500 trabajadores migrantes han muerto en Qatar desde que el emirato se hizo con la sede del torneo. Hubo protestas, llamadas al boicot, fuertes críticas desde todos los ámbitos. No importó. Qatar se salió con la suya y se disputó su Mundial. 

Latinoamérica VS Europa


Quién lo diría. El Mundial monopolizado prácticamente de principio a fin por la Argentina de Messi -incluido el aparatoso tropiezo inicial frente a Arabia Saudita por 1 a 2- ha sido el menos latinoamericano en mucho tiempo. El primer título del cuadro argentino en los últimos 36 años salvó el honor del subcontinente, que ha visto cómo los clubes europeos, y por extensión también sus selecciones, le están ganando la partida clarísimamente en el siglo XXI. Qatar ha sido un desastre para una América Latina que se consuela, al menos, con tener el botín más preciado en manos de Messi.


Casi todo ha salido mal para sus equipos. El Brasil de Neymar y Vinicious, después de un arranque fulgurante, cayó eliminada una vez más en los cuartos de final, un fracaso para una selección plagada de estrellas y que por historial, currículum y afición debería optar a cotas más altas. Era una de las selecciones favoritas. Pero la Canarinha tropieza últimamente con la misma piedra y ya van cinco veces consecutivas que cae en la misma ronda. No hay forma de avanzar a semifinales desde que se consagró campeón en Japón-Corea 2002. 


La fase inicial fue un cúmulo de decepciones. México no caía tan pronto desde 1978, el año de otro polémico mundial, el de Argentina, y que terminó con el mismo vencedor. Costa Rica, Ecuador y Uruguay tampoco pudieron pasar de ronda. No solo Europa, otras geografías del mundo (África, Asia, Estados Unidos) han estado por encima del rendimiento de los equipos latinoamericanos. El Mundial que ha terminado por coronar a Argentina se había incendiado con unas declaraciones de la estrella del PSG, Kylian Mbappé: “En Sudamérica el fútbol no está tan avanzado como en Europa. Y es por eso que, cuando miras las últimas Copas del Mundo, siempre los europeos ganan”.


La realidad es que la tabla de Mundiales por continente estaba antes más reñida. Brasil, con cinco títulos (1958, 1962, 1970, 1994, 2002), los dos argentinos previos a Qatar (1978, 1986) y la sorprendente selección uruguaya, que levantó en 1930 el trofeo inaugural y después en 1950, sumaban un total de 9 Copas contra 8 de los europeos. Hasta 2022, Europa había dominado los Mundiales del siglo XXI gracias a la fortaleza y competitividad de sus grandes selecciones (Alemania, Francia, Italia y España). El triunfo argentino le ha devuelto la esperanza a la hinchada latinoamericana en un campeonato en el que sus equipos han quedado retratados. Pero gracias a la agónica victoria la selección albiceleste, la balanza vuelve a estar más equilibrada: Europa 12 - Latinoamérica 10.