ara tener una primera toma de contacto con la obra de Nerea Apodaka García (Laudio, 1992), resulta esclarecedora la descripción filosófica hecha por la propia artista en su página web, nereapodaka.com. Partiendo de los movimientos vanguardistas, Apodaka subraya que “la belleza no pide ser explicada” y su existencia se justificaría por el “placer” que nos otorga. La joven plástica explica cómo las decisiones que toma en su taller parten nacen del poder de atracción de las formas, colores y materiales. “Esta seducción es algo que despierta algo corpóreo en el otro, en su dimensión más primitiva. Esto causa refinar la sensibilidad, lo que estimula el deseo. El deseo siempre provoca insatisfacción, o ganas de conocer más. Esto es muy bello, ya que es una manera de mantener viva a la vida”.

Apodaka no va en busca de una idea concreta y tampoco está sujeta a un medio específico; prefiere “discurrir” a partir de lo que más le convenga en su trabajo. “A través de los recursos plásticos que utilizo busco generar tensiones entre conceptos diferentes”, afirma, por lo que propone “repensar” la moral, el mal gusto y lo sublime, la belleza y la frialdad, el absurdo, la libertad y la estética, entre otras cuestiones. Pero lanza una advertencia: no pretende decirle a la gente cómo tiene que pensar. Quiere generar incertidumbres, provocar contradicciones. Y poner al ser humano frente a su propio espejo. “Yo llamo a eso arte, me gusta”, aclara.

Sus figuritas totémicas o feitiços son piezas de pequeñas dimensiones con las que pretende revelar seres divinos, así como ídolos simbólicos mediante la devoción. “Este proceso interroga lo sagrado, el tótem y su grado cero, el fetiche. Pero no buscando revelar la figura ya existente sino buscando algo de un orden mágico. Una investigación en torno a la importancia de ciertos mecanismos ocultos de funcionamiento humano”.

El de Apodaka es un trabajo muy delicado con cuerpos objetuales que podrían tener diferentes usos y significados. La artista plástica lleva el arte hasta sus últimas consecuencias, evitando así quedarse en el plano estético y trascendiendo los límites de la creatividad. Apodaka está interesada en la “conciencia primitiva de la vida”, aunque no siempre ha sido así. En 2014 se había sumergido en la pintura y decidió marcharse a Italia a aprender procesos pictóricos. Hasta que se dio cuenta de que no era lo suyo. “Yo no pintaba, solo estaba hablando de la historia de la pintura”, recuerda.

Exposiciones compartidas

Ha dado a conocer su obra en multitud de ocasiones, últimamente junto a otras artistas. A finales de 2021, la galería de arte ARTgia de Vitoria-Gasteiz presentó la muestra “Mujeres a las mujeres”, comisariada por Haizea García de Baquedano, y en la que se pudieron ver obras de Nerea Apodaka, Julia Álvarez y la propia comisaria. Tuvo un marcado acento feminista: “Las mujeres no son un prototipo, hay diversidad entre ellas. Denuncian las etiquetas que durante años les han asignado para mostrarse al mundo tal cual son”. Para esta exposición Apodaka decidió agrandar sus pequeñas piezas para “dejar que sean útiles y comiencen a ser cuerpos”.

A principios de 2021, la artista plástica participó en la exposición ‘Peregrina’, esta vez en compañía de Uxue Ruiz de Arkaute. La céntrica sala de exposiciones de las Juntas Generales de Bizkaia, ubicada en Bilbao, suele reunir obras de talento local para dar un pequeño empujón a estudiantes formados en el campus de la EHU/UPV. La muestra reunió 50 piezas escultóricas de pequeño formato y permaneció abierta hasta el 26 de febrero del año pasado. “Son una serie de cuerpos objetuales que presentan y esperan sean los suficientemente sugerentes y atractivos en sí mismos, y a la vez relacionables entre sí”, dijeron las dos artistas. Por su parte, la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui Biteri, añadió que las obras buscaban una determinada reacción en el público, “una cierta sensación de novedad, de descubrimiento, además de cercanía y familiaridad por los objetos que se han usado en origen”.

Para completar esta incursión en los pequeños objetos simbólicos de Nerea Apodaka, regresamos a sus filias y debilidades artísticas/existenciales. De sus palabras se deduce que estamos ante una artista inquieta, nada conservadora, que no encuentra límites en el arte. “Me atraen los misterios indescifrables que rodean y cohabitan con el ser humano. Me acerco a ellos a través de la creación artística. Trabajo con imágenes y cuerpos objetuales que podrían tener diverso uso y significado con las asociaciones que se realizan desde lugares culturales inconscientes, desde mecanismos de atracción y seducción que se resisten a ser desvelados y permanecen ocultos”.

“En nuestra casa familiar en Fontioso, Nerea tiene su estudio-galería en la planta de arriba”

“Actualmente estoy trabajando en una pieza que se llama ‘Sísifo’ inspirada en la mitología griega”