s una de las 'caras B' de Bilbao. Una zona en continua transformación durante los últimos 20 años. Un nido de artistas de todo tipo, un bastión cosmopolita. Y al que todavía le pesan los estereotipos. De ahí que durante los pasados meses de octubre, noviembre y diciembre, el ayuntamiento de la villa pusiera en marcha las visitas guiadas 'Diversitours-Aniztasuna Tours', dirigidas por los propios vecinos, en las que se recorrían los barrios de San Francisco, Zabala y Bilbao La Vieja desde "una perspectiva intercultural".

La iniciativa contaba con la colaboración del coworking Koop SF 34 que desde su nacimiento en 2015 apoya las necesidades del colectivo subsahariano de Bilbao, golpeado por la falta de oportunidades y un desempleo galopante. "Nacemos como un vivero de microempresas sociales que intenta luchar contra la estigmatización dándole un valor añadido a la multiculturalidad. Contando con varios proyectos emprendedores, estamos abiertos a todas las comunidades que deseen aportar cultura, valores y riqueza a nuestra sociedad".

La organización forma parte del grupo pionero de incubadoras interculturales pertenecientes al Consejo de Europa dentro de su programa Diversity Incubators. Y desde la diversidad cultural trabaja en un lugar en el que conviven diferentes razas, culturas y religiones, con un reto gigantesco por delante: que nadie se quede atrás.

Bilbao la Vieja no se llama así por casualidad. Está considerado como el barrio más antiguo de la capital vizcaina, superando en longevidad al medieval Casco Viejo. Ubicado al otro lado de la ría, también conocido como Bilbi, vivió de la extracción de hierro de las minas de la zona de Miribilla durante siglos. Desde la revolución industrial, y con la llegada masiva de trabajadores, familias y una pequeña burguesía, empezó a labrarse su reputación como centro de diversión y agitación nocturna, a veces de dudosa fama. La actividad minera dejó de existir en la segunda mitad del siglo XX. Su área urbana está compuesta por los tres barrios citados al inicio de este reportaje.

Hace tiempo que algunas cosas han cambiado en Bilbao La Vieja. En los últimos años no cesan de comparar este barrio de algo más de 3.000 habitantes (censados) con lugares que han sufrido procesos gentrificadores o han pasado a ser zonas vibrantes -depende de los ojos con los que se mire el cambio- en Brooklyn (Williamsburg), Londres (Soho) y Berlín (Kreuzberg).

Tras cruzar el puente de San Antón, este núcleo urbano antes inexplorado o directamente marginado bulle de vida. Estamos en Marzana. Si no llueve es un buen termómetro para medir el pulso al barrio. La gente se reúne sentada en las escaleras, como si fuera un balcón sobre el muelle del mismo nombre, con bonitas vistas a la ría. El mercado luce imponente justo enfrente. En un primer vistazo hay personas racializadas y otras que no lo son, las condiciones económicas varían entre unos y otros, los idiomas van y vienen, se fuma y se bebe con alegría.

Los dos negocios principales de esta parcela son los bares Martzana y Perro Chico. En el primero tomarse un vermú (preparado o no, a gusto del consumidor) es un mandamiento no escrito para locales y foráneos; en el caso del segundo, abierto en 2015, aseguran que mezclan cocina vasca con platos que vienen de Brasil, Japón y de orillas del mediterráneo. Esta vez la elección del nombre tampoco es fruto del azar. "Una perra chica, o sea cinco céntimos, era lo que costaba cruzar el puente giratorio que los bilbaínos conocían como el puente del 'Perro chico`. De aquel puente tomaría el nombre el restaurante que durante años acogió a artistas y celebridades de todas partes y que en 2015 reabrió sus puertas cuando el equipo de Marzana 16 cruzamos la calle para continuar su historia".

Otros restaurantes y bares de San Francisco hace tiempo que están en la lista de los más deseados de la ciudad. La hostelería marca el paso. Y abre camino. Es el caso de dos de sus grandes valedores, Ágape y Peso Neto, a los que se recomienda reservar con antelación para coger una mesa libre y probar sus codiciados menús del día. Junto a otros locales antiguos y nuevos, ambos han ayudado a convertir estas calles en cuesta en habitual peregrinaje gastronómico. La fusión latina de Dando la Brasa y la cafetería y cervecería artesanal Bihotz café, cliché del treintañero moderno, completarían el pack de la oferta gastronómica más pujante.

La transformación de esta antigua zona degradada viene de lejos. Se lleva ejecutando un plan urbanístico desde 1999, cuando el ayuntamiento empezó a echar mano de las excavadoras en solares en ruinas. A mediados de los 2000 ya se hablaba de un proceso de rehabilitación social que sacara de la pobreza a sus vecinos -un pellizco del porcentaje de ayudas sociales de Bilbao se destina en en este distrito- y en 2007 la Unión Europea premió el programa de apoyo al comercio de Lan Ekintza y Viviendas Municipales. Junto con la rehabilitación integral de los barrios -el plan municipal Auzokizuna se ha desarrollado durante 20 años con partidas anuales que superan los 15 millones de euros- se ha producido un importante desembarco de músicos, diseñadores y arquitectos a la zona.