Estrenar sábanas recién compradas siempre da una sensación de frescura y renovación. Sin embargo, surge una duda: ¿es necesario lavarlas antes de ponerlas por primera vez en la cama? La respuesta es sí, y por varias razones importantes que van más allá del simple olor a nuevo. Aunque a la vista parezcan impecables, las sábanas recién salidas del paquete acumulan residuos de fabricación, aprestos químicos y partículas del transporte que pueden irritar la piel o alterar el descanso.

Juegos de sábanas en color gris y blanco. Freepik

Los residuos invisibles del proceso de fabricación

Durante la producción textil, las telas pasan por muchos tratamientos para mejorar su aspecto, color y resistencia: tintes, resinas, aprestos y suavizantes industriales. Estos productos químicos son inocuos a corto plazo, pero pueden causar reacciones en pieles sensibles o provocar picores y rojeces si se usan sin un lavado previo. Además, muchas sábanas viajan desde fábricas situadas a miles de kilómetros, lo que implica almacenamiento prolongado, contacto con polvo o humedad y manipulación en distintos entornos antes de llegar a casa.

Lavar las sábanas nuevas no solo elimina impurezas, sino que también suaviza las fibras y mejora la sensación al tacto. Los tejidos naturales como el algodón o el lino tienden a soltarse ligeramente con el primer lavado, haciendo que la tela sea más transpirable y agradable para dormir. Además, los olores industriales desaparecen y dejan paso al aroma limpio de la colada, reforzando esa sensación de confort al acostarse.

El primer lavado debe hacerse con agua templada o fría, según las indicaciones de la etiqueta, y preferiblemente con un detergente suave sin suavizantes agresivos. Esto ayuda a mantener la estructura del tejido y evita que pierda color o se desgaste antes de tiempo.

El riesgo de no hacerlo

Dormir con sábanas sin lavar puede parecer inofensivo, pero en algunos casos provoca reacciones alérgicas leves o irritaciones cutáneas. Los restos de apresto textil y los el polvo pueden adherirse al sudor y entrar en contacto directo con la piel durante horas, especialmente en zonas sensibles como la cara, cuello o los brazos. Además, las fundas de almohada pueden acumular residuos que afecten incluso a quienes tienen piel acneica o sensible.

Lavar las sábanas antes de usarlas es una práctica recomendable y sencilla que mejora la higiene, el confort y la durabilidad de los tejidos. No se trata solo de una cuestión estética, sino de bienestar: dormir en una cama limpia, libre de químicos y con un aroma agradable favorece el descanso y el cuidado de la piel.