El llamado lavado exprés de la lavadora se ha convertido en la opción habitual de muchos hogares. La idea parece perfecta: ropa limpia en media hora y sin complicaciones. Sin embargo, los técnicos en consumo doméstico advierten que este programa es más un problema que una solución.
Por qué el programa rápido es una mala opción
El principal error está en pensar que un ciclo corto ahorra agua y electricidad, cuando ocurre lo contrario. Para comprimir el proceso, la lavadora fuerza sus mecanismos al máximo: calienta el agua en menos tiempo, usa más energía para alcanzar temperaturas altas y somete a la ropa a un centrifugado intenso. El resultado es un consumo mayor y un desgaste más rápido tanto de las prendas como del propio aparato.
Además, este programa no permite activar el modo ECO, presente en la mayoría de lavadoras modernas. Eso significa que no ajusta el uso de agua ni de energía en función de la carga. Incluso cuando se utiliza para pocas prendas, el gasto es equivalente al de un tambor completo. En la práctica, se convierte en un derroche silencioso que se nota en la factura.
Otro inconveniente es la calidad del lavado. Al ser tan corto, la ropa no siempre queda bien limpia ni libre de olores. Muchas veces obliga a repetir la colada, duplicando el gasto. A largo plazo, este hábito genera un impacto económico y ambiental innecesario. Y no solo afecta al bolsillo: la ropa se resiente por los movimientos bruscos y las temperaturas altas, lo que reduce su vida útil.
En definitiva, los expertos recomiendan que el ciclo rápido se reserve solo para emergencias puntuales: una camiseta olvidada antes de salir o unas sábanas para invitados de última hora. Usarlo como rutina es una mala decisión que multiplica el gasto, desgasta las prendas y acorta la vida útil de la lavadora.
Alternativas más eficientes
La mejor opción son los programas largos o ECO. Aunque requieren más tiempo, funcionan con menos agua y menos electricidad. La lavadora trabaja a temperaturas más bajas, reduce la fricción sobre las fibras y logra una limpieza más profunda y respetuosa con la ropa.
El modo ECO está diseñado para adaptar el consumo según el peso de la colada, lo que asegura un uso mucho más racional de recursos. Además, al ser ciclos menos agresivos, el desgaste de la ropa disminuye, los colores se mantienen y la lavadora sufre menos, lo que evita averías y alarga su vida útil.
También hay un impacto ambiental directo. Mientras un lavado rápido diario multiplica el derroche de agua y energía, un ciclo largo o ECO reparte mejor los recursos y reduce las emisiones asociadas. Aunque parezca contradictorio, un ciclo prolongado es mucho más económico y ecológico que un exprés.
El programa rápido puede ser útil en casos puntuales, pero no debería convertirse en el ciclo de referencia. Lejos de ahorrar, gasta más agua, más electricidad y castiga tanto a la ropa como a la máquina.