EL portero José Ángel Iribar cumplirá 80 años el 1 de marzo. Entre los recuerdos que custodia esta leyenda del fútbol mundial hay uno que vivió en Caracas cuando viajó con el Athletic en 1967. Meses antes, habían acontecido diferentes sucesos que hicieron sufrir a Venezuela: el secuestro del futbolista astro del Real Madrid Alfredo Di Stéfano y el terremoto que asoló la capital y dejó alrededor de 300 muertos y 2.000 heridos. En ese contexto de incertidumbres, el guardameta “cojonudo” –como decía el cántico–, El Txopo, fue padrino en la boda de una prima, Bakartxo Viscarret y de su novio Joseba Leunda.

Este matrimonio –hijos de vascos exiliados al país americano– retornó a Euskadi y en la actualidad reside en Iruñea. DEIA ha hablado con ellos: “Nos íbamos a casar en Caracas y supimos que el Athletic iba a ir a jugar allá. Como Ángel es de la familia, le pedimos a ver si podía ser nuestro padrino en la boda civil, lo que nos hacía mucha ilusión. Fue una casualidad y una alegría muy grande para nosotros”, acentúan Bakartxo –que ayer cumplió años– y Joseba. Pero la empresa no fue fácil. Ya sabían que no iba a ser pan comido. “No. Desde el secuestro de Di Stéfano, todos los futbolistas o artistas iban con escolta. De hecho, Ángel vino custodiado por cuatro policías. Hay por ahí hasta alguna foto suya de otro día que también vino a Caracas con una metralleta de los escoltas…”, sonríen.

La boda se celebró en agosto de 1967. El Athletic acudía a jugar la Copa Cuatricentenario de Caracas en el estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela (UCV) dos semanas y media después del terremoto que sacudió a la ciudad. El club de Bilbao tuvo como rivales al Académica de Coimbra portugués y al Platense argentino. Los vascos acabarían ganando. “A Ángel solo le dejaron estar los veinte minutos de la boda en la jefatura de Candelaria, barrio del centro de Caracas, muy cerca del Hotel La Estrella en el que el club se hospedaba”, detallan. Firmó y cuando el resto de los invitados iba a celebrarlo volvió a salir escoltado. “Luego nos casamos por la iglesia en octubre y entonces, Ángel no estuvo, pero fuimos y lo visitamos en Zarautz porque de viaje de novios vinimos a Euskadi”, evoca Barkartxo, de Iruñea, y Joseba, de la citada localidad costera guipuzcoana. Este último agrega un dato más: “Yo conocí a Iribar en persona ese día, porque mi mujer y yo nos conocimos en Venezuela. Además, hay una anécdota, su madre y mi madre viajaron juntas a Venezuela, y mi padre y su padre en otro viaje. Y mira, acabamos casándonos”, ríe Joseba, quien apostilla que en aquel país conocieron a una tía del portero del Athletic que “era muy muy nacionalista”.

Pero no todo fueron alegrías. La Guerra Civil y el exilio dejan marcas de por vida. Joseba Leunda lo sabe muy bien. “Mi madre, natural de Zarautz, nunca quiso volver. Dijo que nunca más pondría sus pies en Zarautz. Mi padre sí lo hizo”. A continuación, pormenoriza el dolor materno. “A la madre de mi madre, a mi abuela Antonia Arruabarrena, le cortaron el pelo en el convento de Santa Clara por ser novia de mi abuelo, gudari del sindicato ELA. Solo por ser su novia. Y las paseaban con el pelo rapado por la calle. ¡Eso en Zarautz también ocurrió!”, lamenta. Antonio Leunda era delegado del madera y corcho de Gipuzkoa y acabada la guerra organizó una huelga que tuvo repercusión en su vida. “Los franquistas le dijeron que o montaba a un barco y se iba o lo encarcelaban. Y que si subía al barco no podría bajar en ningún puerto español”, agrega Joseba. Corría el año 1956. El guipuzcoano optó por exiliarse a Venezuela. Su familia siempre habló en euskara en Caracas. “Por esa razón, tal vez, no he traído mucho acento de allí”, razona.

La guerra aún presente

Bakartxo también tienes cuitas de la guerra presentes. “En mi familia hubo cárcel. Un tío mío formó parte de aquel primer viaje en barco de Baiona a Venezuela y mi padre fue Máximo Viscarret, muy nacionalista vasco. Y, por otra parte, una calle de Iruñea lleva el nombre de mi tía Maritxu, una de las primeras maestras que abrió una academia mixta e impartía docencia en euskara ya antes de la guerra”. Hace referencia a María Viscarret y Navaz (Iruñea, 1907-1989), mujer que tuvo dos hermanas y dos hermanos. En la Guerra Civil, dos de ellos fueron deportados. Su padre era euskaldun, de Zalla. Según el estudio del investigador Samuel Acuña Carrasco titulado Ikastola: un movimiento popular y pedagógico. Historia de las ikastolas de Navarra, María estudió euskera siendo adulta en la Escuela Normal de Pamplona, y en 1927 consiguió el diploma acreditativo. Fue miembro activo de Emakume Abertza Batza (EAB), asociación política de mujeres patriotas, filial del PNV. Joseba aporta que “está considerada como una de las diez mujeres más importantes de Iruñea”.

El matrimonio volvió a Euskadi “cuando Chávez ganó las elecciones”, explican. A día de hoy, recuerdan con cariño aquella casualidad que permitió que Iribar fuera el padrino de su boda civil en Caracas. La madrina fue la gasteiztarra amiga de Bakartxo, Ana Mari Gutiérrez. “Ángel –enfatizan– es un hombre íntegro, una bellísima persona, un jugador fantástico y un hombre muy apegado a la familia”. Su presencia aquel día de la Copa Cuatricentenario de Caracas fue su mejor regalo de bodas.