En los últimos años el pádel se ha democratizado y ya no arrastra el estigma del deporte pijo y elitista que triunfaba en un sector determinado. Aquel deporte a caballo entre el squash y el tenis, que en la década de 1990 se asoció al expresidente español José María Aznar, vive un auge desde la pandemia. A Aitana Solán Domenech (Mungia, 21 años) la afición le llegó antes. Durante su infancia y adolescencia ha combinado el tenis con el pádel, la raqueta de cuerdas y la pala con agujeritos. Dos disciplinas deportivas que muchas veces se ven como primos hermanos, pero que tienen sus características propias y más diferencias de las que parecen. 

“En el tenis se suele jugar muy liftado, mientras que el pádel es más de contener el golpe”, señala Aitana, una de las jugadoras vascas más destacadas en este deporte de pala corta. Otra cosa importante: no es lo mismo jugar en parejas, como en el pádel, que tratar contra tus propios demonios en un agónico partido individual de tenis a tres sets. El pádel, subraya la joven jugadora, es un deporte eminentemente social. Muy divertido. Y, sobre todo al principio, bastante fácil: no se requiere de una técnica depurada ni de un físico exigente para pasárselo bien en la pista y rematar el plan con unas cervezas entre amigos. “La gente se engancha superrapido”, resume Aitana. 

2023 fue un buen año para ella: junto a Nerea Olano, se alzó con el Máster de Bizkaia de pádel, ascendiendo al número uno del ranking en el territorio. Según cuenta la deportista de Mungia, poco después Olano se quedó embarazada y aparcó el pádel. Se buscó entonces una nueva pareja, la donostiarra Andrea Lasa, con la que en 2025 se han ido imponiendo en casi todos los Grand Slam (3 de 4 en total) disputados hasta el mes de agosto en Euskadi. Son las jugadoras vascas a batir.  

En unos días retoma las clases en la universidad, donde cursará cuarto de Ingeniería Industrial en la EHU. Confiesa que le cuesta compaginar el deporte con los estudios (“¡eso es lo más difícil!”, suspira), pero que, al final, siempre consigue organizarse y aprovechar el tiempo. “Hasta ahora nunca he tenido que saltarme un entrenamiento porque estaba de exámenes o tenía que estudiar”, asegura Aitana. Además, el deporte le sirve para “despejar la mente” y abrir un paréntesis en su intensa vida de estudiante. 

El año pasado, esta vez con Ainize Santamaría, venció en el FIP Promotion India Pádel Open de la Universidad de Bennet. Fue un hito (una experiencia “muy guay”) que Aitana Solán recuerda con cariño. No descarta, en un futuro, dar el salto al circuito profesional. Sabe que al principio perderá dinero, entre los viajes y el alojamiento. Y que no será un camino de rosas. Pero, sobre todo, Aitana no tiene prisa: “Primero quiero terminar la carrera y luego ya veremos”, afirma convencida. Y lo que venga, vendrá.

Dos mejor que uno


Ánimos. Jugar en pareja ayuda a no cargar con todo el peso mental de la competición. Aitana Solán agradece el aliento de su compañera de cancha, “que te diga algo y te anime”.


Estrategia. Además de una buena compenetración, el pádel exige un planteamiento táctico adecuado, guardar bien la posición… “Realmente, es difícil llegar a ser a ser muy bueno”, afirma Aitana.  

Monitora nivel uno

 Empezó dando pelotazos en las canchas de su barrio, en Laukiz. Pero donde se ha formado como jugadora ha sido en el Pádel Bizkaia Zamudio. Ahí ha coincidido con Iván Fuente, su entrenador desde hace aproximadamente cinco años, y que acaba de poner en marcha su propia academia de pádel de alto rendimiento, If Academy, en el centro deportivo Biwak de Derio. El plan de Aitana es seguir sus pasos y continuar con él. Y aprender, mejorar. En enero espera poder obtener el título de monitora de nivel uno de pádel. Las prácticas del curso las ha hecho en Laukiz mismo. No pretende dedicarse a ser profesora de pádel “toda la vida”, pero, si en algún momento quiere dar alguna clase, podrá hacerlo. “Lo tengo a mano”, dice.