Eneko Elosegi (Pamplona, 1978) habla de su viaje a Uganda en 2017 como si hubiese sido ayer. O esta misma mañana. Todos sus recuerdos de aquella experiencia como voluntario se agolpan en su cerebro con una frescura que asombra. Pero vayamos por partes. Retrocedamos un poco en el tiempo. Eneko empezó a trabajar en las instalaciones deportivas de Tajonar en 2011 como coordinador de estudios y tutor de los jugadores de las categorías inferiores del Club Atlético Osasuna. “Era una especie de figura paterna. La mayoría de los chavales creen que van a triunfar en el fútbol y que los estudios no les sirven para nada. Mi trabajo consistía en decirles que no es así, que el plan A es estudiar y si luego vienen los éxitos deportivos mucho mejor”, explica. Convertido en una figura exigente -“les tuve que meter en vereda” -, con algunos de los que posteriormente lograron subir al primer equipo (cita a Javi Martínez, Antonio Otegui y Juan Pérez) llegó a tener una relación “muy cercana, casi de padre a hijo”.

En la ciudad deportiva pasó a desarrollar tareas administrativas hasta que en la temporada 2014-2015 llegó la debacle y el club osasunista cayó por el precipicio de la Segunda División. Otra vez. En plena crisis deportiva y económica, “un montón de trabajadores” fueron despedidos con un ERE masivo. Eneko se marchó a Madrid, pero no encontraba trabajo. Y ahí es cuando empieza a tomar forma una vieja idea: marcharse un tiempo como voluntario de una ONG a algún país africano. Así que aterrizó en la ciudad ugandesa de Fort Portal donde, básicamente, se dedicó a dos tareas: por la mañana daba clases de inglés en un orfanato y, después, en otro orfanato, entrenaba a un grupo de jóvenes futbolistas de un instituto. “Físicamente eran unos portentos, pero jugaban súper desordenados, como pollos sin cabeza”, describe.

“Como entrenador, les digo a los chicos que el plan A es estudiar y, si luego vienen los éxitos deportivos, mejor”

Con algunas nociones de estrategia y herramientas técnicas, aquel equipo anárquico y poco cohesionado dio un giro radical. “Me sentía Guardiola. Acabamos ganando a equipos que eran mucho mejores que nosotros y estuvimos a punto de clasificarnos para la fase final de una competición a nivel nacional. Nos eliminaron en los penaltis”. Cuando el autobús del equipo pasaba por algunos pueblos era todo un acontecimiento. Una fiesta en comunión con los jugadores. “La gente nos paraba y nos animaba como si fuéramos estrellas”. Todos los campos se llenaban. Un día, sin ninguna pretensión, Eneko Elosegi grabó un breve vídeo en el colegio en el que daba clases con el cántico, ahora convertido en himno planetario, del Osasuna nunca se rinde. Se lo envió a su círculo más cercano.

Fenómeno viral

Al principio, solo un reducido grupo de amigos, entre ellos el jugador osasunista Antonio Otegui, vio las simpáticas imágenes de unos niños animando a un club de fútbol que se jugaba la vida en un partido de la Liga. Osasuna perdió 1-3 ante el Real Madrid, pero el grito de resistencia dio la vuelta al mundo. Y ha perdurado. El mensaje atraviesa el corazón de los aficionados rojillos como un tornillo. Es simple y efectivo. El club navarro lanzó un vídeo con una versión aflamencada y más extensa en la víspera de la final de la Copa del Rey del pasado mes de mayo . Eneko, un tanto abrumado con el fenómeno, desconocía su existencia. Vive inmerso entre su “burbuja familiar” y su actual trabajo como administrativo en la Ciudad Deportiva Artica. La frase, lleva razón, es originaria de Benito Pérez Galdós. Aparece en uno de los Episodios Nacionales del escritor canario: “¿Zaragoza se rendirá? La muerte al que esto diga. Zaragoza no se rinde”.

Rojillos por el mundo

Osasunistas. En Uganda, Eneko regaló muchas camisetas de Osasuna y automáticamente aquellos estudiantes se volvieron hinchas incondicionales del club. “Fui con 46 kilos de ropa y me vine sin nada”.

Míster. A la vuelta de su experiencia en el país africano, Eneko se sacó el título de nivel 1 de entrenador de fútbol. Tras el subidón de la temporada pasada, ve con cierta preocupación la marcha actual de Osasuna: “No sale nada”, zanja.