LA cita tiene lugar a las 13.30 horas de ayer jueves en el exterior del acceso principal al Hospital Universitario de Cruces. Unai Buján (Barakaldo, 8 de febrero de 2001) llega procedente de Urritxe, donde completó la última sesión de la semana en el Amorebieta, ya que hoy viernes la expedición azul emprende un largo viaje por carretera, de nueve o diez horas de duración, hasta Alicante, donde mañana sábado el colectivo de Haritz Mujika, segundo clasificado del grupo II de Primera RFEF, se enfrenta, desde las 17.00 horas, a La Nucía. Tras el partido, su equipo viajará casi toda la noche de vuelta a casa. “Por eso el entreno de hoy ha sido un poco light”, matiza este explosivo interior, que ocupa una de las cuatro plazas sub’23 obligatorias y que en tres años ha pasado de jugar en el juvenil del Danok Bat a hacerlo en la categoría de bronce después de revalorizarse dos campañas en el Sestao River. A la conclusión de la entrevista con este medio, le tocó preparar las prácticas que, a las 15.00 horas, tenía programadas con el departamento de Neurocirugía de Cruces. Reconoce que su caso es atípico, poco habitual en Primera RFEF. “Directamente no conozco a nadie que esté estudiando lo mismo que yo y esté jugando a un nivel medio-alto. Sí conozco a un chaval, que se llama Gorka Olazabal, que juega en el Sodupe, pero no en esta categoría”.

Buján subraya que su vocación por la rama sanitaria procede “desde muy pequeño. No es por algo que me haya sucedido y diga que hago Medicina porque aquello… Me ha gustado y a medida que estudiaba, como cuando en la ESO daba Biología, me he ido convenciendo. Estoy en cuarto y me va todo muy bien”. Avanza que le gustaría inclinarse por Traumatología, porque “entre otras cosas está hilado con el fútbol” y se extiende en su reflexión: “El fútbol por muy bonito que sea también tiene su lado malo y es el tema de las lesiones. Por desgracia muchas de ellas necesitan, a parte del trabajo de los fisios, de la medicina. Si te rompes el cruzado, tienes que pasar por quirófano. Es un deporte de contacto y evidentemente genera lesiones, hay una rama de la medicina que te da soluciones”. Evidentemente, compaginar el fútbol a nivel cuasi profesional, por no decir profesional, con cursar una carrera tan exigente requiere de mucho sacrificio, pero el jugador del Amorebieta lo asume con naturalidad. “Es cuestión de organizarse, de tener una rutina y cuando tengo que entrenar, entreno. Entrenar es lo que más me sirve para desahogarme y mucha gente me pregunta cómo lo hago para poder entrenar, estudiar, las prácticas… En época de exámenes, especialmente, tienes que medir bien el tiempo y ahora que entreno por las mañanas me levanto un pelín antes, entreno, me echo la siesta, estudio… y básicamente así. Con las prácticas lo tengo más movidito, porque el turno de hospital nos toca de diez a una. Hablándolo con los profesores se llega a un acuerdo. El día que tengo libre voy más horas de las que debía… intento buscar soluciones para poder compaginarlo”, añade Buján, al que le vacilan en el vestuario y le llaman The Doctor, con ese énfasis anglosajón que da un aire más irónico: “Hay buen rollo. (Haritz) Albisua (compañero de equipo) siempre me vacila cuando me visto rápido: ¿Qué? ¿Hoy te toca quirófano? Me dicen también: Me duele la garganta, ¿qué puede ser?”.

Ya con el foco puesto en el fútbol, el joven jugador del Amorebieta –al que cuando cerró la etapa de juvenil en el Danok Bat le llamaron varios clubes, entre ellos el Somorrostro, el Portugalete, el Vitoria (filial del Eibar) y el Sestao River, para decantarse por este último– tiene pasado en Lezama, cuando jugó una campaña en el alevín del Athletic, pero no pasó el corte. “Recuerdo que hubo cambio de Junta Directiva y de 24 que entramos en primer año de alevines, nos dieron la baja a la mitad. Pasé un muy buen año, disfruté y luego fui al Barakaldo, hasta cadete de segundo año, que me fichó el Danok Bat”, rebobina Buján, que diferencia el fútbol de la medicina: “El fútbol va por rachas, no depende de ti mismo, porque es un equipo. Debes estar bien, entrenar, hacer grupo… La medicina, aparte de que es una carrera complicada, es algo más contra ti mismo. Te dices que lo tienes que aprender todo aunque sea un marrón, porque no todo es bonito”. En su primer año en el Amorebieta y en Primera RFEF ha comparecido en 24 partidos, acumula 1.160 minutos y ha anotado cuatro goles, cifras que le dejan satisfecho, pero expresa su lado ambicioso: “Es un privilegio poder compartir con esta gente. A nivel personal quiero más, no me conformo con meter cuatro goles, si puedo meter cinco, seis, siete… dar asistencias, que el año pasado di cinco y este año ninguna, porque todo lo que sea ayudar al equipo es bueno”.

Buján, que posa para DEIA con una bata blanca de Osakidetza, un fonendoscopio y su camiseta del Amorebieta, se define como un futbolista “rápido en el uno contra uno, en transiciones y de hecho los cuatro goles que he marcado vienen de tantas transiciones rápidas y de acabarlas”, y asegura que no le suelen dar calentones en el campo. “Intento no bloquearme, porque si lo haces, te bloqueas en la siguiente acción. Es un aspecto que diferencia mucho a los jugadores que llegan a Primera División. Fallan una acción solo delante del portero y se olvidan, en la siguiente vuelven a fallar y se olvidan, y a la tercera va y te meten dos. No me rayo ni conmigo ni con los compañeros. Intento un refuerzo positivo”, afirma el barakaldarra, que también es optimista de cara a los éxitos que pueda conseguir el Amorebieta a final del curso, con el retorno a LaLiga SmartBank en la mente: “Si no lo recuerdo mal, de los últimos 16 partidos llevamos una sola derrota, y los tres anteriores los hemos ganado. Somos un bloque muy serio y podemos optar a todo”. Lo dice un futuro doctor, y ¿un futuro futbolista en Segunda División? “Ojalá, pero pongo el foco en el día a día, en ser mejor cada día”, sentencia.