MAHSA Amini fue asesinada a manos de la Policía de la Moral iraní por llevar mal puesto el hiyab dejando a la luz un mechón de pelo. Para las autoridades, la joven kurda de 22 años era una rebelde merecedora de una brutal paliza que el pasado 16 de septiembre acabó con su vida. El informe oficial atribuye el fallecimiento a una enfermedad y desecha cualquier contacto físico previo.

La muerte de Amini es como la de otras tantas mujeres víctimas de la represión, convertidas estos días en símbolo de las protestas que recorren un país que el pasado agosto permitió por primera vez en 40 años la asistencia de mujeres a un partido de fútbol de la liga nacional, después de que en 2019 se las autorizara a presenciar un encuentro internacional, lo que no sucedía desde 1979. En ambos casos las asistentes presenciaron los partidos apartadas, con una ubicación acotada, sin mezclarse con los hombres. Cabe añadir además que en el segundo caso la circunstancia se dio debido a las fuertes presiones de la FIFA. Con esos titubeos que pretenden ser síntomas de progreso o simplemente son insignificantes maniobras de propaganda, el fallecimiento de Amini devuelve a Irán a su realidad.

El fútbol, altavoz para las masas, no vive ajeno a la situación de la mujer en el país del golfo Pérsico. El jugador más emblemático que ha dado la historia de Irán, Ali Daei, apodado Shahriar (Rey, en persa), se ha sumado a las protestas denunciando la violencia y la represión de las autoridades en las manifestaciones en favor de los derechos de la mujer. Por inmiscuirse en la lucha, el excapitán de la selección iraní, primer jugador de su país en jugar en Europa, en la Champions League y máximo goleador de la historia de las selecciones internacionales hasta verse superado en septiembre de 2021 por Cristiano Ronaldo, ha sido privado de su pasaporte.

La expropiación, según informa la cabecera Hammihan, “se debe a lo que había escrito en Instagram en reacción a la muerte de Mahsa Amini”. Daei instó el pasado 27 de septiembre a las autoridades locales a “solucionar los problemas del pueblo iraní en lugar de recurrir a la represión, a la violencia y a las detenciones”. Esas exigencias le han convertido ahora en víctima del derecho de ejercer la libertad de expresión, que está consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El Hertha de Berlín, el último club en el que jugó Daei, además de Arminia Bielefeld y Bayern Múnich, entre otros, denunció en Twitter que el exfutbolista de 53 años “no esté autorizado a abandonar el país porque se pronunció a favor de los derechos de las mujeres”. El hermano del exjugador, Mohammad, igualmente, declaró en el medio Varzesh3 que “Ali dio toda su vida por levantar la bandera de Irán”. “Él ama al país y a su pueblo y siempre dice la verdad; lo que le ha ocurrido a Ali es lamentable”, añadió. El prolífico delantero de Arbedil vistió la zamarra del combinado iraní en 149 ocasiones y anotó 109 goles. En la actualidad, Ronaldo encabeza el ránking histórico de goleadores, con 117 en 191 partidos y tras Daei aparece Leo Messi, con 90 dianas en 164 lizas.

Daei es una de las personalidades del país que ha sufrido las consecuencias del pronunciamiento. Días atrás también fue arrestado el exfubolista internacional Hossein Mahini, a quien detuvieron y confiscaron su teléfono móvil y su ordenador portátil. Las celebridades tampoco se libran de las opresoras manos de un gobierno que no permite la crítica e incluso aplica la violencia hasta conducir a la muerte. Desde el pasado 16 de septiembre, Iran Human Rights cifra en 92 el números de muertos por las revueltas; el balance oficial concreta 60, entre los cuales hay 12 miembros de las fuerzas de seguridad. Mientras siguen los disturbios, el movimiento del lema ¡Mujer, vida, libertad! cobra fuerza. Gestos como los de Daei, que ayudan a dar visibilidad a costa de las represalias, pueden marcar pese a la amenaza el inicio para la transformación de sociedades de Oriente Medio y los derechos de sus mujeres.