La cita con los hermanos Seguín tiene lugar al mediodía de ayer jueves en Urritxe, pese a que el partido se disputará el domingo en el Stadium Gal. No era posible otro momento y otra ubicación. La razón estriba en que Aitor, el pequeño (27 años), disfrutaba de jornada de descanso después de jugar el miércoles con su equipo, el Real Unión, el choque de la Copa Federación ante el Illueca, al que derrotó por 2-0, con gol, el segundo, del propio Aitor. “Ténlo en cuenta”, le avisa a modo de broma a su hermano Iker, el mayor (33 años). Iker llega tras consumar el entrenamiento con el Amorebieta, un día especial, porque celebra con sus compañeros su partido 200 en su octava temporada con el conjunto azul. Invita a unas tortillas de patata, que devoran con avidez tras la exigente sesión de trabajo. Aitor se suma a la fiesta con los que serán sus rivales el domingo, su hermano mayor, lógicamente, incluido. No importa. Toca relax. Iker y Aitor, Aitor e Iker se sinceran en una conversación distendida.

¿Qué les dice la cabeza a las puertas de que dos hermanos se enfrenten como rivales y en un partido tan importante para ambos equipos?

IKER SEGUÍN: —Siempre es especial y bonito enfrentarte a tu hermano. Va a ser un partido en principio disputado y con necesidad para los dos equipos. Iremos a Irun a por los tes puntos y eso bien lo sabe Aitor.

AITOR SEGUÍN: —Como dice Iker, es especial porque no te enfrentas todos los días a tu hermano, necesitas los puntos y, además, nosotros que en lo que llevamos de temporada hemos sufrido muchas lesiones, a ver si los sacamos adelante.

Iker es el mayor y Aitor, el pequeño. ¿Quién debe tener piedad de quién? ¿Hay mucho vacile?

IKER: —Los dos estamos a un nivel muy bueno y debemos aprovechar lo que nos queda de fútbol. Los dos pelearemos por los tres puntos.

AITOR. —Cada uno vamos en busca de nuestro objetivo y asumimos que, pese a la diferencia de edad, tenemos que ir por nuestra cuenta.

Imaginen que Aitor encara a Iker e Iker le dice: ‘O pasas tú o pasa el balón, los dos, no’. O que uno le haga un caño al otro y haya mofa.

AITOR: —Son lances del juego y creo que cada uno va a buscar lo mejor para él y que gane su equipo.

IKER: (risas) —No creo que estemos mucho tiempo juntos en el campo, porque jugamos en bandas contrarias. Si hay disputas, será un jugador más y no me voy a fijar si es él o no. ¿Si va a ver un pique o no? Pues sí, será un poco más o menos. Si se da la ocasión, claro que le tiro un caño.

AITOR: —Yo si te hago un caño, sí que te hago algún vacile.

IKER: —Bueno, bueno. Ya veremos.

¿ Y en casa? ¿Con quién va la ama y con quién el aita? Y no vale decir que con los dos.

IKER: —Buena pregunta. El otro día estuve con mi ama hablando y me dijo: Prefiero que gane Iker, o sea yo, porque como solo tengo firmado hasta junio (risas) así puedes seguir un año más y Aitor ya se buscará algo o seguirá en Irun. Nuestra ama se alegrará por los dos gane quien gane y después iremos a cenar.

AITOR: —Nos hemos enfrentado tres o cuatro veces y nunca he ganado, y espero que esta vez me toque ganar.

Como hermanos, no negaran que se habrán pelado en más de alguna ocasión en casa por la pelota.

IKER: —Pelear, no. Jugar, mucho. Teníamos una especie de camarote, como una sala de juegos, y hemos aprendido el uno del otro. Y mira, ahora nos enfrentamos en el campo.

AITOR: —Estábamos pegados a un balón y disfrutábamos mucho.

Los dos viven en Eibar. ¿Se van a encontrar estos días por el pueblo o se van a evitar para no darle muchas vueltas al partido?

IKER. —No sé si nos veremos mucho. Tenemos vidas diferentes, yo estoy con la familia, con el crío, y él con sus amigos o con su perro. A veces nos juntamos en un txoko con los amigos y nos vemos allí, pero no sé si se dará o no. Si no, nos veremos en el partido o iremos a Irun juntos, aún no lo hemos hablado.

AITOR: —Cada uno estará a su bola. No somos de darle muchas vueltas a la cabeza antes de un partido, somos más de estar cada uno a su rollo.

¿Y la cuadrilla? ¿Cruza apuestas?

AITOR: —Yo creo que sí, tienen ganas de vernos jugar en contra, sobre todo después del covid, porque cuando jugamos en Lasesarre (temporada 2020-21) se jugó a puerta cerrada.

Como si se tratara de un partido de pelota. ¿Cómo están las apuestas a favor de Iker o de Aitor?

IKER: —Van más por el Amorebieta (más risas). Lo digo porque nos conocen más por lo del año pasado en Segunda División, al final los amigos lo siguen más. Yo también estuve en el Real Unión, y lo que quieren es que haya pique, reírse de la situación de enfrentarnos.

AITOR: —Así es, pero también es cierto que el resultado les da igual. ¡Pero cómo va a ganar el Real Unión!

Iker, defina a su hermano y viceversa.

IKER: —Es un jugador que le gusta jugar pegado a banda, tiene un uno contra uno muy bueno, saca buenos centros… Si jugamos, será un jugador a tener en cuenta, pero sabe que tendrá un rival duro, como es nuestro lateral derecho (Jorge Mier).

AITOR: —Iker es un jugador con muchísimo recorrido, con un gran golpeo de balón, que pone esos centros que tanto daño hacen. Hay que vigilarlo y no dejarle que los ejecute.

¿Le han contado a sus entrenadores algún posible defecto o debilidad del otro que no se conozca?

IKER: —A estas alturas, no hay secretos entre nosotros. Incluso Zulu (Aitor Zulaika, técnico del Real Unión) me conoce más que Aitor jugando y (Haritz) Mujika (técnico del Amorebieta) va muchas veces a Irun a verle.

AITOR: —Hoy en día todos los entrenadores lo tienen todo muy estudiado y ya saben cuáles son nuestras virtudes y nuestros defectos.

Aitor estuvo cerca de dejar el fútbol por esa rotura de cruzados que sufrió y permaneció casi tres años sin jugar, hasta que volvió en el Barakaldo como cedido del Athletic. ¿En qué le ayudó Iker y usted, Iker, qué cree que le aportó?

AITOR: —Me dio muchos consejos, que tuviera un poco de calma, que no tirara la toalla. Estuve tanto tiempo sin jugar... pero afortunadamente he vuelto a disfrutar del fútbol.

IKER: —Yo he pasado también cinco veces por el quirófano, con 18, 20, 22, 24 y 26 años. Fue una situación complicada. Me llamó para que fuera a buscarle, le vi y te da un poco de impacto, pero no deja de ser una lesión. Le dije que iba a salir, pese a todas las complicaciones que tuvo. Es una alegría para toda la familia.

¿Cómo se rompió, Aitor?

AITOR: —En un entrenamiento en Lezama fruto del infortunio. Son cosas del fútbol.

¿Y a Iker qué le pasó?

IKER: —Tuve menisco y afecciones en el cartílago, fue una especie de desgaste. Terminar el partido y no podía conducir, ni subir escaleras.

Los dos, además, tienen pasado en Lezama. Iker llegó desde la Real Sociedad y Aitor, en alevines.

IKER: —Salí de juvenil de Honor de la Real. No llegué a un acuerdo para renovar, me llamó el Athletic y no tuve ninguna duda. El primer año estuve en el Basconia con Peio Agirregoa y en el segundo subí al Bilbao Athletic de Luis de la Fuente. Jugué doce partidos hasta que me lesioné y no pude jugar más. Y salí cedido al Lemona y desde allí al Espanyol.

AITOR: —Estuve 16 años en Lezama, con sensaciones agridulces especialmente por la lesión. Recuerdo momentos más positivos que negativos, como el ascenso a Segunda División con Kuko Ziganda, además de coincidir con gente como Iñaki Williams, Yeray… un montón. ¿Lo mejor? Los amigos que ganas.

IKER: —Casualidad, ese año los dos jugamos el play-off de ascenso, yo con el Real Unión. En liga, ganamos en Lezama 1-2 y yo marqué el segundo, y mira, ellos subieron y nosotros caímos en primera ronda.

AITOR: —En Lezama, empatamos (1-1). Fue un año muy especial.

¿Que le sucede al Amorebieta y al Real Unión para tener solo cinco puntos y estar ahí abajo?

IKER: —Al Amorebieta le pasa que del año pasado solo seguimos dos jugadores y quieras o no las ideas del míster y de hacer grupo... poco a poco se están uniendo las piezas. Se ha mejorado en juego y solo falta que acompañen los resultados.

AITOR: —Nos están lastrando las lesiones, pero partido a partido vamos a más. También hay que darle la importancia que tiene la Primera RFEF, el nivel está muy alto.