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Maracaná de clausurar a clausurado

Debido a las deudas, se ha cortado la electricidad del mítico estadio, que en apenas cuatro meses ha entrado en estado de abandono

Maracaná de clausurar a clausuradoEFE

bilbao - Hace apenas medio año, el conocido como Maracaná pero cuyo nombre oficial es Jornalista Mário Filho era foco de atención a nivel mundial. El mítico estadio de fútbol era el escenario escogido para la ceremonia de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos celebrados en Brasil. Concretamente estos últimos bajaron su telón a mediados del pasado septiembre. Desde entonces, hace apenas cuatro meses, ha ido adentrándose en un profundo abandono. A la decadencia debido al desuso y la acumulación de basura se ha sumado ahora el corte del suministro eléctrico. La opulencia para la celebración de los Juegos Olímpicos ha dado paso a la ruina. Cabe recordar que en este estadio, entre 2010 y 2013, se habían invertido cerca de 375 millones de euros (casi el doble del presupuesto inicial, con sospechas de sobrefacturación y corrupción) a fin de remozarlo de cara a la Copa Confederaciones y el Mundial de fútbol, así como para los Juegos Olímpicos.

El caso es que los problemas arrancaron nada más bajarse el telón de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. El Comité Organizador de los Juegos, gracias a una cesión de ocho meses, se hizo cargo del mantenimiento de Maracaná durante el evento olímpico. Pero, vencidos los Juegos, devolvió el estadio al consorcio Maracaná S.A., pero lo hizo con una deuda de 900.000 euros. Al recibir el estadio, el consorcio Maracaná S.A., liderado por la compañía Odebrecht S. A., una de las empresas salpicadas por el escándalo de corrupción de la petrolera controlada por el Estado brasileño Petrobras, aludiendo que el estadio contemplaba cantidad de desperfectos, renunció a hacerse cargo del mantenimiento, al considerar que el Comité “no ha cumplido sus compromisos de devolverlo en las mismas condiciones en las que lo recibió”. Por contra, el Comité Olímpico respondió asegurando que entregaron el estadio “en mejores condiciones que cuando fue confiado” y dijo haberse sentido “forzado a realizar una serie de trabajos de mantenimiento que debieron haber sido asumidos por la empresa concesionaria”.

Lo cierto es que la controversia se judicializó y la decisión fue que el consorcio Maracaná S. A. estaba obligado a asumir los costes económicos del proceso de reparación y mantenimiento, bajo pena de una multa diaria de casi 60.000 euros en caso de no cumplir. Esta sentencia llegó a mediados del pasado mes de enero.

A pesar de la resolución, nada ha cambiado en Maracaná, salvo sus habitantes, que van aumento. Cada día hay más gatos y ratones que encuentran su hogar en el tranquilo y desértico estadio. De hecho, los problemas por abandono se han ido agravando. A primeros de 2017, dada la baja seguridad que presenta el estadio, los ladrones aprovecharon para robar mangueras contra incendios, extintores, televisores y, más significativo aún, los bustos de bronce conmemorativos del periodista que da nombre al estadio, Mário Filho, y del exalcalde de Río de Janeiro, Mendes de Moraes.

Una vez que ha sido víctima del expolio, luciendo dejadez, ahora Maracaná se ha apagado. El estadio, que ya albergaba la deuda de casi un millón de euros tras la celebración de los Juegos, ha seguido engordando sus cuentas pendientes. Desde hace cinco meses no se abona la cantidad económica correspondiente a las facturas eléctricas. Los impagos de electricidad ascienden a unos 900.000 euros. De este modo, la Justicia brasileña ha adoptado la decisión de cortar la corriente eléctrica. O sea, Maracaná tiene un agujero económico de casi dos millones de euros, a los que habría que sumar los desperfectos (cables cortados, asientos arrancados, el césped reseco...) y la reposición del mobiliario que ha sido hurtado.

La situación gana surrealismo con el hecho de que a los turistas no se les advierte desde las agencias del abandono del estadio, de modo que los aledaños siguen recibiendo visitas, lo que aprovechan para el comercio los vendedores ambulantes. Así lo atestigua para la agencia EFE el argentino Carlos Molinas, que posee una réplica de la Copa del Mundo con la que la gente se fotografía fuera del estadio desde 2014. “Viene mucha gente pensando que está abierto, incluso en la página web sigue poniendo que está abierto, y luego se llevan una decepción al ver que está cerrado”, dice, asegurando que llega un gran flujo de engañados curiosos. “Hay un promedio fijo de grupos cerrados”, atestigua.

La dejadez es algo que también reconoce el brasileño Claudio Lopes, que lleva más de tres décadas haciendo negocio en los alrededores del estadio como vendedor de recuerdos. “Está abandonado, pero aquí afuera no nos afecta, los turistas vienen para visitar la estatua de Bellini (capitán de la selección de fútbol de Brasil cuando logró en 1958 su primera Copa del Mundo); por dentro parece una casa del terror. Es una vergüenza, principalmente con el carioca”, subraya Lopes, reflejando el sentir de la población local, que ya en su día recibió el evento olímpico con escepticismo.

La preocupación es actualidad, entre otras cosas, porque Maracaná es el feudo del Fluminense y del Flamengo, equipos que comienzan la temporada esta semana y no cuentan con terreno de juego. “Es una situación muy preocupante. Cada día que pasa, el estadio se deteriora un poco más. Espero que las autoridades encuentren una solución rápida”, dice para la agencia AFP el presidente del Flamengo, Eduardo Bandeira de Melo.