Un gol le vale al Madrid para llegar a Milán
El Real Madrid ya piensa en la undécima tras apear con lo mínimo a un paupérrimo Manchester City
Real Madrid1
Manchester City0
REAL MADRID: Keylor Navas; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Modric, Isco (Min. 68, James); Bale, Cristiano Ronaldo y Jesé (Min. 56, Lucas Vázquez).
MANCHESTER CITY: Hart; Sagna, Kompany (Min. 10, Mangala), Otamendi, Clichy; Fernando, Fernandinho; Jesús Navas (Min. 69, Iheanacho), Touré (Min. 61, Sterling), De Bruyne; y Agüero.
Gol: 1-0: Min. 20; Fernando, en propia puerta..
Árbitro: Damir Skomina (Eslovenia). Amonestó a Lucas Vázquez, De Bruyne, Fernando y Otamendi.
Incidencias: 79.500 espectadores en el Santiago Bernabeu.
bilbao - El Real Madrid jugará el 28 de mayo en San Siro el partido que venía buscado desde hace muchas semanas. La final de la Liga de Campeones de Milán, convertida en otro derbi madrileño, espera a Zinedine Zidane y a sus jugadores para rescatar una temporada que se les empezó a torcer en Cádiz y en la que solo la pájara del Barcelona les ha permitido tener la Liga aún al alcance. Pero es La Orejona, la conquista de la undécima, lo que motiva de verdad a un club y a una plantilla que de unos años para aquí solo vive para batallas mayores.
Un solo gol bastó a los blancos para plantarse de nuevo en la final tras dejar fuera a un Manchester City decepcionante, incluso incomprensible porque nunca mostró la actitud de un equipo que estaba a las puertas de la primera final europea de su historia. Ni ritmo, ni intensidad, ni juego pusieron los de Manuel Pellegrini. Al contrario, mostraron una disposición propia de una pachanga de veteranos, personificada en el fondón Yaya Touré, que se movió por el campo a trote cochinero y no ofreció nada ni en ataque ni en defensa en la hora que estuvo en el campo.
La lesión de su capitán Vincent Konpany en el minuto 10 pareció anestesiar a los citizens y convencerlos de que había que arriesgar lo justo. El Real Madrid solo tuvo que acelerar el juego a través de Bale para encontrar los espacios en una zaga inestable. En el minuto 20, Carvajal recibió sin nadie que le marcara en diez metros a la redonda, filtró un pase a la carrera del galés y el centro de este tocó en Fernando, se envenenó y viajó hacia la escuadra fuera del alcance de Joe Hart.
Ese gol era la final y los madridistas decidieron tomar precauciones y no volverse locos. Tenían en la mano lo que querían y era una mezcla de miedo al fracaso y oficio táctico, aunque estaba en el verde el centro del campo que le gustaba a Carlo Ancelotti. Pero daba igual para frenar el vuelo de una mariposa que era el Manchester City. Agüero no aparecía, de nuevo engullido por Ramos y Pepe; De Bruyne y Navas corrían por las bandas para nada y al Manchester City le sostenía más el marcador, ese escueto 1-0, que su insípido fútbol. Pero tenía que soplar para que sonara la flauta, poner algo de su parte en busca del gol que le podría haber metido en la final. Fernandinho, con un remate raso desde la frontal que pegó en el palo, lo tuvo al borde del descanso. Pero ese y un disparo alto de Agüero en el minuto 88 que asustó a Keylor Navas fueron todo el peligro que generó el City en 180 minutos de eliminatoria.
Entre medias de las dos acciones, en toda la segunda parte, estuvo más cerca el 2-0 con un par de remates de Cristiano y un cabezazo de Bale al palo. Al Real Madrid le bastó con estar ordenado para no pasar apuros ante un rival que ni con los cambios logró cambiar su imagen de equipo plano, sin alma, personalidad ni ambición. La eliminatoria entre dos de los clubes con más dinero de Europa resultó una mediocridad, aunque al madridismo eso le dará igual. Ellos salen el 28 de mayo en busca de su undécima mientras el Manchester City se pone en manos de Pep Guardiola, que sacará, cómo no, el fajo de billetes para tratar de armar algo parecido a un bloque competitivo. El problema es que primero tendrá que tener claro por dónde empezar. El Real Madrid -Roma, Wolfsburgo y Manchester City mediante- estará en la final. Se lo pusieron a huevo y no lo desaprovechó.