El Angers da la espalda a su historia
El modesto club de una ciudad de casi 150.000 habitantes sumaba 21 años sin jugar en la máxima división francesa y es tercero; es el cuarto equipo menos goleado de Europa
Angers es una ciudad francesa con menos de la mitad de habitantes que Bilbao. Cerca de 150.000 almas colman sus calles. El humilde club de la ciudad, el Angers Sporting Club de l’Ouest, jamás ha ganado nada en sus 97 años de vida; un par de subcampeonatos de la Copa de la Liga y de la Copa de Francia son los logros más ilustres que figuran en su palmarés. Tan plana es su historia que al campo de fútbol del Angers le da nombre un periodista y corredor de fondo llamado Jean Bouin, que falleció a comienzos del Siglo XX. Aunque para la memoria, el estadio, con unos 17.000 asientos, quedará como el primero en acoger a una mujer árbitro en un partido de dos equipos profesionales de fútbol en Francia.
El Angers tiene tan poco peso futbolístico porque su mejor clasificación en la máxima categoría del país, la Ligue 1, fue en 1967, cuando fue tercero, su techo. Poco después vivió su primer concurso europeo, disputó la UEFA en la campaña 1972-73, aunque fue apeado en la primera ronda. Uno de los capítulos más ilustres de este club fue el debut profesional, aunque en Segunda División, del futuro Balón de Oro Raymond Kopa, el Napoleón del fútbol, la primera gran leyenda del balompié galo, que jugó en el Jean Bouin entre 1949 y 1951. En Angers, en cuanto al balón se refiere, se ha venido viviendo del romanticismo de otros modestos pero más reseñables tiempos. De hecho, el club llevaba 21 años sin formar parte de la Ligue 1. E incluso el ascenso a la élite conseguido la pasada temporada fue discreto, ya que terminó en la tercera posición de la Ligue 2. A pesar de ello, ascendió. Rosas y champán en Angers.
Con el segundo presupuesto más modesto de la categoría y con el liviano peso de su historia, solo se podía concebir como objetivo la salvación. Dicho de otro modo: nadie daba un duro por la permanencia del Angers. Pero teniendo en cuenta que el SCO estaba diez años atrás en la equivalente a la Segunda División B española, el mero hecho de estar ya era motivo de orgullo para una ciudad que es patrimonio de la UNESCO.
“Nuestra filosofía de fútbol es bastante clara”, describe el entrenador Stéphane Moulin. Unas palabras que no apelan a la simpleza del juego de un equipo que no alberga recursos, sino a la efectividad y su productividad. “Defendemos como muertos de hambre y aprovechamos el balón parado”, añade Moulin, debutante en el fútbol de máximo nivel y que sin embargo está sacando chispas a su plantilla. Porque lo difícil no es ganar, sino hacerlo con un equipo predestinado al fracaso. Ese es el Angers, el único plantel que ha conseguido mantener a cero su portería frente al Paris Saint Germain, el líder estratosférico de Francia, que tras 21 partidos y con 57 puntos posee un margen de 21 unidades sobre el segundo clasificado, el Mónaco.
Y el tercer peldaño de la Ligue 1 lo ocupa, atención, el Angers. Gracias a la fidelidad de los jugadores hacia la filosofía de su técnico, es el segundo club menos goleado de Francia y en las cinco grandes ligas de Europa solo mejoran su registro el Atlético de Madrid (8 goles en contra), el Bayern de Múnich (8) y el citado PSG (9). El Angers, su muro defensivo, solo ha sido penetrado en 13 ocasiones. Una labor que solo se consigue mediante el esfuerzo, a través de la asociación, paradigma del concepto de ‘equipo’, lo que también se proyecta en el apartado de goles favorables, donde no aparece ninguna figura destacada -el club vendió en verano a su estrella Jonathan Kodjia, que firmó 15 goles el pasado curso-. El centrocampista franco-senegalés Cheikh N’Doye es el máximo goleador del equipo con 5 tantos; es el jugador más deseado por otros clubes.
O sea, el éxito de este plantel se fundamenta en la fuerza del colectivo, movimientos, desmarques, coberturas... Sacrificio. “Nuestro fútbol no servirá para hacer un vídeo promocional de la Ligue 1, pero nos merecemos la clasificación que tenemos”, juzga Moulin, que vive su sexta campaña en el banquillo de un club cuyos jugadores se han formado en Francia, a excepción del suizo Goran Karanovic, y que cuenta con el refuerzo de 12 futbolistas llegados sin desembolso alguno. El plantel está diseñado a base de remiendos, parche a parche, más meritorio aún.
La gran baza ofensiva del quinto equipo que menos goles marca en la liga gala son las jugadas que nacen a balón parado. Más de la mitad de los tantos que presenta en la clasificación (20) han llegado en este tipo de acciones. El Angers juega con la capacidad de sorprender, como sorprendente está siendo su actuación, inesperada, imprevisible, impresionante en definitiva.
Ese cartel de revelación es una amenaza en la ventana del mercado invernal, en la que ha salido el portero exvalencianista Butelle, uno de los artífices del bagaje defensivo. “Es una aberración”, dice Moulin sobre la apertura de este periodo de fichajes, en el que, considera, “se da una ventaja añadida a los clubes que tienen dinero”. “Sabemos que entre los clubes hay diferentes presupuestos, pero acentúa este fenómeno”, critica, reconociendo sin embargo que el Angers es un club “trampolín”. A pesar de lo cual, ha ampliado sus horizontes, ha abandonado la mediocridad. Contradice su modesta historia. Y es que “el fútbol es un colectivo, un equipo, y eso es lo que hace nuestra fuerza”, subraya Moulin.