La voluntad de Alá (o el manto de Begoña)
Clemente, un héroe en Libia tras ganar su primer torneo. de seis partidos, solo ganó uno en el tiempo reglamentario
javier Clemente ha sido elevado a la categoría de héroe en Libia, país que celebra con euforia su primer título futbolístico internacional, el Campeonato Africano de Naciones, un torneo para jugadores de ligas locales disputado finalmente en Sudáfrica, aprovechando los magníficos estadios que dejó la organización del Mundial 2010, donde se consagró la selección española, pero que originalmente estaba asignado al país norteafricano.
La rebelión contra Gadafi iniciada el 17 de febrero de 2011 hizo inviable el evento y abrió profundas heridas en el tejido social del estadio magrebí, donde las tribus que configuran la nación libia reabrieron sus atávicas disputas y las confrontaron a sangre y fuego. Lo que pasó en el Al Hilal, el equipo más representativo de la capital, Trípoli, sirve para ilustrar el desgarro. Varios de sus integrantes se alinearon con la revolución y fueron represaliados por el régimen de Gadafi, mientras otros tomaron las armas en favor del tirano.
Bajo estas circunstancias, la contratación de Javier Clemente para confeccionar una selección futbolística donde se pudieran integrar jugadores que lucharon en los bandos que se enfrentaron en la guerra civil tuvo cierto aire mesiánico. La Liga de Libia ha estado paralizada desde que se inició la contienda y a duras penas los equipos de fútbol han podido mantener la forma disputando partidos amistosos entre ellos. Sin referencias sobre el material humano disponible, Clemente se tuvo que conformar al principio con el visionado de vídeos para conocer a unos jugadores totalmente desconocidos.
"El nivel del fútbol libio es bueno y alentador. Vamos a formar un grupo de jugadores veteranos y algunos jóvenes, y vamos a establecer un programa de trabajo exigente", vaticinó Clemente.
Y el técnico vasco logró el propósito buscado, hasta el punto de conseguir ahormar un equipo que supo convivir en armonía y luchar con el balón por un fin común, la victoria deportiva bajo bandera, indumentaria e himno nuevos. Un triunfo que Libia alcanzó de una forma sorprendente, pese a ganar solamente uno de los seis partidos que jugó.
Casualidad y mucha suerte. Las cosas del fútbol, se podría decir. Pero teniendo en cuenta que Libia no era precisamente el equipo favorito y cómo se produjo el hecho se abre la puerta a las interpretaciones libres. ¿Fueron los designios de Alá, que así quiso interceder en su proverbial sabiduría para unir al dividido pueblo libio a través de la complicidad que provocan las emociones que transmite la pasión futbolística?
Así lo cree mucha gente en Libia. Javier Clemente bien pudiera argumentar al amparo de su propia cultura y convicciones: esto ha sido asunto de la Virgen de Begoña.
Encuadrado en el Grupo C, junto a Ghana, Congo y Etiopía, Libia ganó por 2-0 al combinado etíope, y empató con Ghana (1-1) y Congo (2-2). Los muchachos de Clemente acabaron segundos en esta fase de la competición con cinco puntos, detrás de Ghana (7), con cuyos jugadores se vieron las caras en la final.
Libia se cruzó en cuartos de final con Gabón. El partido terminó con empate a un gol, resultado que no se movió en la prórroga. Después, Libia logró su pase a semifinales en la tanda de penaltis (4-2). En esta fase ocurrió tanto de lo mismo. Zimbabwe fue el rival, 0-0 el resultado en el tiempo reglamentario y 5-4 en los penaltis.
el desenlace La gran final se disputó el pasado sábado en el estadio Cape Town de Ciudad del Cabo y Libia volvió a empatar sin goles contra Ghana, el gran favorito. Y otra vez se llegó a la tanda de penaltis. Y otra vez la fortuna se inclinó de lado libio (4-3).
La locura se desató en la nación norteafricana, principalmente en Bengasi y Trípoli, los bastiones de los bandos enfrentados en la Guerra Civil. "Alguno dirá que ha sido suerte, pero los chicos han trabajado mucho, han merecido ganar cada partido y han tenido la recompensa del título. Estoy muy feliz por ellos, y también por mí. Ganar es lo que hace feliz a un entrenador", dijo Clemente, que recibió el trofeo de manos de Sepp Blatter, presidente de la FIFA, con quien mantuvo una charla. "Me dijo que se alegraba mucho de que Libia hiciera historia conmigo".
El regreso desde Ciudad del Cabo a Libia se postergó al pasado miércoles para que el primer ministro Ali Zidan, que se encontraba en Egipto de viaje oficial, estuviera en el país para poder recibir a los héroes del balón y dar solemnidad a las celebraciones espontáneas que surgieron en las principales ciudades del país. "La verdad es que ha sido la leche", contó Clemente en el diario As. "Lo de la gabarra con el Athletic fue insuperable, pero espero algo parecido porque la gente en Libia está como loca de alegría", enfatizó el técnico vizcaino.
Y así fue. Clemente fue el primero en bajar del avión. En el aeropuerto tripolitano de Matiqa aguardaban miles de seguidores, que recibieron con gritos de alegría y lanzando cientos de rosas a los expedicionarios.
Luego, el primer ministro Zidán agasajó a los jugadores y se reunió en privado con Clemente, que en menos de cuatro meses al frente del equipo había logrado para Libia su primer trofeo internacional.
Las celebraciones, que se multiplicaron en distintos puntos de la capital, se alargaron hasta la madrugada del jueves acompañadas de himnos, bailes y fuegos artificiales.
el renacer Javier Clemente, que firmó un contrato de dos años, ya tiene ante sí un reto probablemente de mayor envergadura. Clasificar a Libia para un Mundial, algo que jamás ha conseguido, el pasaporte para Rusia en 2018. Pero esta vez el reto se antoja más complicado, pues sus contrincantes podrán reforzarse con las legiones de futbolistas que militan en las principales ligas europeas.
A la espera de acontecimientos, Clemente, cerca ya de los 64 años, ha vuelto a renacer para el fútbol en una situación exótica y extraordinaria, reverdeciendo laureles treinta años después de sus últimos títulos, del doblete -triplete con la Supercopa- que consiguió con el Athletic en la temporada 1983-84. Justo cuando ya solo era reclamado por equipos desahuciados, más pendientes de la extremaunción que de un milagro.
Aunque puede presumir de una carrera larga y de mantener un caché importante, la suerte que ahora ha tenido de sobra casi siempre le dio la espalda en los momentos clave.
En 1985 perdió con el Athletic la final de Copa contra el Atlético de Madrid. En el Espanyol, su siguiente destino, también sucumbió en la final de la Copa de la UEFA frente al Bayer Leverkusen, con Txingurri Valverde en el equipo catalán, después de vencer 3-0 en el partido de ida. Pero en la vuelta el Espanyol perdió por idéntico resultado y acabó derrotado en la tanda de penaltis. Tampoco le sobró la suerte en su etapa con la selección española, donde no pudo traspasar la barrera de los cuartos de final en el Mundial de 1994 y en la Eurocopa de 1996 por una cuestión de fortuna.
El fútbol, sin embargo, le ha dado al veterano entrenador una revancha en el momento y lugar más insospechado. Alá (¿o fue la virgen de Begoña?) escuchó sus oraciones.