BILBAO
El 11 de septiembre de 2005 Igor Etxebarrieta (3-IV-1984, Getxo) se quedó con la miel en los labios. Componente de la expedición del primer equipo del Athletic que se desplazó a Getafe, tocó con la punta de los dedos la puerta de la titularidad por una lesión de Dani Aranzubia, pero finalmente José Luis Mendilibar apostó por el de Fuenmayor. Hoy, superado aquel instante que se le escurrió entre los guantes, evoca el momento desde la distancia y liderando el Trofeo Zamora de la categoría de bronce, defendiendo a la revelación del campeonato, el Amorebieta, que esta tarde (16.00 horas, ETB-1) recibe en Urritxe a un rival directo, el Eibar, un cruce que no se daba desde 1986.
"Aquello fue bonito y, a la vez, una pena. Sabía que no se iba a volver a dar. Estuve calentando con Aranzubia, que tenía una fisura en un dedo, pero finalmente jugó él. Lo tengo grabado en vídeo porque estaban allí mi familia y mis amigos. Ahora, cuando lo miramos, echamos unas risas. Fue imborrable pero ya es agua pasada". Entró también en la lista ante el Racing y el Málaga en San Mamés, y en la cita del Santiago Bernabéu antes de regresar al filial, donde además sufrió una subluxación en el hombro derecho de la que fue operado antes de abandonar Lezama. "Luego empecé mi andadura por el Santurtzi, Lemona y Barakaldo como pasos previos al actual". Curiosamente, en aquel equipo cementero atravesó un pasaje igual de destacado al permanecer 600 minutos imbatido. "No soy de los que mira las estadísticas hasta que acaba la temporada y se puede hacer balance", apunta este Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones con puesto laboral fijo, aspecto que le permite concebir el fútbol de otra forma. "Eso sí, tengo aún 27 años y no me cierro puertas a nada. Si económicamente fuera una oferta planteable... Además, ¡mira a Armando!, que llegó al Athletic con 37 años y desde Segunda B", apostilla.
Etxebarrieta disfruta del día a día y de la excelente andadura del Amorebieta a las órdenes del míster Axier Intxaurraga, "un entrenador joven que sabe mucho de fútbol y que nos está trasladando muy bien sus conocimientos", una de las claves de que el equipo descanse en zona de play-off de ascenso cumplido el primer tercio liguero. "Antes de empezar el curso las previsiones quizás no eran tan buenas. Nuestro objetivo sigue siendo alcanzar los 45 puntos para salvarnos cuanto antes. Tenemos los pies en el suelo y una vez se haya amarrado ese listón, podremos soñar con otras cosas", considera Igor, que incide en el sobresaliente trabajo de contención del colectivo azul. "Al final, aquel equipo que encaja pocos goles siempre acaba arriba en la clasificación. Somos duros de batir, los contrarios sudan sangre para derrotarnos y, asimismo, contamos con puntería de cara a gol. El entrenador ha hecho hincapié desde el verano en que los primeros en defender tienen que ser los delanteros, realizamos una gran presión adelante para que el rival llegue herido a nuestra portería", desgrana.
hornada de guardametas Desde su faceta, Etxebarrieta divisa una buena camada de guardametas en el herrialde vizcaino: "Estoy comprobando que salen chavales con mucha calidad y con seguridad. Ahí están Alcalde, del Lemona; Magunazelaia en el Sestao; Jon Ander Serantes, que en el Bilbao Athletic está jugando por delante de Aitor Fernández, que es internacional; el juvenil rojiblanco Kepa; o el propio arquero armero Xabier Iruretagoiena. Hay una gran competencia". Igor espera acrecentar hoy su 0,58% de goles encajados por partido frente a un Eibar que "empezó titubeante pero ya va escalando. Se ha asentado, ha cogido ritmo y nos visita después de estar a punto de ganar al Mirandés, que se encuentra un poco por encima del resto". Lo dice consciente de que "no nos podemos relajar porque en el momento en que bajemos los brazos nos van a dar detrás de las orejas. Quizás en las quinielas que muchos están haciendo, incluidos otros entrenadores, nos vean luchando por subir, pero esa no es nuestra guerra inicial". Un canto a la prudencia de quien conoció en primera persona cómo los trenes pasan una sola vez. Por eso tampoco desdeña en auparse a la nube allá por marzo.