bilbao. Comenzaron la temporada levantando enormes expectativas. Se han cumplido nueve jornadas y ya piden la cabeza del entrenador. Eso ha ocurrido en el Atlético de Madrid, el próximo rival del Athletic; la Real Sociedad y el Villarreal.

El equipo colchonero, con Radamel Falcao como santo y seña de la regeneración después de una temporada marcada por el desencanto y la salida del Kun Agüero y Diego Forlan, los grandes iconos del club en los últimos años, comenzó como un tiro. Al principio, el Tigre las metía casi todas. En tres encuentros seguidos (Celtic, en la Liga Europea; Racing y Sporting) diez goles. Los analistas coincidían: había mejor plantilla, y más compensada. En consecuencia con esta aseveración y un abigarrado calendario en perspectiva, su técnico, Gregorio Manzano, comenzó a rotar a los jugadores.

Pero han pasado dos meses de competición y el panorama cambió radicalmente. El pasado domingo, frente al Mallorca, Falcao, desde el punto de penalti eso sí, se reencontró con el gol después de cinco partidos consecutivos sin que él ni ningún otro del equipo anotara un mísero tanto. Pero apenas tuvo más oportunidades. No es que el Tigre las fallara. Es que ni olía la presa, porque nadie le mandaba un balón en condiciones de remate. Gregorio Manzano tampoco atinó con los cambios. Y el empate fue el mal menor.

En consecuencia, la afición del Atlético abroncó al entrenador andaluz y un sector de la hinchada pidió su despido. Lo que le faltaba a Gregorio Manzano, que accedió a la dirección técnica del Atlético como tercera opción, lo que prueba la escasa consistencia que tiene en la gerencia de un club que, eso sí, le exige la clasificación del equipo para la Liga de Campeones como objetivo ineludible.

Garrido en la picota Y en ello está el Villarreal. O mejor dicho, estaba. Porque con la derrota del pasado martes ante el Manchester City se ha quedado ya sin opciones de clasificarse para los octavos de final del torneo donde fluye el dinero.

Pero tampoco le va mejor en la Liga, sobre todo después del 0-3 que encajó el domingo ante el desconcertante Levante, el líder del campeonato. La afición congregada en El Madrigal gritó "Garrido vete ya". Lo cierto es que la racha que lleva el submarino amarillo es desoladora. Solo ha ganado dos de los doce partidos oficiales que ha disputado esta temporada, ante el Odense en la previa de la Liga de Campeones, y frente al Mallorca.

La especulación está en marcha: si el Villarreal no reacciona esta semana (partidos ante el Real Madrid mañana y el sábado ante el Rayo), Juan Carlos Garrido puede ser destituido como entrenador.

En Donostia también saltan chispas contra Philippe Montanier, muy criticado por los medios de comunicación guipuzcoanos, que también afrontará una semana clave para su futuro con el choque ante el Levante mañana y la visita del Real Madrid a Anoeta el sábado.

No en vano el equipo txuri urdin, después de levantar las mejores expectativas con el técnico galo, sobre todo tras empatar con el Barça (2-2), ha caído en picado: en los últimos cuatro partidos disputados solo ha sumado un punto, ante el Getafe (0-0) el pasado domingo, y entre las cuatro derrotas acumuladas aún escuece sobremanera la encajada frente al Athletic en la séptima jornada liguera.